Carles Puigdemont se ha convertido en el eje aglutinador y enganche electoral de JxCat desde que creó esa marca electoral en 2017 para no presentarse exclusivamente bajo las siglas del PDeCat. Pero el ex presidente fugado podría abandonar en breve la presidencia del partido, cuyas riendas gestiona Jordi Sánchez con considerable resistencia interna. Al menos, así lo reclaman sectores del Consell per la República (CxR), que el próximo febrero debe escoger a su presidente.

Dos miembros de la nueva Asamblea de Representantes han registrado una moción para que los miembros del futuro gobierno del CxR no tengan "cargos orgánicos" en los partidos. Una vía, entienden, para garantizar la "transversalidad" de la entidad en la que el independentismo más combativo confía para hacer realidad la secesión.

La presidenta de la Asamblea del CxR, la antisistema Ona Curto rechazaba este viernes que Puigdemont deba renunciar a la presidencia de JxCat. La también regidora por la CUP ha recordado que "el presidente de la Generalitat también milita en un partido" para argumentar que Puigdemont debe poder compaginar ambos cargos en declaraciones a Catalunya Ràdio.

Debate reincidente

Pero el debate no es nuevo. Está sobre la mesa desde hace al menos dos años, aseguran fuentes próximas al CxR. Y se hizo especialmente intenso en los meses previos a las elecciones autonómicas del 14F cuando Puigdemont relanzó el Consejo ante las reticencias de Esquerra y la CUP, que veían en este organismo un vehículo de propaganda de Junts.

A ese debate respondió, en su momento, la decisión de Clara Ponsatí, que anunció su renuncia a pertenecer al "gobierno interino" de la entidad. Ponsatí desveló que se había desligado de la entidad el pasado agosto, pero dejó claro que esa desvinculación venía de antes, de diciembre de 2020, cuando según las fuentes consultadas Puigdemont se planteaba su continuidad al frente de JxCat.

Su participación en la dirección del CxR "no contribuía a desligarlo de las lógicas electorales ni, más adelante, de las discusiones sobre la formación y la coalición del Govern de la Generalitat" explicó entonces. Ponsatí creía que debía iniciarse la fase de formalización del Consejo con las elecciones a la Asamblea y argumentaba: "Lamento que un instrumento que podría ser útil para reanudar la vía hacia la independencia y hacer efectivo el mandato del 1-O, opere supeditado a las dinámicas de la política y el Govern autonómicos".

El pasado septiembre, el ex president insistía en la necesidad de "fortalecer" el CxR con un mensaje que se leyó como la respuesta a la decisión de Pere Aragonés de retomar la Mesa de Diálogo con el Gobierno, con la exclusión de JxCat.

Elección en febrero

El próximo febrero en una fecha aún por consultar la Asamblea del CxR debe celebrar su primera sesión ordinaria, en la que se debatirá la moción presentada y podría votarse ya la elección del presidente de la entidad. Una elección en la que Puigdemont no tiene rivales.

Ona Curto ha dejado claro que nadie en la entidad tiene poder suficiente para frenar el acceso de Puigdemont a la presidencia en las condiciones que considere, y las fuentes consultadas dan poca viabilidad a una moción que encorsetaría excesivamente el funcionamiento futuro de la entidad, más allá del caso Puigdemont. Pero reconocen que el debate sobre el papel del ex president y la posibilidad de que compagine ambos cargos está en cuestión.

En su partido descartan cualquier cambio y aseguran que nadie se plantea que Puigdemont deje la presidencia de JxCat. Pero tanto desde Junts como desde el Consejo reconocen que, de producirse, la decisión será una opción personal de Puigdemont.

Las batalla en JxCat

En todo caso, admiten los junteros, la renuncia del líder independentista abriría una nueva etapa en el partido que él ha conformado a su medida. Jordi Sánchez ha ejercido el control sobre el partido con mano férrea desde que salió de prisión gracias a los indultos de Pedro Sánchez. Ungido por el propio Puigdemont, Sánchez cuenta sin embargo con importantes detractores en el seno de la formación, encabezados por la presidenta del Parlament, Laura Borràs, y la líder del partido en Barcelona, Elsa Artadi.

Una renuncia de Puigdemont reabriría la batalla por el poder en el partido en un momento muy delicado. A un año de las elecciones municipales, Jordi Sánchez está centrado en arrastrar a los alcaldes del PDeCat que no se sumaron a Junts cuando se produjo el cisma, para recuperar la representación territorial que en su día tuvo Convergencia. Un empeño en el que es fundamental seguir contando con Puigdemont como banderín de enganche electoral.

Se abriría, además, una auténtica guerra por la confección de las listas electorales, especialmente en las capitales catalanas. Desde 2017, Puigdemont ha confeccionado las candidaturas a placer, pero es difícil que Jordi Sánchez pueda ejercer el mismo control en las listas sin el paraguas del ex president.

Pendiente del escenario judicial europeo

Algunas fuentes descartan cambios, sin embargo, en los próximos meses. Puigdemont no abandonará el partido hasta que se aclare su situación judicial en Europa. Unos procesos en los que el ex president espera obtener victorias judiciales importantes.

"Si a Puigdemont le van muy bien" en el Tribunal de Justicia de la Unión Europea "podría dejar JxCat para lanzar un nuevo proyecto" con el que intentar de nuevo la unidad del independentismo. En otras palabras, una victoria frente al Tribunal Supremo en Europa volvería a situar a Puigdemont en el centro del debate político, mientras ERC se desgasta en su negociación con el Gobierno de Pedro Sánchez.

Pero esto no sucederá antes de un año, reconocen estas fuentes. Mientras, el CxR debe demostrar en los próximos meses su futuro como entidad, puesto que hasta ahora ha servido poco más que para vehicular apoyos económicos hacia Puigdemont.