La reforma laboral se ha convertido en una china en el zapato para el Gobierno, que tiene que revalidarla antes del próximo 7 de febrero. "Hay tiempo para la negociación", dicen tanto en el Ejecutivo como los socios parlamentarios habituales, pero, hoy por hoy, las posiciones están muy enfrentadas y los primeros contactos no aparecen satisfacer a nadie.
Ni siquiera la cena que mantuvieron la noche del miércoles en Madrid el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, y la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, ha movido sustancialmente el tablero. Aunque Díaz es la "autora intelectual" de la reforma, para los republicanos independentistas no deja de representar "a la parte minoritaria" de la coalición. La intención de ERC es negociar este asunto "con los dos socios del Gobierno", lo que incluye al ministro de la Presidencia, Félix Bolaños.
El propio Aragonés explicó este jueves en "La hora de la 1" de TVE que veía "muy difícil" que ERC convalide el decreto ya que la exigencia de su partido pasaba por la derogación de las reformas laborales de 2010 y de 2012 frente a lo que ha calificado de modificación "de elementos parciales". En definitiva esta "reforma de la reforma es absolutamente insuficiente" Y del contenido de su cena con Díaz se limitó a decir que hablaron "de todo un poco, del contexto político".
En muy buena medida la exigencia de ERC de negociar también con Bolaños responde al temor de que la posición de PSOE y Unidas Podemos no sea unívoca, de modo que se negocie con Díaz un pacto que luego no refrende el sector socialista del Gobierno. A fin de cuentas, los aliados gubernamentales no ahorran en enfrentamientos, ahora con la cuestión de las macrogranjas y la posición del ministro de Consumo, Alberto Garzón, pero antes con la propia reforma laboral o la ley de vivienda.
ERC quiere garantías
Y esa desconfianza se traslada también a una posibilidad que se va abriendo camino para no tocar el texto pactado con los sindicatos y patronal, pero también, para no cerrar la puerta a algunas de las exigencias que ERC, EH-Bildu y PNV han puesto sobre la mesa, en muy buena medidas presionadas por los sindicatos nacionalistas e independentistas de Cataluña y País Vasco. Esa tercera vía pasaría por incorporar dichas peticiones en otras iniciativas, leyes o desarrollos reglamentarios.
Pero del mismo modo que ERC quiere acordar con los dos socios del Gobierno, advierte que cualquier vía intermedia debe "hacerse en paralelo" con la convalidación de la reforma laboral, subrayan fuentes soberanistas. No les vale un compromiso a futuro sino que necesitan de concreciones, plan de actuación y calendario. La posibilidad de una nueva mesa de diálogo social que acometa la vuelta a la indemnización por despido de 45 días por año trabajado, como han planteado UGT y Comisiones, es vista con escepticismo.
El PSOE se negó en redondo a incorporar esta cuestión en la negociación de la reforma laboral en buena parte por los compromisos con Europa, y la CEOE, por su parte, es absolutamente refractaria a la propuesta.
El PSOE se pregunta para qué se apuesta por el diálogo social y luego no se respeta el pacto
Precisamente los dos sindicatos mayoritarios están siendo muy activos a la hora de intentar sumar apoyos parlamentarios para la convalidación del decreto a su paso por el Congreso de los Diputados. Quizá por ello hayan propuesto la posibilidad de una nueva mesa que aborde el despido o los convenios autonómicos para allanar el camino. El negociador de ERC no será su portavoz en el Congreso, Gabriel Rufián, sino el diputado y sindicalista Jordi Salvador, el mismo que estuvo inmerso en una agria polémica tras acusarle Josep Borrell -ministro de Exteriores en 2018- de haberle escupido en el Hemiciclo.
El portavoz del PSOE, Felipe Sicilia, compareció ayer desde Vitoria con el único objetivo de insistir en la necesidad de que la reforma laboral pactada con los agentes sociales reciba el plácet del poder legislativo. "Apoyar esta reforma supone apoyar el acuerdo entre sindicatos y empresarios, apoyar al consenso y al diálogo social", dijo. Otra cosa "supondría mantener la reforma del PP, que recortó derechos a los trabajadores y ha supuesto contratos precarios y devaluación salarial".
Sicilia se preguntó "para qué le pedimos a sindicatos y empresarios que se sienten para llegar a un acuerdo, para qué tanto esfuerzo, si luego no se va a tener en cuenta".
Por el momento las posiciones están muy alejadas. El Gobierno se niega a tocar ni una coma de la reforma laboral y ERC, socio preferente del Ejecutivo de coalición, que en este tema va de la mano de EH-Bildu, mantiene su negativa a apoyar el texto en sus actuales términos. Tampoco se plantea la abstención si no se incorporan los cambios que exige en materia de convenios autonómicos, condiciones e indemnizaciones por despido y autorización de los EREs por parte de la Generalitat.
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