Cuando él nació, el PP ya gobernaba en Castilla y León. Juan García-Gallardo Frings (Burgos, 1991) ha entrado en la política por la puerta grande. Tiene 30 años y no cuenta con experiencia en la vida pública, pero sí una dilatada trayectoria como abogado y orador que despertó el interés de Santiago Abascal. Aficionado a la equitación y a los toros, el burgalés tiene ante sí el reto de liderar a Vox en un momento clave: el partido tiene la oportunidad de asumir su primera cuota de poder en un Gobierno autonómico.
Saben que serán decisivos, sobre todo si finalmente se cumplen sus presagios y Mañueco no logra remontar unas encuestas a la baja. Saben que serán decisivos. Y como subraya Frings en esta entrevista, no habrá cheque en blanco.
Pregunta.- Hace menos de dos años que se afilió a Vox y hoy es ya candidato del partido a una presidencia autonómica. ¿Cómo le encontró Santiago Abascal?
Respuesta.- Desde el momento en que me afilié, me puse a disposición del partido. Soy un joven de Burgos, de 30 años, con experiencia en derecho y ya me había movido algo por la política. Me dieron una beca en junio del año pasado para irme a un think tank a Washington, por mi buen desempeño en el título de Liderazgo y Compromiso del CEU. Esa beca tendría que disfrutarla en verano de 2022 algo que previsiblemente no podré hacer por motivos obvios. Mi experiencia ya la conocía el partido. La convocatoria electoral se precipitó, y la dirección me llamó para comprobar mi disponibilidad de cara a aceptar una candidatura. Hicimos varias entrevistas. La primera fue más técnica y política. Y en la segunda y definitiva me vi con Santiago en Amurrio, su pueblo natal. Fue una entrevista más personal, en la que pudimos conocernos mejor y hablar un poco de todo. Ahí decidió que propondría mi candidatura al Comité Ejecutivo Nacional de Vox, que avaló esa decisión.
P.- ¿Abascal tenía claro que usted sería el candidato antes de que Mañueco disolviese las Cortes?
R.- No, no. Las entrevistas con Santiago se celebraron el 23 y el 30 de diciembre. Pero me consta que era un secreto a voces que Pablo Casado, a través de su súbdito en la Junta de Castilla y León, quería convocar elecciones para tratar de instrumentalizar un eventual éxito electoral y afianzar su liderazgo frente a Isabel Díaz Ayuso en el partido. Vox estaba sobre aviso.
P.- ¿No cree que hubiese entonces riesgo de moción contra el PP?
R.- Yo escuché a Mañueco decir que tenía un Gobierno sólido un día, y al siguiente que existía una emergencia política que le obligaba a convocar. Pilló a todo el mundo con el pie cambiado, alegando una falsa amenaza de moción de censura que era imposible que se materializara hasta marzo de 2022. En mi opinión todo estaba perfectamente calculado. Utilizaron unas elecciones como instrumento para tratar de reflotar el liderazgo de Pablo Casado.
P.- ¿Qué tal se ha tomado su entorno ese salto a la primera línea política?
R.- La verdad es que les sorprendió. Sabían que estaba afiliado, pero tenía un buen trabajo y una vida personal plena y muchos no se esperaban que me metiera en este jardín y asumiera este sacrificio personal y profesional. Pero todos hemos entendido que el reto histórico ante el que nos encontramos merece la pena.
He recibido críticas absolutamente descarnadas y furibundas
P.- ¿Le sorprenden las críticas?
R.- He recibido críticas de todo tipo. En mi entorno el apoyo ha sido total, pero el resto de partidos políticos y algunos medios de comunicación ha pronunciado críticas absolutamente descarnadas. Hubo un candidato, de cuyo nombre no me acuerdo, que me juzgo por mi aspecto físico comparándome incluso con un mafioso de una serie americana. Se me ha criticado hasta por practicar la equitación. Han sido unas críticas absolutamente furibundas, lo que también revela que el programa de Vox es fuerte y es ganador.
P.- ¿Exigirán al PP una cuota de poder en Castilla y León si necesitan su apoyo para gobernar?
R.- Nos presentamos a las elecciones para ganar y para gobernar. El partido tiene decidido que estas elecciones serán un punto de inflexión para entrar en el Gobierno y aplicar las políticas de Vox. Pero tenemos que ejercer esa posición con responsabilidad y ver el resultado final. Nuestra prioridad no es tener unos cargos, o vicepresidencias, o consejerías. La prioridad es el programa.
P.- Es decir, que en función de la aritmética decidirán las condiciones que le ponen a Mañueco.
R.- Siempre parece que Vox sale a ser llave o muleta del PP, pero nosotros no les hemos pedido permiso para presentarnos a estas elecciones. El tiempo dirá y los votantes nos pondrán a cada uno en nuestro lugar. Quizá sea el PP el que tenga que pedirnos a nosotros ayuda.
P.- Pablo Casado mantiene que el PP obtendrá una mayoría suficiente como para no tener que depender de ustedes.
R.- Ese concepto de mayoría suficiente simplemente no existe. O hay mayoría absoluta o no hay mayoría suficiente. Si Mañueco necesita los votos de Vox, no vamos a dar un cheque en blanco. O se aplican las políticas de Vox, o no va a haber un Gobierno del PP en Castilla y León.
El partido tiene decidido que el 13-F será un punto de inflexión para entrar en el Gobierno y aplicar las políticas de Vox
P.- ¿Se ve como vicepresidente?
R.- Yo me veo como presidente. No me presento a estas elecciones para ser el segundo de nadie. Pero si luego el resultado electoral sugiere que lo razonable sea un Gobierno de coalición, el tiempo dirá.
P.- ¿Cree que hay una parte del PP que preferiría buscar antes un acuerdo con el PSOE que pactar con ustedes?
R.- No es que lo crea, e que muchos dirigentes del PP han sugerido en público que su socio natural es el PSOE. El PP tiene un problema de identidad. Hay múltiples corrientes. Incluso en la Comunidad de Madrid hay dos, el de Almeida y el de Ayuso, pero también está la de Cayetana Álvarez de Toledo, la de Alberto Núñez Feijóo... .
P.- ¿Con cuál se identifica más?
R.- Yo sólo me veo reflejado en Vox, una corriente alternativa patriótica y social que no ha venido precisamente para recuperar esas supuestas viejas esencias del PP. Muchas veces se habla del PP de Aznar como algo a recuperar, y la gente olvida fácilmente cuestiones como el vergonzoso Pacto del Majestic. Vox no es el antiguo PP.
P.- ¿Considera que el PP les teme?
R.- Nos consta que Pablo Casado está muy nervioso. Por eso recurren sistemáticamente a la mentira y a la descalificación contra Vox.
P.- ¿Y ustedes no temen que Mañueco fuerce una repetición electoral alegando un "bloqueo" de Vox a una investidura?
R.- Ese tipo de declaraciones nos generan estupefacción. No hay derecho a que unas elecciones que cuestan una millonada tengan que repetirse hasta que se produzca un eventual éxito del PP. Les invitamos a que vuelvan a la responsabilidad y acepten el resultado de las elecciones. Y si no consiguen mayoría absoluta, tendrán que entenderse con quienes consideren que tienen más cosas en común.
P.- Las últimas experiencias electorales nos dicen que, en algunos casos, las elecciones no las ganan una siglas, sino un candidato, un nombre. Y la suya es una cara completamente nueva en política. ¿Cree que es un factor que les pueda perjudicar?
R.- Más que para mí pueda ser un problema el desconocimiento de mi persona, creo que es una ventaja para Vox que los ciudadanos de Castilla y León conozcan perfectamente a Alfonso Fernández Mañueco o Luis Tudanca. Conocen sus promesas incumplidas, sus traiciones. Es política inútil. Pero bueno, yo estoy haciendo un sobreesfuerzo con entrevistas, mítines, actos, visitas... Asumo esta reto de darme a conocer con la máxima ilusión.
El PP tiene un problema de identidad
P.- ¿Qué puntos destacaría de su programa?
R.- Nos presentamos con tres ejes fundamentales. El primero es combatir el invierno demográfico haciendo una apuesta decidida por la natalidad, algo que hasta ahora no se había hecho. Vamos a dar ayudas directas e incentivos fiscales progresivos en función del número de hijos, y añadiremos una perspectiva de familia a toda la hoja de ruta programática. Por otro lado, defenderemos sin reservas y sin medias tintas los intereses del sector primario y reduciremos todos los impuestos que dependan de la comunidad autónoma.
P.- ¿Cómo puede entenderse que un partido que no cree en la España de las autonomías aspire a presidir una de ellas?
R.- Y aspiramos a derogar el Estado de las autonomías, que ha creado ciudadanos de primera y de segunda división. Pero mientras no consigamos reformar la Constitución, para la que se necesitan mayorías reforzadas, seguiremos buscando fórmulas que nos permitan aplicar nuestro programa, en el ámbito de la industria, la agricultura, la familia o la vivienda.
P.- Cuando se oficializó su candidatura, salieron a la luz algunos tuits suyos con alusiones despectivas contra algunos colectivos. Defendió que se trataba de mensajes irónicos escritos hace años, pero en ellos cuestionaba, por ejemplo, que las mujeres exijan "igualdad de trato" cuando "lo que quieren es seguir siendo tratadas igual de bien que hasta ahora". ¿Qué piensa ahora del feminismo?
R.- Creo que el feminismo actual es un feminismo radical que defiende la desigualdad de trato. No necesitamos a una Irene Montero que nos diga cuál es la única forma buena de ser mujer ni que nos hable de cuestiones bochornosas como que nos dan miedo las tetas. Lo que defendemos es que cada mujer, en libertad, decida cuál es su forma de ser ella misma sin que se las colectivice.
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