El PP ha perdido 55.000 votos y Vox ha ganado casi 137.000. Esa es la foto finish que Génova se ha propuesto tapar con el hundimiento de la izquierda en Castilla y León, con el PSOE en horas bajas y Podemos asomándose al abismo. La realidad es que Alfonso Fernández Mañueco ha ganado las elecciones este 13-F, pero por la mínima. El PP suma sólo dos procuradores más que en 2019 y se queda en los 31 escaños, muy lejos de las expectativas iniciales de Génova que situaban al partido al borde la mayoría absoluta (41) en la tierra natal de Pablo Casado. Los populares han salvado los muebles en Castilla y León, pero la aritmética les aboca a un escenario que, precisamente, querían rehuir con este adelanto electoral: depender de Vox.
Santiago Abascal y su candidato novel, Juan García-Gallardo, se convirtieron en los ganadores indiscutibles de la noche. Con la sobrevenida convocatoria en Castilla y León, el PP pretendía ampliar el modelo de Isabel Díaz Ayuso en Madrid al resto de sus territorios, frenando el crecimiento de Vox y limitando su influencia a pactos puntuales y externos. Pero no ha sido así.
El partido 'verde' se ha disparado de uno a 13 procuradores en Castilla y León, convirtiéndose en llave para la gobernabilidad del barón popular. Y Vox no ha tardado en poner las cartas boca arriba. "Tenemos el derecho y el deber de formar Gobierno en Castilla y León", manifestaba este domingo un Santiago Abascal pletórico desde León. "Qué cara de vicepresidente se le está poniendo a Juan García-Gallardo", añadía, dejando claras las intenciones del partido de cara a una inminente ronda de negociaciones.
En el PP, sin embargo, el silencio es absoluto. Ni Alfonso Fernández Mañueco ni Teodoro García Egea mencionaron en sendas intervenciones este domingo el nombre del partido dirigido por Santiago Abascal. Ambos se limitaron a aseverar que el barón popular, como ganador de las elecciones, iniciará en los próximos días un "diálogo" con "todas" las fuerzas, empezando por aquellas que han obtenido más representantes en las Cortes. Los populares dejaban entrever su intención de tantear primero una casi imposible abstención de los socialistas antes de hablar con sus socios naturales, a los que el PP ha atado su destino tras fulminar a Ciudadanos. Los naranjas han firmado su acta de defunción, y sólo lograron salvar el escaño por Valladolid que representa su cabeza de lista, Francisco Igea.
El secretario general del partido evitaba desvelar si cederán o no a la pretensión de Vox de entrar en el Gobierno de Castilla y León. "Esperamos que el fruto del diálogo sea un Gobierno del PP, con un programa del PP y unas ideas del PP", advertía Egea. Esa es la intención, aunque los populares aún no han estudiado la fórmula con la que evitarán que Vox acapare la vicepresidencia de la Junta. En primera instancia, el experimento podría pasar por tratar de atraer a su bloque a los partidos regionalistas para minimizar la dependencia de Vox y limitar su influencia a cesiones programáticas alineadas con el programa de los de Santiago Abascal. En Vox, sin embargo, advierten: sus pretensiones presentes y futuras son "legítimas" por el resultado en las urnas.
Al margen de Vox, el hecho de que la España Vaciada haya arrasado este 13-F se entiende también como otro naufragio del plan de Pablo Casado. Mañueco convocó elecciones cuando los partidos regionalistas aún estaban en proceso de gestación, por lo que a muchas fuerzas el adelanto electoral les pilló con el pie cambiado. Sin embargo, Unión del Pueblo Leonés y Soria Ya han conseguido tres procuradores cada una y han arrasado en sus respectivas provincias, superando en ambos casos a PP y PSOE. A estos seis representantes habría que sumar el que ha mantenido Por Ávila en su territorio.
El PP ha experimentado este domingo una victoria con un sabor muy agridulce. Pablo Casado ha errado en su intención de frenar el crecimiento de Vox y de igualar el éxito de Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid al del resto de presidentes autonómicos. El pasado 4 de mayo, la dirigente dobló sus resultados respecto a 2019, mientras que Alfonso Fernández Mañueco ha perdido votos. La dirección nacional del partido no logra diluir el protagonismo de la madrileña ante su inminente congreso autonómico, al que ahora llegaría con más fuerza, lo que no hace sino incrementar la inquietud respecto a su proyección en las altas esferas populares. En el PP, no obstante, se resisten a calificar lo sucedido de derrota, e insisten en el mensaje que les llevó a adelantar los comicios en Castilla y León: "El cambio de ciclo es imparable".
En la sede de Génova rechazan que el liderazgo de Pablo Casado haya quedado en entredicho tras la experiencia electoral de Castilla y León ya que, aunque se han quedado lejos de las expectativas iniciales, el PP sí ha logrado sumar por sí solo más que el bloque de izquierda, es decir, que PSOE y Podemos juntos. Ésta era la tesis a la que cargos populares fiaban la diferencia entre un éxito y un fracaso en Castilla y León, al margen de lo que pudiera crecer Vox por su derecha. En todo caso, está previsto que el partido celebre en los próximos días un comité ejecutivo para valorar los resultados y trazar definitivamente la estrategia con Vox en la región, que sentará sin duda un precedente respecto a próximas alianzas con Santiago Abascal, con las autonómicas andaluzas a la vuelta de la esquina. Con la izquierda desactivada, la partida se juega ahora a la derecha del tablero.
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