Un vídeo del Banco de España para celebrar el veinte aniversario del euro nos ha recordado que Letizia tuvo, hace muchos ya, una brillante carrera como periodista televisiva. Muchos aún se acordarán de haberla visto en el telediario, pero ya casi nadie recuerda que Letizia empezó por lo más bajo, con trabajos precarios o presentando informativos a horas intempestivas. También fue ella una de las comunicadoras que informó sobre el cambio y, sobre todo, explicó cómo iba a funcionar aquel invento de moneda única europea. “Es importante que recuerde esto: los precios no cambian, solo cambia la moneda”, recalcaba la Letizia periodista.
Cuesta creer que aquella chica acabaría poco después en el altar de la Almudena para casarse con el entonces príncipe de Asturias. Ni siquiera físicamente se parecen y la expresión también es diferente: la Letizia que presentaba los especiales del euro sonreía y tenía una mirada alegre. Era guapísima, con un rostro con mucha personalidad, capaz de transmitir mucho con un solo gesto. Letizia ahora tiene un rostro geométricamente perfecto, esculpido al milímetro, pero aunque sigue teniendo unos ojos preciosos, ahora muchas veces parecen tristes, serios y melancólicos. Distantes y precavidos.
En lo que sí que ha ganado, y mucho, es en aplomo. Letizia pasó de ser vivaracha y divertida, pero muy nerviosa e incluso impulsiva, a ganar confianza en sí misma. Hoy se nota que está mucho más asentada y está consiguiendo dominar el carácter. Desde luego, le debe haber costado lo suyo.
Nadie sabe ni seguramente sabrá lo que le habrá pasado por la cabeza a Letizia al ver el vídeo de cuando presentaba el euro. Tampoco sabemos lo que piensa de cumplir cincuenta años dentro de poco (lo hará el 15 de septiembre), pero desde luego es una cifra para hacer balance y escribir una lista de propósitos para los siguientes lustros. Letizia ha conseguido mucho en estos cincuenta años, de eso no hay duda, pero aún le quedan algunas asignaturas pendientes.
Empezar a delegar en Leonor
Dado que el abuelo Juan Carlos sigue haciendo de las suyas por Abu Dhabi y que nadie sabe exactamente qué va a hacer en los próximos meses (si vendrá o no vendrá o como vendrá si viene), la única vía que tiene la Casa Real para salir airosa es mirar hacia delante. Y eso significa comenzar a poner a Leonor en primera fila, aunque no haya cumplido aún los dieciocho años. En el último año, la princesa ya ha incrementado notablemente sus apariciones públicas, y en los meses siguientes, a pesar de seguir en Gales, le deberían programar algunos actos de gran repercusión.
Encontrar una causa y liderarla
Letizia se ha implicado en varias causas y no hay duda de que su implicación es sincera, pero en ninguna está ejerciendo un papel de líder. Va a actos (casi siempre seminarios) y lee discursos (algunos mejores que otros), pero no hay objetivos, no hay propuestas, no hay un plan de acción. Todo es genérico, vacuo y plagado de lugares comunes. Muchos actos son tan casposos y aburridos que lo único interesante es su ropa. Debería centrarse en algo y marcarse metas. Los ingleses, en esto (como en muchas cosas) nos llevan mucha ventaja. Kate Middleton, por ejemplo, está liderando un esfuerzo increíble para vencer los estigmas asociados a los problemas de salud mental: creó una plataforma (Heads Together) para juntar centenares de asociaciones y mejorar las sinergias entre ellas, ha hecho vídeos modernos, ha dado entrevistas y está consiguiendo cambiar los hábitos y los estereotipos de mucha gente. Letizia debería hacer algo parecido.
Ganar en cercanía
Que Letizia es una perfeccionista ya lo sabemos. Y también que es una gran currante y que no se presenta en un acto sin haberse estudiado de memoria hasta el más recóndito detalle. Sin embargo, esta necesidad de controlarlo todo a veces le juega muy malas pasadas. Está tan preocupada por demostrar que se sabe la lección que impone, crea barreras innecesarias y genera frialdad. Letizia siempre se olvida de que tiene que parecer natural y próxima. Muchas veces hemos insistido en que debería relajarse más en los actos y, sobre todo, sonreír más. Cuando sonríe se le ilumina la cara.
Más naturalidad
La obsesión de Letizia por borrar los signos de la edad —o cualquier pequeño defecto que desluzca su cuidadísimo rostro y cuerpo— la hace artificial. Debería aprender a dejar de lado tanto retoque.
Una comunicación más moderna
A veces parece mentira que Letizia fuera periodista. Con demasiada frecuencia sus discursos y sus vídeos resultan anticuados, somnolientos y con un redactado que parece un temario de oposición. Técnicamente, además, sus vídeos suelen ser malos, con un audio y una iluminación pésima.
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