Salvando las distancias, todos los pasos que ha dado Alfonso Fernández Mañueco en Castilla y León desde el pasado 20 de diciembre tienen un claro precedente en Isabel Díaz Ayuso. Ambos adelantaron elecciones por recelos respecto a presuntas operaciones internas para desbancarles de sus respectivos ejecutivos, y ambos asestaron sin mediar palabra un golpe mortal a sus socios de Ciudadanos con el objeto de absorber a todos sus votantes -y a algunos dirigentes en el caso de Madrid- rompiendo el acuerdo que alcanzaron en 2019, tras las generales en las que Albert Rivera a punto estuvo de superar a Pablo Casado en las urnas.
Además, las encuestas revelan también un claro paralelismo entre el caso de Mañueco y Ayuso. La presidenta madrileña sólo necesitó cuatro votos de Vox para ser investida, y los populares esperan que en Castilla y León el margen de influencia de los de Santiago Abascal no sea superior para cercenar su lista de exigencias. La última encuesta publicada por 'GAD3' para ABC y El Norte de Castilla avala la bonanza de un Mañueco que se sitúa en su horquilla más alta en 39 procuradores, a tan sólo dos de la mayoría absoluta, a la espera de cómo evolucione para el PP en los sondeos cuestiones como el ingente calendario judicial que tiene ante sí el barón popular o el impacto real de la 'España Vaciada' en su primera experiencia electoral.
Sea como sea, el PP se lanza a proyectar una campaña para Alfonso Fernández Mañueco muy similar a la que llevó a Isabel Díaz Ayuso a un éxito que también catapultó a Pablo Casado en la esfera nacional. Es la estrategia dominante en argumentarios internos y mentideros populares, la de un partido "volcado" en presentar el nuevo ciclo electoral que inaugura Castilla y León el 13 de febrero como una pelea a cara de perro contra el Ejecutivo de Pedro Sánchez, reduciendo al jefe de la oposición regional a un mero "esbirro del jefe", como denominan al socialista Luis Tudanca fuentes de la cúpula del PP. "En Castilla y León sólo se librará una batalla: o Sánchez, o libertad", añaden.
"Ayuso supo ofrecer desde una presidencia autonómica un modelo alternativo al Gobierno de Sánchez y dibujó un programa novedoso en el que prometía un modo de vida distinto a los madrileños", analiza un alto cargo popular, que apuesta por la intención de la dirección nacional de repetir en Castilla y León la campaña y la estrategia que sembró Ayuso y que catapultó al PP a su mejor resultado en años. Génova inauguró en el mes de mayo la tesis de la apertura de un "cambio de ciclo" político en España que, tras la previsible victoria en Castilla y León "es imparable". "Sánchez tiene los días contados hasta las próximas elecciones generales. Es un negacionista de la realidad a quien las urnas le dejarán donde corresponde, que es fuera de Moncloa", rezan los argumentarios internos.
En público, algunos portavoces del partido escenifican sin reparos la estrategia que desplegó Isabel Díaz Ayuso hace unos meses y que comenzará a cobrar vida de nuevo en 2022. "Los ciudadanos apostarán por la libertad y por Mañueco, y dirán un 'no' rotundo al sanchismo", manifestó por ejemplo el vicesecretario de Comunicación del PP, Pablo Montesinos, en una entrevista para TVE tras el nuevo terremoto electoral. Nadie en el partido se atreve a negar el tirón de la baronesa madrileña -que explotó aquello de "comunismo o libertad" como lema de su campaña- cuyo perfil no ha decrecido a pesar del tira y afloja que mantiene con el líder del partido, Pablo Casado, desde hace meses. Tampoco es ajeno a ese éxito el propio Fernández Mañueco, que antes de pulsar el botón de adelanto electoral se dejó ver en múltiples actos con la presidenta madrileña, desde la presentación del libro de Mariano Rajoy hasta los actos en el Congreso con motivo del Día de la Constitución.
Este proceso de 'ayusización' en la campaña en Castilla y León no estaría completo sin la transposición de otra de las banderas políticas de Ayuso: erigir el concepto de la 'libertad ciudadana' a su máximo exponente en el marco de la gestión de la pandemia y apostar por el equilibrio económico frente a las restricciones. Por si convocar elecciones en mitad de la explosión de contagios derivada de la sexta ola del virus fuese poco exponente de esta tendencia, el nuevo consejero de Sanidad del PP en Castilla y León, Alejandro Vázquez, -asumió el cargo tras el fulminante cese de su homóloga de Ciudadanos, Verónica Casado- trasladó a los medios un mensaje que a más de uno le resultó familiar: las medidas que se adopten deben mantener "el equilibrio entre la epidemiología y la economía" para que los castellanos y los leoneses "sigan siendo dueños de sus vidas", espetó.
Castilla y León fue una de las comunidades autónomas que más duramente actuó para frenar los contagios durante los peores momentos de la pandemia, con medidas que iban desde tempranos toques de queda hasta cierres perimetrales. De hecho, Mañueco llegó a confrontar públicamente con Ayuso por esta cuestión, cuando la madrileña 'traicionó' en octubre de 2020 el acuerdo 'a tres' que habían alcanzado con Emiliano García Page para cerrar las dos Castillas y Madrid y evitar así el tránsito de viajeros y la expansión del virus.
El discurso tras la convocatoria electoral ha cambiado sustancialmente, y frente a las recomendaciones del comité de expertos de la Junta -que abogaba por tomar medidas especialmente con la hostelería, desde limitar horarios de bares y restaurantes a restringir el consumo en barra- en el ejecutivo ya enteramente popular se descartan medidas más duras más allá de la fórmula que también defiende Ayuso en Madrid: extremar precaución, priorizar la vacunación y reforzar la Atención Primaria y los hospitales.
La oposición no es ajena a la nueva estrategia que proyecta el PP de cara al próximo ciclo electoral que, tras las autonómicas en Castilla y León en Andalucía, culminará con nuevas autonómicas y municipales y, por último las generales. El secretario general del PSOE en la región, Luis Tudanca, tildó a Alfonso Fernández Mañueco de "copia de saldo" de Isabel Díaz Ayuso y le acusó de reenfocar la gestión de la pandemia con un "interés electoral" que pasa por "no adoptar ninguna medida" con "los datos desbocados".
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