Al término de la última reunión del Comité Ejecutivo Nacional, la reflexión y el mensaje de Pablo Casado de cara a las filas del partido y sus votantes ha sido rotunda: "no pactar con los populismos". Ante una situación complicada, donde la continuidad de Alfonso Fernández Mañueco al frente de la presidencia de la Junta de Castilla y León depende del respaldo de Vox, el presidente del PP ha querido calmar las aguas revueltas y marcar distancias con los de Santiago Abascal; que el domingo ya demandaba un puesto para el candidato Juan García-Gallardo. "Qué cara de vicepresidente se le está poniendo", destacó el líder de Vox.
Las declaraciones de este martes de Casado, exaltado un papel de moderación y los valores de la tradición conservadora europeísta, cierran la puerta a un gobierno de coalición entre Fernández Mañueco y García-Gallardo -no a acuerdos pragmáticos y sin componente ideológico-, por lo que al presidente del PPCyL sólo le queda una opción: gobernar en minoría con los partidos provincialistas y regionalistas y poner en un dilema a Vox ante una hipotética repetición de elecciones.
La vía gubernamental de los partidos provinciales, a priori, parece bastante sencilla. Atendiendo a las demandas territoriales, generalmente económicas, de Por Ávila (XAV) y Soria ¡Ya!, sumaría 35 procuradores -tres sorianos y uno abulense-. Una cifra que podría incrementarse hasta 38 si la Unión del Pueblo Leonés (UPL) desplaza momentáneamente la pretensión de estructurar una autonomía puramente leonesa -integrada por León, Zamora y Salamanca-. Más complicado es sumar a ese acuerdo a Francisco Igea y a Cs después del trágico desenlace de coalición en diciembre.
Con cierto respaldo para sacar adelante una investidura, donde la mayoría absoluta es 41 escaños, el PP pondría a Vox entre la espada y la pared. Sí Abascal persiste en su pretensión de sólo conformar un Ejecutivo en asociación, Génova podría activar la alarma y soltar un globo sonda de repetición de elecciones; un escenario que a la derecha radical no le conviene por dos razones. La primera, porque acudir nuevamente a las urnas podría reactivar al votante de izquierdas, tanto al abstencionista como el que optó por una marca nueva como Soria ¡Ya!; y revitalizar a un socialismo ya sin Luis Tudanca al frente, mermando el gigantesco avance verde.
La segunda, porque en vistas de la dificultad de formar gobierno, el votante que ejerció un sufragio de castigo contra los populares, podría abandonar Vox y regresar al nicho de centroderecha. O simplemente abstenerse ante la nula representatividad que le sugieran las propuestas de el arco de derechas.
Asimismo, la imagen de los candidatos de Vox votando 'no' en exclusiva con los procuradores del PSOE y el de Unidas Podemos y Cs, sería bastante difícil de justificar por la cúpula nacional verde. Porque daría oxígeno, en definitiva, a Pedro Sánchez para reequilibrar la estrategia a seguir en los próximos meses. También al PP, que de cara a unos futuros comicios en Andalucía, jugaría con la carta del reproche a Vox, situándolo en el mismo saco que a Unidas Podemos o los partidos nacionalistas e independentistas. Como sostén del "sanchismo".
Ayuso marca su línea roja: "no pactar con el sanchismo"
Sánchez da otra alternativa al PP, aunque de poco recorrido. El presidente del Gobierno se ha ofrecido a revisar la abstención propuesta por el alcalde socialista de Valladolid, Óscar Puente, a cambio de que Casado establezca un cordón sanitario en Andalucía, la Región de Murcia y en la Comunidad de Madrid. Autonomías donde Juanma Moreno, Fernando López Miras e Isabel Díaz Ayuso gobiernan con apoyo externo de Vox.
Precisamente Ayuso, es la que muestra más reticencias respecto a la directriz marcada por Génova. Horas previas al cónclave del PP, la presidenta de la Comunidad de Madrid reafirmaba poner en valor los principios propios sin que "importe lo que opine la izquierda". Y por la tarde, ya frente a las puertas de la sede nacional, ahondaba más en el asunto: "con aquellos que dañan a España, no". Una alusión al PSOE y sus socios.
Aunque Ayuso no menciona expresamente al partido de su socia externa Rocío Monasterio, sí deja claro, y con rotundidad, a quienes no admite como aliados. A la izquierda que lidera el gobierno nacional, a partidos autonomistas como la UPL -que declaran estar tan alejados del PSOE como del PP-, y a provincialistas recolectores del descontento como Soria ¡Ya! Ese descarte, deja sólo a XAV -una escisión del PP- a Cs y a Vox sobre el tablero. Y los dos procuradores de naranjas y amarillos no suman.
Con todo, la presidenta madrileña se ampara en una opinión personal, ya que no dirá "a nadie con quien pactar". Esa es una tarea, ha indicado, "que corresponde en exclusiva al presidente de Castilla y León".
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