El tiempo de Pablo Casado en la presidencia del PP se agota. A última hora de la noche de este martes, su 'número dos' Teodoro García Egea confirmaba que había dimitido como secretario general del partido por la tarde. Una decisión que trasladó previamente a Casado, del cual asegura que "sigue siendo presidente". Una condición a la que estaría a punto de renunciar, este mismo miércoles por la mañana.

Así lo confirman a El Independiente fuentes populares del núcleo duro de Casado. Consideran que el todavía líder del PP está abatido políticamente. Tanto, que incluso no creen que llegue a celebrarse la reunión con los barones territoriales que está programada para por la tarde. Porque la marcha del secretario general de ha dejado sin coraza y mermado ante muchos de los suyos, que han dejado de confiar en él.

Desde el PP trasladan a este medio que probablemente Casado anuncie su salida de Génova a lo largo de la mañana. Entre el abanico de posibilidades para hacerlo, están dos: que lo haga durante la sesión de control al Gobierno en el Congreso de los Diputados, en su intervención plenaria y frente a todo el cómputo de representantes parlamentario; o que comparezca desde la sede nacional y no asista al parlamento.

Las mismas fuentes de la cúpula de Génova destacan que el deseo de Casado es abandonar la dirección popular para no volver; porque no quiere intentar reiniciar una nueva carrera electoral de cara al Congreso Extraordinario que lo aúpe de nuevo a la cúspide del partido como hizo, en su momento, el presidente del Ejecutivo y secretario general del PSOE Pedro Sánchez.

El aún presidente del PP coincidiría con la línea argumentativa expresada por García Egea, de no querer "ser un obstáculo" para el futuro y en la pugna por ganar las próximas generales a Sánchez. Y, también, en la necesidad de "dar voz a los afiliados" para no seguir perjudicando las siglas de la formación.

Casado no ha dicho expresamente a sus allegados en la dirección que vaya a renunciar, pero en la entidad lo conocen muy bien y saben que le queda muy poco para dar el paso y, después de cuatro años al frente del partido, tirar la toalla.