La presión ejercida por el PP para evitar que los empresarios pusiesen su firma en el acuerdo para afrontar una nueva reforma laboral quedó finalmente en nada. Hace seis días, y tras casi un año de negociaciones, la patronal y las organizaciones sindicales CCOO y UGT dieron su visto bueno a la propuesta del Gobierno que desde el principio lleva el sello del Ministerio de Trabajo que dirige Yolanda Díaz, de Unidas Podemos. Y aunque fuentes solventes de los populares señalan que la noticia no causó demasiada sorpresa, el partido que dirige Pablo Casado vuelve a revolverse contra Antonio Garamendi tras priorizar "una vez más" las aspiraciones de la coalición de PSOE y Podemos frente a los lazos históricos con el Partido Popular.
La relación entre el jefe de la oposición y el presidente de la CEOE se ha enfriado con el paso de los meses. Y ahora, con la reciente convalidación de la reforma laboral en el Consejo de Ministros, todo viso de acercamiento permanece congelado. Ambos líderes, según fuentes de la cúpula popular, mantienen en público y privado un "respeto mutuo", pero el PP promete hacer valer su postura frente a al proyecto de Yolanda Díaz, lleve o no la firma de la CEOE. "Con los indultos pasó lo mismo. Debemos permanecer firmes", sentencian, al tiempo que insisten en recalcar el "desacuerdo" existente en el seno de la CEOE ante la postura finalmente esgrimida por su presidente. Tan lejos permanece Pablo Casado de Antonio Garamendi que el primer partido de la oposición sopesa incluso llevar la contrarreforma laboral al Tribunal Constitucional si el Gobierno opta por la vía del real decreto y no la tramitación como proyecto de ley.
El malestar es creciente y, aunque evitan entrar a valorar los motivos que han llevado a la patronal a firmar la nueva legislación laboral del Gobierno, sí advierten que el Congreso es "soberano" respecto a la decisión final que echaría definitivamente por tierra la reforma aprobada por el PP en 2012. "El Parlamento está por encima del diálogo social", zanjan. Y allí es donde el PP marcará posición, radicalmente opuesta a la de Antonio Garamendi. No hay vuelta de hoja en este sentido pese a las reticencias de algunos miembros del Partido Popular. Pablo Casado dirá 'no' a la contrarreforma laboral.
Los recelos respecto al rechazo frontal del PP a la reforma planteada por PSOE y Podemos tienen como protagonista a Alberto Núñez Feijóo, que se erige como defensor de la tesis de que el proyecto del Gobierno no supone, de facto, una "derogación" de la reforma laboral del PP, sino simplemente "modificaciones en algunos párrafos", de modo que, según este sector y tal y como adelantó la Cadena Ser, no estaría de más valorar la abstención si la norma se tramita como proyecto de ley. Es precisamente la misma teoría que defienden los socios habituales del Gobierno, que lamentan que la propuesta impulsada por Yolanda Díaz "no deroga la del PP".
Con todo, los de Pablo Casado entienden que valorar siquiera la abstención implicaría tirarse piedras contra sí mismos enmendando el proyecto que el PP de Mariano Rajoy sacó adelante hace casi una década y que el actual líder popular promete defender con uñas y dientes. Sí reconocen en Génova, en línea con lo defendido por el barón gallego, que el proyecto de Sánchez es "humo" y, además, "contraproducente", pero "es compatible decir que es humo porque no hay derogación con no apoyar una contrarreforma para enjuagar los enredos de PSOE y Podemos", alegó el propio Pablo Casado este martes en rueda de prensa.
"El Partido Popular no está dentro de la agenda de intentar cuadrar a martillazos los compromisos de la agenda de Pedro Sánchez", añadió el jefe de la oposición, en relación de nuevo al acuerdo suscrito por la CEOE. "Sánchez no ha podido derogar la reforma del PP, porque si no la Unión Europea limitaría la recepción de fondos. ¿Por qué el PP tiene que convertirse en un partido apósito del PSOE?", cuestionaba Casado, enmendando la posición de Núñez Feijóo al respecto.
Casado y Garamendi, una paz que no llega
El líder del PP trató de poner paz en la brecha que abrió los indultos el pasado mes de octubre, cuando la reforma laboral era sólo un papel mojado y los populares necesitaban exhibir músculo frente a la gestión económica del Gobierno de Sánchez, convertido entonces en una "jaula de grillos" por los evidentes desencuentros respecto a la reforma laboral que encabezaba la titular de Unidas Podemos y con la que confrontaba la titular de Economía, Nadia Calviño. El acto que escogió Pablo Casado fue un desayuno informativo de Nueva Economía Fórum con Antonio Garamendi como protagonista, una cita a la que no acudió ningún miembro del Gobierno.
Fue el primer acto en que se pudo volver a ver juntos a los dos dirigentes tras el fuerte desencuentro ocurrido en verano, cuando el apoyo expreso de Garamendi a la concesión de los indultos orquestada por el Gobierno hizo saltar por los aires los puentes con el líder del PP. "Si las cosas se normalizan, bienvenidos sean", aseveró el presidente de la patronal.
Más problemas para Sánchez y Díaz
Pese a anunciarse la consecución del acuerdo a bombo y platillo, al Gobierno se le comienzan a acumular los problemas para convalidar el proyecto en el Congreso de los Diputados que, como bien dice Pablo Casado, tendrá la última palabra sobre un acuerdo que lleva prácticamente un año fraguándose y que en Unidas Podemos proyectan como la carta de presentación de Yolanda Díaz a las próximas generales. Ni ERC, ni PNV, ni Bildu están por la labor de aprobar una reforma laboral a la que le hacen falta muchas "modificaciones", mientras que Más País y Compromís han dejado también claras sus reticencias a apoyar el acuerdo.
Mientras el PSOE se abre a buscar el apoyo de Ciudadanos por la difícil aritmética parlamentaria -los naranjas advierten que también reformarían "algunos" puntos-, Sánchez se precipita hacia un juego de equilibrios mayúsculo, sabiendo que cuanto más se acerque a sus socios parlamentarios, más posibilidades hay de que la CEOE se borre finalmente del acuerdo. El 'sí' de Garamendi se consiguió en mitad de una ingente marejada interna, y el empresario vasco ya dejó claro que no aceptará que se reforme "ni una coma" para favorecer al 'bloque de investidura' en el Congreso.
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