España y el resto de Europa se adentra en un duro e interesante debate acerca de las energías renovables y verdes a corto plazo. Los países ven como el reloj juega en su contra por los tiempos marcados y durante la transición energética ha surgido la pregunta si otras tecnologías como la nuclear o la de ciclo combinado pueden ser de utilidad durante este período de quince años hasta que la UE sea una región completamente verde, energéticamente hablando. 

Mientras la Comisión Europea se prepara para el lanzamiento de la consulta a los países que conforman la UE, algunos de ellos ya han dicho claramente que rechazan la idea de que las nucleares sean consideradas verdes. Es el caso de España o de Alemania. “Independientemente de que puedan seguir acometiendo inversiones en una u otra, consideramos que no son energías verdes ni sostenibles”, decía la vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera. No obstante, la titular de la cartera energética aseguraba que dichas tecnologías son “importantes” dentro de la transición en la que se encuentra inmersa España.

Llegados a este punto toca conocer si este cambio podría afectar de alguna manera a los consumidores, que han visto cómo la factura de la luz se ha encarecido de forma histórica desde hace justo un año, coincidiendo con la borrasca Filomena. Las diversas fuentes del sector energético consultadas señalan que los españoles, al igual que el resto de europeos, no notarán en sus bolsillos dicho cambio.

“Es un cambio de taxonomía”, asegura Ignacio Araluce, presidente de Foro Nuclear. Es decir, que la nuclear y el ciclo combinado pasarían de calificarse de energía sucia por las limpias. Es decir, semántica pura y dura. “La taxonomía es importante para las empresas y su forma de acometer inversiones en las tecnologías que se pretenden cambiar”, recalca el directivo. Por tanto, el debate no repercutirá al consumidor final, pero sí lo hará a las empresas ya que encontrarían ciertos beneficios fiscales.

Así, desde Foro Nuclear señalan que el posible reconocimiento de la energía nuclear como la de ciclo combinado como energía verde podría suponer unos ahorros de costes a la hora de las inversiones obligatorias que tienen que hacer cada año las compañías dueñas de los emplazamientos.

“Si la Comisión Europea consigue, finalmente, el cambio de taxonomía, las compañías seguirán cuidando y actualizando las plantas de igual manera aunque con cierto ahorro, que se destinaría a las empresas renovables”, sentencia. "Los tipos de interés y los créditos son más baratos", puntualiza.

No obstante, y como la hoja de ruta está marcada, el hecho de que la nuclear pase a ser considerada como verde no se acometerían nuevas inversiones para prolongar la vida de las nucleares. "Las nucleares se cierran en 2035 por lo que no existe debate. No podemos invertir en nuevos emplazamientos porque abrir infraestructuras son tremendamente costosas", explican a este periódico fuentes del sector.

España tira de la nuclear

A pesar de que España se encamina al apagón en 2035, nuestro sistema eléctrico tiene una tremenda dependencia de dicha tecnología. Según datos de Red Eléctrica, casi el 20% de la generación pertenece a la nuclear.

Además, desde el sector eléctrico se incide en que es una “energía limpia”. ya que la nuclear no emite en su operación no emite CO2 ni otros productos de combustión. Este hecho es uno de los principales pilares sobre los que se apoya la Comisión Europea para calificarla como energía verde. Con todo, desde el sector eléctrico argumentan que, a pesar de ser “barata y no nociva para el medio ambiente”, las empresas “apuestan decididamente por las renovables”, ya que es “la base estratégica de las compañías para las próximas décadas”.