Se va diseñando el futuro del que será nuevo presidente del PP y por aclamación. El gallego Alberto Núñez Feijóo es la apuesta de los barones populares, dirigentes territoriales y grupos parlamentarios. Él no quiere confirmar nada "porque queremos controlar los tiempos", admiten fuentes de su entorno, pero esta vez va a dar el salto sí o sí, dicen los barones territoriales con los que lleva días hablando una vez que ha cogido las riendas de la situación ante un Pablo Casado en estado de shock al que se le desmorona el partido entero.
Será en todo caso algo gradual, de modo que durante una temporada compatibilizará la dirección del primer partido de la oposición con la presidencia de la Xunta gallega tras su cuarta mayoría absoluta. No se trata tanto de que tenga problemas para dejar ordenado allí el partido y el gobierno, como sí tuvo en 2018, sino por el hecho de que sin un horizonte electoral cercano y sin escaño en el Congreso no tiene porqué dejar un cargo que le permite mayor visibilidad y de la un potente altavoz público.
El principal hándicap para el gallego es no tener escaño en el Congreso
Porque quizá el principal hándicap para el gallego sea carecer de escaño en el Congreso de los Diputados. Lo cierto es que tampoco lo tenía, recuerdan dirigentes populares, Pedro Sánchez cuando regresó en 2017 a la secretaría general del PSOE. En el caso de Núñez Feijóo se apunta a un asiento en el Senado, lo que le permitirá al menos medirse una vez al mes con el presidente del Gobierno en las sesiones de control en la Cámara Alta.
Sería por designación autonómica del Parlamento de Galicia en sustitución de algunos de los dos senadores que le corresponden al PP gallego: Elena Muñoz o Juan Carlos Serrano.
A partir de ahí, hay diferentes teorías respecto a los futuros pasos que dé Feijóo, aunque llegado este punto nadie le va a discutir las decisiones que tome. Varios barones territoriales señalan que bien éste puede ser un proyecto firme de futuro, esto es, el salto definitivo a la política nacional, o una "operación Fraga", lo que quiere decir que se tomaría el tiempo necesario "para pacificar y organizar el partido" y, en función de la situación demoscópica del mismo, de las posibilidades de presentar batalla a Sánchez, "se lo pensaría" para dar paso a otro liderazgo, explica un presidente territorial.
Pero eso no es lo que dicen desde el PP gallego ni algunos de sus diputados nacionales. "No es de las personas que esquiva los retos. No le amedrentan", dice un colaborador que recuerda que se enfrentó a otros tres candidatos de peso en el congreso regional donde se hizo con el liderazgo del PP en 2006 y hasta ahora. Y si todavía no ha revelado explícitamente sus intenciones "es porque no hay vacante" dado que Casado se ha resistido hasta ahora a dimitir. En todo caso Núñez Feijóo "está dando unos pasos que no ha dado nunca" y sus declaraciones respecto a que "tomaré las decisiones en función de lo que el partido me pida", son bastante explícitas.
El gallego tendrá manos libres
Desde el Grupo Parlamentario desmienten un proyecto de interinidad del gallego. Una diputada que le conoce bien replica que "nunca le he visto asumir nada de manera temporal. Es un persona seria y rigurosa. Si da el salto lo hará con todas las consecuencias y no con paños calientes". Añade de su jefe de filas que "es el más experimentado y con peso específico, pero deberá decidir cómo hace pública su decisión". Todos están dispuestos a dejarle manos libres para la toma de decisiones.
Respecto a la posibilidad de que Ana Pastor asuma la responsabilidad de la gestora o del comité organizador del congreso extraordinario, las fuentes consultadas desechan ese escenario. Entienden que hay que dar juego a un partido en estado de shock que en una semana se hunde en los sondeos por el enfrentamiento de la planta séptima de Génova con Isabel Díaz Ayuso.
Los que creen que es posible que el gallego opte por un modelo de interinidad, recuerdan cómo Manuel Fraga, ante la debacle de Antonio Hernández Mancha, recuperó la presidencia del partido en enero de 1989, cambió la nomenclatura de AP a PP e incorporó en las filas populares a destacados dirigentes de la extinta UCD. A partir de ahí buscó un candidato para las elecciones generales de ese año, momento en que se puso en marcha otra operación, la de Perbes, cuando un grupo de dirigentes le pidió que eligiera a José María Aznar, entonces presidente de Castilla y León.
Aznar desembarcó en Génova, paradojas de la vida, junto a Miguel Ángel Rodríguez, actual jefe de Gabinete de Isabel Díaz Ayuso, y unas encuestas catastróficas. Salvó los muebles con 107 escaños en pleno bipartidismo y no fue hasta abril de 1990 que llegó a la presidencia del PP en un congreso en Sevilla cuando Fraga dijo aquello de "ni tutelas ni tu tías" mientras rompía una carta preventiva de dimisión de Aznar.
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