"El contenido de la reforma laboral no se toca, ni una coma", ese es, al menos, el espíritu con el que el Ministerio de la Presidencia aborda sus conversaciones con los grupos parlamentarios de la oposición para sacar adelante el acuerdo del Gobierno con los agentes sociales, sindicatos y CEOE. Las conversaciones del ministro Félix Bolaños prosiguen de manera discreta, pero a tenor de las manifestaciones de los socios habituales, esto es, PNV, ERC y EH-Bildu, parece poco menos que imposible se plieguen a respaldar un texto sin un solo cambio.
El equipo de Moncloa explica que el fruto de nueve meses de negociaciones es un texto "muy equilibrado y ajustado" que no se arriesgan a abrir ante la posibilidad de que se les vaya de las manos. De ahí la negativa total a tramitarlo como proyecto de ley. Eso permitiría a la oposición incorporar enmiendas, tal y como quieren los socios de investidura y recelan sindicatos y patronal.
Podemos no quiere apoyarse en Ciudadanos para sacar la reforma
Bolaños por el sector socialista del Gobierno y Yolanda Díaz por el morado, son los que están llevando el peso de la negociación aunque con unas premisas muy alejadas. En Unidas Podemos no quieren hablar de otros apoyos parlamentarios que no sean de las formaciones políticas que aprobaron la investidura y los Presupuestos Generales del Estado.
Interrogada ayer en la SER sobre si la reforma laboral es intocable, Díaz reveló que en los nueve meses de negociación con los agentes sociales "nosotros también hemos dialogado políticamente. Tuvimos reuniones de trabajo con los partidos que apoyan al bloque de investidura. Las de julio fueron públicas y también en el último mes del cierre de la reforma. No hemos descansado ni siquiera el día de Reyes, mi equipo y yo estamos trabajando con el grupo de la legislatura. Todas las formaciones tienen derecho a proyectar sus deseos y estoy convencida de que vamos a llegar a un acuerdo", de hecho hoy proseguirán los contactos, pero no quiso aclarar si está dispuesta a introducir cambios en el texto.
En cambio, para los socialistas todos los apoyos serían bien recibidos y Bolaños va a hablar con los distintos grupos parlamentarios, incluido el PP, que ya ha adelantado su "no rotundo".
O esta reforma laboral o la vuelta al modelo de Fátima Báñez. Ese es el dilema que plantea el ministro de Presidencia a sus interlocutores. Cree que la única vía de sus aliados de la izquierda es "sumarse" al acuerdo de los agentes sociales porque la alternativa no es otra que volver "al marco impuesto por el PP en 2012», dijo ayer en la rueda de prensa que siguió a la reunión del Consejo de Ministros.
Los argumentos de Bolaños, afianzan la posición del PP
Claro que este argumento, lejos de resultar disuasorio para el PP, le afianza en su negativa a convalidar el pacto, lo que ha generado alguna tensión interna en el primer partido de la oposición.
Hasta la FAES de José María Aznar se manifestó al respecto y si bien dice entender la posición de Pablo Casado, justifica el papel de Antonio Garamendi por haber conseguido "limitar el daño que las soflamas demagógicas del Gobierno y sus socios parecían anticipar con su insistencia en la “derogación íntegra” de la reforma laboral". Casado respondió ayer a Bolaños con un escueto "Exacto" cuando éste avisó que "votar en contra de la reforma laboral es votar a favor de la reforma laboral del PP de 2012".
El Ministerio de Trabajo y Yolanda Díaz apelan a la discreción "que tan buen resultado ha dado durante la negociación con los agentes sociales". Después de nueve meses peleando por este acuerdo "no tendría sentido ponerse de perfil en el trámite parlamentario", dicen fuentes del entorno de la vicepresidenta segunda. Se niegan a mirar hacia Ciudadanos, cuya disponibilidad al diálogo consideran un nuevo giro condenado a la melancolía, y recuerdan que el resto de la agenda legislativa deberán sacarla son los socios habituales y no con los naranjas.
Curiosamente, desde ERC aseguran que no ha habido ningún conato de interlocución y en Trabajo niegan la mayor, aunque eluden entrar en conflicto con los republicanos independentistas. "Si es así, va a ser que no", dicen en ERC sobre la posibilidad de que convaliden el decreto y recuerdan que van de la mano de EH-Bildu ene esta cuestión.
También el PNV está presentando batalla y dice sentirse hasta "chantajeado" por la reforma laboral. Acostumbrado a ser durante décadas el socio mimado de PSOE y PP, el cambio de aliados preferentes le ha dejado muy descolocado. Pero hay otras dinámicas que explican la reacción de estas tres fuerzas políticas, esto es, sus servidumbres con los sindicatos "hermanos".
Los sindicatos vascos ELA y LAB presionan a Bildu y PNV para rechazar en el Congreso de los Diputados el acuerdo que las organizaciones mayoritarias han rubricado con la CEOE. También los sindicatos independentistas catalanes temen perder poder si no prevalecen los convenios autonómicos sobre los estatales.
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