En el posible regreso del rey Juan Carlos I a España existe un horizonte temporal que ha pasado hasta ahora completamente desapercibido. España celebrará el próximo 2 de febrero su día nacional en la exposición universal de Dubái. Una fecha a la que Emiratos espera que, como en el resto de países participantes, acudan representantes al más alto nivel, bien el rey Felipe VI o el presidente del Gobierno Pedro Sánchez. O, en el mejor de los casos, ambos.
La presencia del emérito para entonces en la capital de Emiratos Árabes Unidos es vista como un absoluto contratiempo. Su estancia en el vecino Abu Dabi, iniciada en agosto de 2020, comprometería seriamente la visita oficial. De hecho, hasta ahora el pabellón español en ExpoDubái 2020 ha sufrido una notoria orfandad institucional. Aparte del castellano-manchego Emiliano García-Page, el único miembro del Gobierno central que se ha dejado ver por allí fue a principios de noviembre el ministro de Cultura y Deporte, Miquel Iceta.
Iceta aseguró entonces que la visita al emérito no estaba entre sus planes, pero debió someterse a las preguntas incómodas de los periodistas. Una escena que se repetiría con el periplo del monarca o del presidente del Gobierno. Fuentes conocedoras de la situación apuntan a El Independiente que es el principal motivo que abonaría un regreso más o menos cercano en el tiempo de Juan Carlos I, de 83 años.
25 días para regresar
No sería, sin embargo, antes de su cumpleaños, el próximo 5 de enero, ni de la Pascua Militar, un solemne acto castrense con el que se inicia el año militar y que se festeja el 6 de enero. Estas limitaciones dejan una ventana de 25 días para proceder a la operación regreso del rey. La agenda del día nacional aún no se ha cerrado, a la espera de acontecimientos.
La solución al entuerto que mantiene en suspenso los actos del día nacional es alejar a Juan Carlos I del foco. Y eso pasa inexorablemente por su salida de Abu Dabi, uno de los siete emiratos que componen Emiratos Árabes Unidos y el que ha sido su refugio durante los últimos 16 meses. En los confines que gobierna con puño de hierro el príncipe heredero Mohamed bin Zayed al Nahyan, Juan Carlos I siempre tendrá acomodo.
Hasta ahora su entrada en España ha constituido el verdadero quebradero de cabeza. Tanto La Zarzuela como La Moncloa, que han rechazado tal opción durante meses, observan ahora como un mal menor su vuelta. Evitaría la crisis que supondría una visita de su hijo o Sánchez a Emiratos y esquivaría las dos posibles opciones: ignorar su presencia en el país o acudir a visitarle. Cualquier alternativa provocaría críticas e incomodidad.
Para allanar el camino y permitir la visita institucional a un país que es clave en la búsqueda de inversiones españolas y el futuro de Oriente Próximo, la Casa Real y el Ejecutivo han llegado a la conclusión de que Juan Carlos I debe abandonar el territorio que le ha acogido y le ha proporcionado una discreción como ningún otro lugar podía ofrecer. Exteriores, detallan las citadas fuentes, lleva meses “dándole vueltas buscando una solución”. “Y parece que solo hay una”, aducen.
En contacto permanente con España
La operación retorno respondería así a la que ha sido durante meses la súplica del emérito, la que ha transmitido con ahínco a sus más allegados, a los que le han acompañado presencialmente en Abu Dabi y a los que están en contacto telefónico permanente con él, entre ellos, algunos empresarios con quienes tiene una amistad impermeable a cualquier distancia física. Juan Carlos I, que se alejó de Madrid por sus problemas judiciales, lleva meses vendiendo entre los que le escuchan y responden a sus llamadas desde Abu Dabi que su regreso a España es inminente. Un selecto grupo de compañeros de fatigas con los que habla constantemente.
Su llegada está cada vez más expedita. El lunes la Fiscalía suiza archivó la investigación que tenía abierta a la examante de Juan Carlos I, Corinna Larsen, y a los gestores de fortunas y expertos fiscales Dante Canonica y Arturo Fasana, por presunto delito de blanqueo agravado. No se ha podido acreditar que los tres cometieran dicho delito al traspasar 65 millones de euros que Juan Carlos I recibió del rey saudí Abdul Aziz Al Saud y entregó a la empresaria alemana.
Las tres diligencias abiertas por la Fiscalía del Tribunal Supremo correrán próximamente la misma suerte que la de Suiza
Las tres diligencias abiertas por la Fiscalía del Tribunal Supremo correrán próximamente la misma suerte. El último litigio es la demanda presentada por Corina en un juzgado londinense por presunto acoso, seguimiento ilegal y difamación. La justicia británica debe precisar primero si el emérito goza de inmunidad o no.
En su larga travesía por el desierto, sus parientes más incondicionales han sido siempre sus dos hijas, Elena y Cristina, que han tratado en todo momento de hacer de sus valedoras y apostar por su retorno. Le han llegado a visitar casi mensualmente en Emiratos, donde se vacunaron contra la Covid, y han presionado para buscar una solución con el argumento de que el emérito no quiere que la muerte le alcance en el extranjero.
Una vida discreta
Juan Carlos I ha disfrutado de una vida discreta en Abu Dabi. Este viernes, en pleno debate sobre su posible vuelta, reapareció públicamente desde el palco del Centro Internacional de Tenis Zayed Sports City de Abu Dabi, donde asistió al partido que disputaron Rafael Nadal y el británico Andy Murray en el Mubadala World Tennis Championship, una competición que patrocina Mubadala, el gran fondo soberano de Emiratos al que pertenece Cepsa.
El pasado febrero, con los rumores sobre su salud ocupando titulares, el emérito apareció en una fotografía junto al príncipe heredero de Abu Dabi y Khaldoon Khalifa Al Mubarak, principal ejecutivo de Mubadala. El magnate es propietario, además, de una larga lista de clubes de fútbol entre los que figura una participación de 44 por ciento en el Girona FC. La instantánea fue tomada en la que había sido su residencia en el emirato, una mansión ubicada en la isla Zaya Nurai, un exclusivo enclave a 15 minutos en barco de Abu Dabi.
A principios de este año el Gobierno reconoció que Juan Carlos I sigue contando con tres asistentes personales cuyo coste, tanto sueldos como viajes, es asumido por Patrimonio Nacional a petición de la Casa del Rey. Una fotografía difundida a finales de 2020 por Telecinco -en el que el ex jefe del Estado camina ayudado por dos escoltas en la turística isla de Yas- ha sido una de las escasas muestras de su presencia en Emiratos.
El roscón de reyes, otro año en Abu Dabi
Abu Dabi presume de haber logrado la receta perfecta de la discreción. Desde que aterrizara en la ciudad -que lidera la federación de siete emiratos que componen Emiratos Árabes Unidos-, el rey emérito ha conseguido mantenerse lejos de escena. Argumentó su salida de España como una "meditada decisión" y "ante la repercusión pública" que habían suscitado las informaciones sobre sus cuentas en paraísos fiscales. Quería, además, que su hijo pudiera cumplir con su función “desde la tranquilidad y el sosiego”. Desde entonces, ha residido en un palacio bajo la protección y la invitación del príncipe heredero de Abu Dabi y líder “de facto” de Emiratos Árabes Unidos, Mohamed bin Zayed al Nahyan.
El emérito celebró a su pesar el día de Reyes de 2020 con un roscón elaborado por una empresa española en Emiratos
El rey emérito se alojó durante los primeros días tras su llegada al país en un lujoso hotel próximo a la clínica Cleveland de Abu Dabi. Desde agosto de 2020, han sido contadas las ocasiones en las que se ha sabido del monarca. La vibrante comunidad española, con unos 15.000 compatriotas residiendo en la federación, también ha evitado involucrarse en un tema que despierta interés en España pero del que ni siquiera han tratado los medios emiratíes, controlados férreamente por las seis familias reales que componen la federación.
El emérito celebró a su pesar el día de Reyes de 2020 con un roscón elaborado por una empresa española en Emiratos. Hubiera querido pasar las navidades en España pero la presentación de una declaración para regularizar su situación con Hacienda frustró cualquier tentativa. Todo indica que este año volverá a repetirse la escena. Juan Carlos I tendrá que cumplir con la tradición del haba y la figurilla desde sus aposentos en Abu Dabi.
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