Mientras Ciudadanos no ha conseguido fraguar en España, la corriente de centro y liberal vive un momento importante de influencia en Europa. El líder de La República en Marcha! (LREM!) Emmanuel Macron, desde el Palacio del Elíseo, se presenta como máximo defensor del proyecto europeísta; y se postula, según las encuestas, a repetir una legislatura más. Por su parte, los liberales belgas intervienen dentro de la amalgama gubernamental ‘Vivaldi’ que componen seis formaciones. El Partido Popular por la Libertad y la Democracia (VVD) del polémico Mark Rutte lidera el Ejecutivo de Países Bajos. Y, de igual manera, el Partido Democrático (PD) lo hace en Luxemburgo.
El último gran ejemplo de la relevancia del centrismo continental, es la incorporación del Partido Democrático Libre (FDP) de Alemania en la coalición semáforo. Los liberales liderados por Christian Lindner han asumido en el gobierno del socialdemócrata Olaf Scholz, entre otras, la cartera de Finanzas; uno de los ministerios más importantes del país y con más peso de cara a la gestión económica de la Unión Europea. Se vio durante el periodo de austeridad poscrisis.
El desplome de Ciudadanos no es el único caso español. Los naranjas han tenido predecesores ideológicos como Unión de Centro Democrático (UCD) de Adolfo Suárez y Landelino Lavilla, o, más recientemente, el partido fundado por la exsocialista Rosa Díez: Unión Progreso y Democracia (UPyD). Una incapacidad de afianzarse en territorio nacional como sí hacen el resto de homólogos del eurogrupo Renew Europe (Renovar Europa), que para los integrantes del propio movimiento tiene que ver más con las condiciones particulares de la política española que con un problema de planteamiento partidista.
El clima político
El 6 de diciembre de 2020, una jornada marcada por el cuadragésimo segundo aniversario de la Constitución, el líder de UPyD Cristiano Brown daba carpetazo al proyecto magenta inaugurado por Díez en 2007 para romper con la tradición bipartidista en España. El, por entonces, portavoz de la formación, fue el encargado de sepultar la primera gran apuesta centrista del siglo XXI en España, después de cinco años consecutivos de pérdida de afiliación y de representación municipal -la única que le quedaba- adherida, finalmente, a Ciudadanos. Previamente, durante el ciclo electoral de 2019, él y su partido decidieron sumarse a las listas con los de Albert Rivera, una decisión que les dio rédito en a las europeas con la elección de Maite Pagazaurtundúa como europarlamentaria.
Para Brown, que no se haya consolidado un partido moderado o centrado en nuestro país responde a tres aspectos. El primero, es la fortaleza del bipartidismo y la polarización intrínseca de nuestra joven democracia, que “perjudica que una formación pueda hacer políticas liberales en lo económico y progresistas en lo social”, como “ocurrió con UPyD”.
En un ambiente populista potente, es más difícil que un partido de centro triunfe"
Cristiano Brown, exlíder de UPyD
El segundo componente, y principal para el exportavoz magenta, es que esa fortaleza bipartidista “se ha visto reforzada por las corrientes populistas de Podemos o Vox”. “La política que practican en este momento, busca que la gente participe y se adscriba más a esa polarización”, lo que “penaliza a quien quiere implantar políticas de centro en España”, advierte Brown. Porque “mientras lo partidos moderados planifican” y establecen itinerarios a seguir para alcanzar objetivos, “los populismos sólo dicen lo que la gente quiere oír de inmediato, a sabiendas de que es mentira”. Eso, “en contextos de crisis como el que atravesamos, es un catalizador fenomenal” de desengaño.
En este sentido, indica, “si ya UPyD partía de un escenario difícil con un bipartidismo sólido”, ahora, con un potente ambiente populista, “es más difícil que un partido de centro triunfe”. Aunque las circunstancias sociopolíticas externas no lo son todo.
Brown también apela a los modelos de partidos políticos “inestables” que aparecen sucesivamente, con personalismos muy frágiles: “cuando el viento va a favor del proyecto, parece muy fuerte; pero al primer vendaval el barco se hunde”. Esa, dice, “es una desventaja” en España frente a otros grupos continentales “desarrollados durante años y con una base muy fuerte y firme” como puede ser el FPD alemán. Y eso, confiesa, le ha ocurrido a Ciudadanos, porque “la salida de Rivera no fue positiva, igual que la de Rosa Díez afectó a UPyD”.
De partido bisagra al sorpasso
El exlíder magenta también alude a errores internos, aunque en un segundo plano y dándole menor importancia en relación con el hundimiento de propuestas centristas. "Todo los partidos cometen errores" y acogen a "personas que miran por el interés personal y no por el común". Le ha pasado a Ciudadanos, dice, pero también a UPyD: "Intentamos bunkerizarnos en ese sentido, pero no lo conseguimos. Había muchas personas que si no veían un horizonte favorable, iban a machete contra el líder. Entonces, crear nuevos proyectos y que entre gente útil para hacer política de calidad es muy complicado".
"Ciudadanos parte de una debilidad brutal, y es que la mayoría de sus acuerdos son con el PP", entonces "no les permite hacer política ni tener un mensaje de centro". Por tanto, señala Brown, está abocado a reformarse o rendirse directamente al PP".
Unos populares a los que Rivera quiso superar con ecos de sorpasso, dejando de lado ese postulado de 'renovación de la política' y de actuación como partido bisagra que echa en falta el exportavoz de UPyD. La mirada a derecha e izquierda que, por ejemplo, permitió al liberal Christian Lindner pactar con los democristianos de Merkel o, ahora, con los socialdemócratas o verdes. Lo llevan haciendo desde los sesenta, y ese fue el primer planteamiento de Ciudadanos, que quedó en el tintero a principios de 2019 en favor de la desviación hacia la derecha.
La captación de un alto grado de voto de centroderecha procedente del PP, añadido al sangrado por la derecha producido por el despunte de Vox, planta a Ciudadanos en un escenario bastante cómodo a inicios del pasado ciclo electoral. Algo que lo materializan las urnas con la obtención de 57 escaños y el peor resultado de los de Pablo Casado en toda la historia del partido.
El FPD alemán pacta a derecha e izquierda desde los sesenta. Ese fue el primer planteamiento de Ciudadanos, que en 2019 quedó en el tintero
No obstante, y apelando a esa "polarización" que plantea Brown, la intencionalidad de pactar gobierno con Pedro Sánchez y el PSOE, le pasó factura con la repetición electoral del 10N. Eso marcó definitivamente a Ciudadanos, le restó credibilidad entre su principal base de apoyo expopular y lo condenó a la marginalidad que hoy arrastra.
Rivera pasó, en dos meses, de contemplar una vicepresidencia en La Moncloa a salir por la puerta de atrás de su partido. Y desde ahí, ese seísmo nacional, como fichas de dominó, le ha continuado la pérdida de bastiones como Cataluña y la coogobernanza en la Comunidad de Madrid, la Región de Murcia, Castilla y León y, previsiblemente, Andalucía a mediados del próximo año.
Sin tradición y a contracorriente
Al margen del momento populista en el que excusa Cristiano Brown la incapacidad de erigir una alternativa moderada, el politólogo y asesor de comunicación Eduardo Bayón pone de relieve dos elementos fundamentales que justifican ese estancamiento continuado de opciones como la UCD y el Centro Democrático y Social (CDS) de Suárez, UPyD y, actualmente, Ciudadanos.
Por un lado, Bayón señala los rescoldos socioculturales previos a la democracia: “hay una tradición muy marcada por la dictadura, donde el liberalismo clásico desapareció por completo, e, incluso, se persiguió en algunos casos”. Eso, salvaguardando las distancias, también ocurrió en el resto del mediterráneo. De ahí que ni en Portugal, Italia o Grecia despunte un partido liberal-progresista; cuyos potenciales votantes están repartidos en otras fuerzas.
La tradición liberal se perdió en la dictadura. A eso se añade un sistema electoral que devora la competencia de ajenos al bipartidismo"
Eduardo Bayón, politólogo y consultor
Por otro lado, al sistema electoral, que “está diseñado para que existan dos grandes partidos”. “Cuando ha habido otro relativamente importante”, advierte el politólogo, “ha acabado devorado por esa competición electoral”. En el caso de Ciudadanos, es muy claro: “apostarlo todo a competir con el PP y escorándote a la derecha”. Acaba predominando el original frente a la copia, “ya le pasó algo parecido al CDS dentro de otros márgenes”, recalca Bayón.
En añadido a estas dos peculiaridades, el consultor político señala la compaginación de la faceta liberal con el ferviente nacionalismo español en competencia con los nacionalismos periféricos, concretamente el catalán. “Eso le ha condicionado bastante”, apunta, aunque más allá de estos elementos, Ciudadanos comparte la esencia del resto de grupos centristas de la Unión; que, en definitiva, son partidos de cuadros.
Bayón ve “un horizonte muy negro” para Ciudadanos, porque “lo máximo a lo que podía aspirar tras la marcha de Rivera era a un 5-6%” del sufragio. Pero “tal y cómo se han desarrollado los acontecimientos y las decisiones erróneas que se han tomado, creo que el futuro pasa por la desaparición paulatina”. A día de hoy, y a diferencia de proyectos sonados en su momento como España Suma, inspirado en Navarra Suma (NA+), “el PP no tiene ningún incentivo en coaligarse con un partido en descomposición”, recalca.
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