Surgió hace ahora 19 años, en los prolegómenos de la invasión estadounidense de Irak. Y ha resucitado estos días, cuando la escalada en Ucrania, escenario del enésimo litigio entre Estados Unidos y Rusia, vuelve a hacer sonar los tambores de un conflicto que mantiene en vilo a Europa. El “No a la guerra”, con sus letras rojas ensangrentadas sobre fondo negro que acompañó las multitudinarias manifestaciones de 2003, tiene nombre y apellido. Lo creó la actriz Pilar Ordóñez, que no siempre compartió la difusión que alcanzó.

El icono, que la oposición adoptó con un Gobierno de José María Aznar en horas bajas de popularidad, nació con otro cometido. “Un grupo de mujeres que formábamos la plataforma de mujeres artistas contra la violencia de género decidimos ir a Bagdad y, como habíamos hecho en un viaje anterior a los campamentos de refugiados saharauis, creamos un logotipo para unificar nuestra presencia”, recuerda Ordóñez en conversación con El Independiente. “Yo no soy diseñadora, pero éramos cuatro las que nos movíamos y teníamos que hacer de todo. Yo me encargué del logotipo”, rememora.

La artista reconoce que “visualizó” pronto el que luego sería elevado a emblema del clamor ciudadano contra la intervención contra el régimen de Sadam Husein urdida por la administración Bush y a la que se sumaron con entusiasmo España y Reino Unido en el bautizado trío de las Azores, una instantánea protagonizada por Tony Blair, George Bush y Aznar. “Vi las letras rojas ensangrentadas. Estuve buscando en internet por si había una tipografía y la encontré. Probé con el fondo en blanco, pero no funcionaba. Tampoco en lila”, relata.

Un viaje a Bagdad

“Nos pareció una frivolidad que estuvieran con el tema de las camisetas, haciendo merchandising, y nosotras allí jugándonos la vida

PILAR ORDÓÑEZ

El viaje hacia la capital bagdadí terminó materializándose en febrero de 2003, semanas antes de que la operación estadounidense emprendiera su incursión. Un grupo de cantantes, escritoras y actrices se enroló en la misión. Entre ellas, figuraban Dulce Chacón, Pilar Bardem, Gemma Cuervo, Cristina del Valle o la propia Pilar Ordóñez. El fulgurante éxito del logotipo comenzó a fraguarse mientras la delegación permanecía en un Bagdad prebélico. “Nos pareció una frivolidad que estuvieran con el tema de las camisetas, haciendo merchandising, y nosotras allí jugándonos la vida”, comenta Ordóñez.

“Jamás pude pensar que aquello fuera a tener la repercusión que tuvo. A lo mejor si lo hubiese sabido, no lo habría hecho. No me sentó muy bien”, replica. “Recuerdo que Aznar hizo unas declaraciones que nos pusieron en un lugar en el que no queríamos estar y nos llamaron a cuenta como al embajador y tuvimos que dar un montón de explicaciones”. En Madrid, entretanto, el logotipo se había convertido en un fenómeno. “Al regresar me llamó otra actriz y me dijo que iban a registrar el logotipo en patentes y marcas. Yo le dije que no podía hacerlo y me obligaron a registrarlo”, evoca.

“Yo no sabía cómo se registraba. Pagué a una agencia y me costó una lana. No sirvió para nada porque se hizo un uso indebido. Todo el mundo colocó ahí su logotipo. Nosotras llevábamos lo del ‘No a la guerra’ con lo de la plataforma. Luego vino el PSOE y metió su logo y así todo el mundo”, lamenta la actriz, que protagoniza “Miss Tupper Sex”, un exitoso monólogo que desde finales de mes vuelve a las tablas del teatro Fígaro de Madrid.

"Jeta" y "un uso indebido"

“Unos amigos míos, Juan Diego Botto y Joaquin Oristrell, hicieron una película y salió el logotipo. Nadie me preguntó nunca nada ni me pidió permiso. Me pareció como de jeta por un lado y, por otro, un uso indebido de lo que nosotros queríamos haber hecho”, señala Ordóñez. “Es que el logo se vendía hasta en el top manta. Todo el mundo pagaba un montón de pasta por una cosa que yo había creado. Yo no me he llevado un duro y me costó pasta. Nuestra idea era parar la guerra. Yo no lo hice para eso ni con este fin. Pero dije: ‘si queréis hacerlo y lucrarse, pues hacedlo’”, agrega.

Entre quienes hicieron caja de aquel icono, la artista señala a la plataforma Cultura contra la Guerra, establecida entonces para denunciar la participación española en la invasión estadounidense que derrocó a Sadam, pero inauguró años de inestabilidad y una espiral de violencia sectaria que el país árabe no ha dejado aún atrás. “Me enfadé mucho con ellos. Era un ente abstracto, porque éramos todos. Yo también pertenecía. Se creó antes de que nos fuéramos a Bagdad. El problema, de eso sí que me arrepiento, es haber pasado el logotipo a los Goya”.

El logo se vendía hasta en el top manta. Todo el mundo pagaba un montón de pasta por una cosa que yo había creado

PILAR ORDÓÑEZ

“En la última reunión previa a los Goya me pidieron el logo porque nos lo habían visto y les había molado. Pasé una plantilla donde estaban todos los logos, en vertical o horizontal. Me pareció muy bien que sirviera de altavoz y que Fernando León de Aranoa o Javier Bardem lo sacaran, pero no me hizo gracia lo que se generó después”, comenta. “En la televisión se llegó a ver cómo los de Cultura contra la Guerra echaron mano de voluntarios para hacer más pegatinas. Con todo ese dinero que se generó, no sé muy bien en qué lo gastaron. Supongo que en las acciones, pero en nuestra plataforma nuestras acciones las pagábamos nosotras de nuestro bolsillo, desde el viaje a Bagdad hasta el avión que fletamos para el Sáhara”.

Una nueva vida, al calor de Ucrania

Aquel eslogan, que muchos empuñaron como una bandera que desfiló por las calles de las ciudades españolas, conoce ahora una nueva existencia, al calor de Ucrania. Las advertencias de EEUU de responder militarmente a una hipotética invasión del país por Rusia y las maniobras de la OTAN, en las que interviene España, han elevado el peligro de una contienda en un extremo de Europa. Las hostilidades han abierto, además, una grieta en el Gobierno de coalición, con un Podemos que ha desempolvado el “No a la Guerra”. El icono que pergeñó Ordóñez circula desde hace días en perfiles oficiales de Izquierda Unida, círculos de Podemos y Anticapitalistas.

Uso del logotipo por Anticapitalista para oponerse al conflicto de Ucrania.

Prefiero que lo utilice Podemos a que lo haga el PP

PILAR ORDÓÑEZ

La autora del icono confirma a este diario que nadie le ha pedido permiso para su uso. Apostilla que ha tenido otras vidas, siempre vinculado a otros conflictos que han estallado después de Irak. “En general, en la vida no me parece bien que alguien utilice una cosa que se ha hecho para otra cosa. Pero, como entiendo que estoy viviendo en este mundo y que esto es así, entonces prefiero que lo utilice Podemos a que lo haga el PP”, responde. “Tampoco tengo ya la patente del logo porque años después, Patentes estableció que como es un nombre solamente no se puede porque es igual que decir ‘me voy a clase de pilates’. Yo para entonces solo quería que me dejaran en paz”, indica.

“Es que empezaron a enviarme cartas de Patentes que me volvían loca. Era una puta pesadilla. Me avisaban de que alguien quería registrar el ‘No a la guerra’ para unos zapatos o para bolsos. No se puede registrar una cosa para absolutamente todo y yo no tenía ninguna intención de soltar más dinero”, rememora. Ahora, Ordóñez apuesta por “que hagan lo que quieran”. “Sobre todo porque todo es mediático y todo se hace para epatar y para que los demás se den cuenta de lo que eres, de lo que haces y yo estoy en contra de todo eso. Me da igual el partido que sea.  En su momento no me sentó bien que los partidos se colgaran esa medalla cuando era una medalla que no era de ellos ni de nadie”.

Siempre tuve claro que el ‘No a la guerra’ es el ‘no’ a cualquier guerra

PILAR ORDÓÑEZ

En la última semana la resurrección del logo por formaciones situadas a la izquierda del PSOE -firmantes de un comunicado que rechazan “la agresión bélica a un Estado soberano” y rechaza el ingreso del país en la OTAN- ha estado acompañado de ligeras modificaciones. Hay quien ha incluido un “otra vez no a la guerra” o “vuestras guerras, nuestros muertos”. En el caso de Anticapitalistas, el “No a la guerra” lleva el emblema del grupo bajo el epígrafe de “gastos militares para escuelas y hospitales”.

Sobre Ucrania, la actriz confiesa “no tener una posición clara” pero no duda en que la plataforma, hoy en “stand by”, volvería a ir allá donde hiciera falta. “Lo que sí que te puedo decir es que yo personalmente, como actriz y artista, estoy absolutamente en contra de la violencia de cualquiera de las guerras. Creo que las guerras se generan, porque quienes hacen las leyes son los hombres. Las mujeres tenemos hijos y damos vida. Es muy difícil que generemos quitar la vida. Hay muchas maneras de solucionar los conflictos, pero desde luego la guerra nunca es uno de ellos. Siempre tuve claro que el ‘No a la guerra’ es el ‘no’ a cualquier guerra”.