La andanada de Pablo Casado contra el jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, el pasado miércoles en la sesión de control al Gobierno ha puesto en evidencia, a decir de Moncloa y del PSOE, los "nervios" del líder de la oposición en su batalla interna con la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. No era la primera vez que Casado elevaba el tono, pero no tanto como esta semana, con exabrupto incluido.
El "¿qué coño tiene que pasar para que asuma alguna responsabilidad?", resonó entre las paredes del histórico Palacio de la Carrera de San Jerónimo y fue motivo de crítica por los partidos de la coalición y también por los que sostienen al Gobierno desde sus escaños. Bien es cierto que el presidente nacional del PP parafraseaba una expresión que lanzó el propio Sánchez en 2015 dirigida a Mariano Rajoy, el entonces presidente, pero no en sede parlamentaria.
"¿Qué coño tiene que pasar en este país para que Rajoy pise la Ribera del Ebro?", se preguntó el hoy inquilino de la Moncloa respecto a unas inundaciones casi idénticas a las que ha vivido el norte de España en los últimos días.
Ayuso "obliga a Casado a subir el tono de la crítica"
Moncloa entiende que la batalla interna que Casado libra con Díaz Ayuso "cree que le obliga a elevar el tono e insultar. Imitarla. Necesita demostrar que puede dar un perfil tan duro como ella porque siente amenazado su liderazgo", razona un alto dirigente de Ferraz. En otro momento el análisis hubiera pasado por la larga sombra de Vox, que también, pero el elemento novedoso es una guerra sin cuartel que el paso del tiempo "en lugar de mitigar, va elevándose".
En el Gabinete de Presidencia de Moncloa miran con atención cómo los sondeos a favor del PP van aflojando su intensidad. Pierde pie, muchas veces a favor de Santiago Abascal, que también se debe estar frotando las manos. A fin de cuentas, en caso de sumar PP y Vox, todo lo que sea debilidad de los populares afianza la posición de fuerza para los de Abascal.
Al discurso de Díaz Ayuso, calificado de "populista" y "trumpiano", se contrapone otro que, "lejos de optar por la moderación y el sentido de Estado, quiere ponerse a su nivel", según analizan fuentes gubernamentales. Otra cosa, se preguntan, "es que Casado sea capaz de mantener dos años esa tensión" si Pedro Sánchez cumple su empeño, mil veces repetido, de agotar la legislatura, de llegar a finales de 2023 sin convocar a los españoles a las urnas.
Moncloa duda que el líder del PP pueda mantener durante dos años ese nivel de tensión
Los argumentarios de Moncloa y PSOE pasan por recriminar al líder de la oposición este nuevo tono que viene para quedarse, avisan en Génova. Este viernes, durante la rueda de prensa que sigue a la reunión del Consejo de Ministros extraordinario, la ministra portavoz, Isabel Rodríguez, aprovechó una pregunta sobre las críticas de Casado al modelo de inmersión lingüística de la Generalitat para hacer una serie de consideraciones que llevaba muy preparadas.
"Estamos viendo a un señor Casado y a un PP -dijo la portavoz gubernamental- que no reconocerán ni sus propios votantes, pero al margen de eso me gustaría lanzar, en nombre del Gobierno, un llamamiento al sosiego, a la buena política, al entendimiento, a escucharnos, a atendernos porque eso es lo que nos demandan la inmensa mayoría de los españoles".
Y prosiguió: "Y aunque crea que todo vale en política y todo suma, no es así. La política de oposición que está llevando a cabo el señor Casado y el PP resta a España, a la calidad democrática, al prestigio de nuestras instituciones y no la podemos compartir. Hay muchas maneras de criticar a este Gobierno, pero creo que no representan a sus propios votantes".
Pocas horas antes, el propio Sánchez, en una declaración institucional para formalizar el relevo de Manuel Castells por Joan Subirats en el Ministerio de Universidades mandó un recado al líder popular. Hablaba de este último como ejemplo de «empatía, diálogo y respeto para dignificar la política con buena educación, serenidad y responsabilidad de cada uno de nosotros desde las distintas instituciones». Acaso olvidó por un momento que Subirats participó en el referéndum ilegal del 1-O, el mismo que llevó a la cárcel a sus promotores.
La estrategia del PSOE pasa por vender "gestión frente a la crispación"
Y ante el estado de "agitación e irritación" de Génova, dicen los socialistas, "nosotros no nos vamos a cansar de hacer gestión, mucha gestión". Ni la sexta ola ni las previsiones a la baja de las previsiones económicas de España que auguran todas las instituciones públicas y privadas, españolas e internacionales, les está haciendo cambiar el rumbo. Confían en que el tiempo corra en contra de las aspiraciones de Casado, incapaz de haber cortocircuitado una inopinada crisis que tiene mal arreglo. En el entorno de la todopoderosa presidenta autonómica se despachan a gusto. "Génova ha entrado en la locura total contra ella y eso solo conduce al desastre del PP", que es exactamente lo que quiere Moncloa.
Pero antes de que llegue el examen de Casado socialistas y populares se verán las caras, electoralmente hablando, en las andaluzas del año que viene y en las locales y autonómicas de mayo de 2023, que no se presentan muy halagüeñas para el partido que lidera el presidente del Gobierno, siempre y cuando el tsunami madrileño no se traslade al resto de los territorios.
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