Tomó el micrófono y contó cómo había sido “sacado a volandas” de un teatro por carecer de pasaporte Covid. “Y todo esto tiene la complicidad de todos los partidos, de la propia izquierda abertzale, de EH Bildu”, clamó Asier bajo una lluvia de aplausos y gritos de “valiente”. Sucedió hace una semana en Vitoria, en el transcurso de una manifestación, pero el reproche del joven está en boca de otros ex dirigentes y militantes de izquierdas del resto del país. Una corriente residual que, sin embargo, ha comenzado a organizarse bajo el rechazo a la vacunación contra el covid y “la dictadura sanitaria”.
“Siempre hemos tenido en nuestro imaginario la rebeldía de ciertos sectores de la izquierda, pero se han institucionalizado y hoy son parte de este sistema que nos enferma”, denunció Asier, convertido en cuestión de minutos en el héroe de los varios cientos de ciudadanos que se congregaron en la plaza de la Virgen Blanca de la capital alavesa.
Aquí ningún partido de izquierdas está diciendo nada. Al contrario, son los mayores integristas de la vacunación obligatoria
ÁNGELES MAESTRO, FUNDADORA DE IZQUIERDA UNIDA
“Aquí ningún partido de izquierdas está diciendo nada. Al contrario, son los mayores integristas de la vacunación obligatoria”, relata a El Independiente Ángeles Maestro, una histórica dirigente de Izquierda Unida. Fue una de las fundadoras de la coalición y ejerció de portavoz de Sanidad en el Congreso de los Diputados, donde permaneció entre 1989 y 2000.
“En la izquierda hay una dimisión de sus responsabilidades y no sé las razones. Quizás es por ignorancia, miedo o presiones”, agrega quien abandonó IU en 2004 y el Partido Comunista un año después. Hoy, tras su paso por Corriente Roja, es la principal dirigente de Red Roja, una organización sin representación que aboga por el reagrupamiento de los comunistas de “distintas tradiciones” para avanzar “en la comprensión profunda del marxismo”. [Fuentes de la dirección de Red Roja aseguran a este diario que Maestro abandonó la organización a finales de 2021 por "voluntad propia". Entre otras razones, "pesó precisamente la diferencia de criterio en la formación a propósito del tratamiento político de la pandemia"].
Una posición invisible en los sondeos
“Mi posición no tiene nada que ver con los antivacunas. Soy especialista en salud pública y medicina preventiva y sé perfectamente que las vacunas, sobre todo las infantiles, han sido muy importantes en la disminución de la mortalidad en todo el mundo”, replica la política, muy crítica, en cambio, con las desarrolladas contra el coronavirus. “Las vacunas infantiles han tenido ensayos clínicos de no menos de cuatro años. Las del covid solo han durado dos meses. Es absolutamente insólito”.
La demoscopia apenas detecta esta pulsión contraria a la vacuna en el espacio de la izquierda que se encuentra en las instituciones. Según el estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), hecho público a finales del pasado año, solo el 3,3 por ciento de los votantes de Unidas Podemos asegura no haberse inoculado el suero. El porcentaje es aún más bajo entre el electorado de Esquerra Republicana de Catalunya (1,4) e inexistente en EH Bildu, BNG, Más País o Compromís. El único reducto de escépticos parece hallarse en la CUP, ligada más a un espacio sin representación parlamentaria en el resto de España. El tamaño de las submuestras y el margen de error, más holgado, impiden una fotografía nítida.
La postura de no pocas personas de la izquierda es la de la desconfianza
BEATRIZ TALEGÓN
“Conozco a gentes de izquierdas, incluso algunos en el gobierno, que son muy reacios a lo que está sucediendo”, comenta a este diario Beatriz Talegón, afiliada al PSOE durante más de una década (2004-2015) y hoy ligada al independentismo catalán. Ocupó el tercer puesto en la lista de Junts per Catalunya al Parlamento europeo en 2019. “Te puedo garantizar que la postura de no pocas personas de la izquierda es la de la desconfianza y el reconocimiento de que esto de la pandemia no se está haciendo todo lo bien que se debería hacer”, arguye.
Talegón, muy activa en las redes sociales, aclara: “No soy antivacunas. Y de hecho, no conozco a nadie que se haya puesto más vacunas que yo en la vida”. Su decisión, alega, está motivada por “la prudencia”. “Como tengo ante cualquier medicamento. Las personas que tenemos algún tipo de alergia a componentes de los medicamentos vivimos sabiendo la importancia que tiene estar bien informados de los excipientes para evitar posible shock anafiláctico”, aduce.
Y denuncia: “Querer dirigir esto una y otra vez hacia cuestiones ideológicas y políticas es un error gravísimo y una manera de presionar a la población queriendo crear una opinión que no me parece correcta, puesto que es interesada de fondo. Cuando hablamos de derechos fundamentales, de salud, de información y de garantías no se puede hacer campaña partidista ni meter en sacos políticos a la gente”.
Existe, no obstante, una corriente de fondo en sectores vinculados a una izquierda alternativa, invisible en los sondeos de opinión, como reconoce Maestro. “Acabo de participar en unas jornadas en Cataluña sobre todos estos temas y eran gente en el ámbito entre las CUP y los comunes, para entendernos. Desde luego, de izquierdas”, detalla. Uno de los ensayos que se ha convertido en referencia para este espectro se titula “Covid-19. La respuesta autoritaria y la estrategia del miedo”, publicado por Ediciones El Salmón, una editorial alicantina que se declara “a contracorriente de los relatos oficiales sobre el progreso y el desarrollo tecnológico”.
Contra 'la estrategia del miedo'
“Me parece que se ha hecho una gestión fraudulenta de la pandemia desde el punto de vista científico”, opina José Loayssa, médico de familia navarro y coautor de una obra que cuestiona abiertamente las posturas y evidencias oficiales de la comunidad científica. “Son virus muy difíciles de abordar porque mutan. No se puede pensar que la vacunación va a ser más que una medida secundaria. Pivotar todo sobre la vacunación era un error”, insiste. “Tenía que haber sido siempre una medida complementaria y muy dirigida a la población en la que el riesgo es enorme”, indica este sanitario que reconoce no haberse inoculado el suero.
Tenemos una izquierda con cierta tentación estatista y autoritaria. Stalin murió en 1953, pero no sé si su sombra es larga
José Loayssa, médico de familia y EX MILITANTE DE PODEMOS
“Para el 90 o el 95 por ciento de la población, el covid-19 es un virus respiratorio más, una infección respiratoria aguda que no le causa gran repercusión. Con esas cifras, no se puede abordar una epidemia como se ha abordado”, agrega Loayssa, que una vez militó en Podemos. “Entré en Podemos al principio y a los tres años salí. Se convirtió todo en un aparato de poder. Pensaba que iba a ser más un movimiento ciudadano desde las bases”, alega quien considera que en esta pandemia “la izquierda ha sintonizado más con las medidas autoritarias de lo que era esperable de una tradición más ligada a las libertades”.
“Pero esto no es tan extraño”, matiza. “Tenemos una izquierda con cierta tentación estatista y autoritaria. Stalin murió en 1953, pero no sé si su sombra es larga”, opina. A juicio, la contestación a la vacunación ha sido más notoria “en las corrientes anarquistas”. “Han llevado la voz cantante frente a las corrientes ligadas con el marxismo leninismo, partidarias de las respuestas restrictivas e indiscriminadas”, añade.
Geográficamente, hasta la fecha, los movimientos más visibles han estado localizados en País Vasco y Cataluña, donde se han celebrado las manifestaciones más numerosas contra el pasaporte covid desde el ámbito de la izquierda. En tierras vascas, la Plataforma Bizitza -formada por más de una treintena de asociaciones- se halla detrás de la convocatoria reincidente de las marchas en distintas localidades de la comunidad bajo el lema “Stop pasaporte a la dictadura”, "Pasaporte apartheid" y “Askatasuna” (Libertad, en euskera). En el resto del territorio acaban de nacer iniciativas como La Intempestiva, que invita a "salirse del redil" y "lograr la inmunidad al rebaño".
Arengas contra farmacéuticas y medios
“El problema de los de los políticos ha sido que han pensado desde el principio que pasarse de rosca frente a una pandemia, aunque tuviera daños, era electoralmente más rentable que correr el riesgo de que se les dijera que no habían hecho lo suficiente”, denuncia Loayssa.
Se ha aplicado el miedo, la censura de posiciones diferentes y el soborno
ÁNGELES MAESTRO, FUNDADORA DE IZQUIERDA UNIDA
Como sucede en los sectores reacios a la vacuna a la derecha, en el lado opuesto también se señala a los medios de comunicación y la industria farmacéutica como culpables necesarios de la que han bautizado como “plandemia”. “Se ha aplicado el miedo, la censura de posiciones diferentes y el soborno”, resume Maestro, quien considera que el debate científico ha sido secuestrado.
“Los medios están controlados por los mismos fondos de inversión que son los propietarios de las grandes empresas farmacéuticas. Es un dato absolutamente clave para entender lo que está pasando”, dice quien una vez ocupó los más altos despachos en IU, diluida hoy en Unidas Podemos. “La industria farmacéutica controla todas las especialidades, como demuestran las denuncias por corrupción de médicos”, agrega. “Y estos no son ideas conspiranoicas ni de extrema derecha, sino cosas con un rigor científico respaldado que contradicen flagrantemente el discurso oficial”, concluye.
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