Las criptomonedas crecen cada año a pasos agigantados. Tanto es así que lo que las grandes potencias económicas y los bancos centrales veían cómo un juego de niños, desde hace poco menos de un lustro se han visto en la necesidad de poner límites a las divisas digitales y establecer límites para controlar su uso.
China, uno de los principales países donde se extraían las criptomonedas prohibió la minería de Bitcoin. Esto provocó que más de 50 compañías dedicadas a la minería de la moneda y de otras criptomonedas se vieran obligadas a abandonar el país, conocida como la capital minera del mundo, debido a su prominencia en la red Bitcoin. El país tiene alrededor del 66% de la tasa de hash global, subiendo desde el 60% en junio de 2019.
Todas estas empresas tuvieron que buscar acomodo en regiones cercanas a China para poder mantener toda la operativa y que los costes no se dispararan por el hecho de tener que mover sus equipos a otros lugares más lejanos. Así, Kazajistán se convirtió en una opción más que interesante para acudir, ya que también es otra de las potencias de minado y ya ocupa el 18% de extracción de todo el mundo.
Como se mencionaba anteriormente, Internet es indispensable para la posesión y la minería de Bitcoin y del resto de criptodivisas. Pero para poder estar conectado a la red, obviamente, se necesita energía. Además, para generar la cadena de transacciones se requiere de grandes equipos, que consumen una alta cantidad de electricidad. Un estudio de la Universidad de Cambridge estima que el Bitcoin consume aproximadamente 143 teravatios por hora (TWh) de electricidad al año, más que muchos países y alrededor del 0,65% del consumo mundial de electricidad.
Y aquí es donde Kazajistán ha tenido en vilo al mundo de las criptomonedas. Durante las últimas semanas se produjeron grandes revueltas sociales en contra del Gobierno del país, ya que los jóvenes que se han echado a la calle provocando graves disturbios entienden que falta democracia y, sobre todo, se quejaban de los altos precios de los combustibles que escalaban a precios históricos, una situación que también se da en España y en el resto de países europeos. Así, el Gobierno decidió cortar todas comunicaciones e Internet quedó fuera de cobertura.
Esto provocó que los mineros de Bitcoin, que buena parte se habían trasladado de China, se quedaran sin poder operar. Según Kevin Zhang, analista de la firma de criptodivisas Foundry, señala en un iforme que "ese corte de internet provocó que aproximadamente un 15% de los mineros quedaran sin conexión, porque precisamente esa es la cantidad que realizan esa actividad desde Kazajistán. Esta falta de minado provocó que la criptomoneda de referencia cayese hasta los 41.200 dólares.
¿Cómo se mina la criptomoneda?
La minería de criptomonedas es el proceso en el que los mineros utilizan la potencia informática (hash), para procesar transacciones y obtener recompensas, en este caso criptomonedas. Dicho de otra forma, es el proceso de agregar nuevos registros de transacciones como bloques a la cadena de bloques. O también, que es el proceso de registrar transacciones de blockchain, a cambio de una recompensa, entregada en el mismo tipo de criptomoneda que se está minando. Por ejemplo, si se mina Bitcoin la recompensa es en Bitcoin.
¿Y qué se necesita para poder minar? Básicamente se necesita un hardware muy potente, un ordenador casi especializado para acometer esta operación y una tarjeta gráfica de alto rendimiento. Así, el proceso de minado comienza al unirse a un servicio de criptos a través del propio hardware, que proporciona la suficiente potencia para poder acometer las operaciones y validar que las transacciones entre usuarios son válidas. Una vez hecha la validación de estas transacciones son agrupadas en bloques.
A vueltas con la regulación
Como se mencionaba anteriormente, la regulación de las criptomonedas está siendo uno de los temas a debatir por las grandes potencias económicas e instituciones económicas. A pesar de que el Bitcoin y el resto de criptos nacieron con el espíritu de operar al margen del actual sistema financiero, el apetito de inversores y de grandes compañías ha hecho que se replantee el funcionamiento de los activos.
Con todo, el Banco Central Europeo (BCE) no admite que a las criptomonedas se les tilde como monedas, sino como activos. Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo, dijo que todas las criptomonedas, en las que incluyó las stablecoins y los activos especulativos, «no son monedas en absoluto» y que, por tanto "deben ser regulados y supervisados por reguladores de activos". La reserva federal estadounidense las considera como una "amenaza potencial" para la estabilidad económica, algo que también sostiene el Fondo Monetario Internacional. En España, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) prepara una nueva regulación de las criptomonedas pero solo limitará a las campañas publicitarias.
Las criptomonedas, por tanto, continúan imparables en cuanto a cotización, pero aún tienen mucho camino por recorrer dado que los países recelan de ellas y un simple apagón de Internet puede poner en jaque su valor. Con todo, las revalorizaciones del Bitcoin o del Ethereum deja patente el apetito inversor. ¿Quién ganará la batalla?
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