Podemos y particularmente la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo son muy conscientes de que han fracasado estrepitosamente en su esfuerzo por “derogar radicalmente” la reforma laboral aprobada por el gobierno de Mariano Rajoy.
Y no sólo lo son porque únicamente han podido conseguir ciertos cambios en la legislación pero que dejan prácticamente indemne el decreto de 2012. También son muy conscientes de que han fracasado porque, si no llega a ser por el error cometido por un diputado del PP, que votó en sentido contrario a su verdadero propósito, la reforma laboral pactada con empresarios y sindicatos a la que no se podía “tocar una coma” s0 pena de que el empresariado se bajara de ese tren, si no llega a ser por ese error, todo se habría perdido porque el decreto ley habría salido derrotado de la Cámara.
Les ha salvado el azar y la torpeza de un único diputado. Y eso es una derrota en toda la línea
Les ha salvado el azar y la torpeza de un único diputado. Y eso es una derrota en toda la línea. Podrán ahora decir lo que quieran y vendernos el "éxito histórico" de semejante logro. Pero la herida la llevan abierta tanto el PSOE, como Podemos, como Yolanda Díaz.
Por eso dice ahora Pablo Iglesias que no se puede cambiar de socios a mitad de la carrera. Pero olvida deliberadamente que fueron esos socios los que no quisieron aceptar de ninguna manera las condiciones del pacto alcanzado. Y olvida también, porque no soporta aceptar esa realidad, que si no es por la ayuda de Ciudadanos el trabajo de la ministra de Trabajo no habría tenido ninguna posibilidad de salir adelante.
Claro, que es lo que en realidad deseaban todos ellos, que el centro derecha quedara totalmente excluido de la ecuación, para lo cual hubiera sido necesario pactar con los socios de siempre una reforma laboral distinta y mucho más radical que la que ahora ha sobrevivido de milagro.
Porque ni a Podemos ni a ERC ni a Bildu -sí al PNV- les importa nada que Bruselas dé la bendición al acuerdo. Lo que les importa es aprobar una legislación que satisfaga sus principios ideológicos.
Y eso es lo que a partir de ahora va a intentar conseguir la parte morada de este Gobierno. Les harán la rosca a los republicanos catalanes y a los proetarras de Bildu para volver a situar el barco en la coordenadas que unos y otros comparten.
De modo que vamos a asistir a más de una batalla campal en la que van a participar los socios de Podemos apoyados desde dentro del Gobierno por los del partido morado, y el sector socialista del Ejecutivo.
La primera de esas confrontaciones, que tiene mucho de batalla por la imagen ante los electores, es esa Proposición No de Ley sobre la reforma fiscal que los de Podemos van a presentar la semana que viene para la que van a buscar el apoyo de sus socios de siempre y en cuya defensa van a combatir a sangre y fuego para que se vea que no se han rendido.
No quieren esperar, no están dispuestos a hacerlo, a que esté listo el informe del Comité de Expertos constituido a instancias del Gobierno que se supone que va a tener terminado su trabajo a finales de febrero. Tienen mucha prisa porque lo de la reforma laboral se les ha ido de las manos y necesitan algún golpe de efecto para galvanizar a los suyos.
Para eso precisamente se trajeron ayer al más izquierdista del ala izquierda del partido laborista británico, Jeremy Corbyn, el modelo perfecto de las propuestas que sólo un insensato puede secundar en medio de una crisis como la que estamos viviendo, un líder que llevó a su partido en las elecciones generales de 2019 a un desastre total perdiendo la friolera de 60 diputados y que después de presentar su dimisión fue también expulsado del partido laborista acusado de antisemitismo militante.
Tienen mucha prisa porque lo de la reforma laboral se les ha ido de las manos y necesitan algún golpe de efecto para galvanizar a los suyos
Este es el personaje que los de Podemos se han traído a España para que les acompañara ayer en la presentación de su propuesta de reforma fiscal. Es decir, van al choque con el Gobierno en este punto y seguramente en otros que iremos viendo según avanzan los días.
Esa misma prisa y ese mismo talante es el que exhibe ahora la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz a propósito de la subida del salario mínimo. Se dispone a aprobarlo de inmediato, con el acuerdo de la CEOE o sin él.
Ya no puede detenerse a conversar ni a negociar más que con los sindicatos que, como es natural, están muy de acuerdo en llegar a algo más de mil euros al mes por 14 pagas. Bien es verdad que la ley no le obliga a ello pero eso del consenso entre sindicatos y empresarios que recomendaba vivamente Bruselas para mandar el dinero de los fondos europeos no le compensa el esfuerzo. Total, para lo que le ha servido...
Cuarenta y ocho horas ha dado Díaz a los empresarios para que digan lo que quieran porque esa subida se va a hacer de todos modos. Antonio Garamendi, presidente de la CEOE ha sugerido que quizá -sólo quizá ¿eh?- sea un poco prematura la subida porque muchas empresas pequeñas aún no se han recuperado de la crisis padecida por los efectos de la pandemia.
Le va a dar igual. En unos días la subida del SMI será un hecho con o sin el acuerdo de los empresarios. A partir de ahora hay que ir a por todas, caiga quien caiga, y si caen unos cuantos planteamientos de la parte socialsta del Gobierno, mejor que mejor.
Eso que se llevarán al cuerpo los de Podemos con Jeremy Corbyn haciendo los coros. Hay prisa, no hay tiempo que perder.
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