El presidente del partido popular, Pablo Casado, todavía intentó este miércoles defender ante los suyos la inutilidad de un congreso de carácter extraordinario convencido que de aquí a julio, cuando tocaba el cónclave ordinario, era posible "darle la vuelta a los sondeos". "Necesito tiempo", afirmó ante los atónitos presidentes territoriales a los que reunió la noche del miércoles en Génova. Asimismo, reiteró que "no había hecho nada malo", a lo sumo, que había habido una mala gestión del enfrentamiento con Isabel Díaz Ayuso, lo que apuntaba a su secretario general, Teodoro García Egea.
Este enrocamiento fue respondido por la práctica totalidad de sus compañeros de filas, intentando convencerle de que había llegado un punto de no retorno que le obligaba a dar "un paso a un lado" para abrir una nueva etapa en el partido. Entre los argumentos esgrimidos destacaron la indignación de los votantes, de las bases y de muchos alcaldes de todas las regiones que amenazaban con no volverse a presentar en 2023 bajo las siglas del PP, críticos con el trato dispensado a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.
Los barones esgrimieron la indignación de las bases del partido y de los votantes
Y luego están los sondeos. Desde que estalló a crisis con Ayuso, el PP se ha precipitado por una cuesta abajo en la que Vox les ha hecho el sorpasso en apenas una semana, según algunos estudios demoscópicos. De ahí el asombro de sus interlocutores hacia el convencimiento de que era posible enderezar el rumbo bajo su liderazgo de aquí a julio. Pero también obvió Casado un detalle no menor, que el objetivo de la Junta del martes es convocar el XX congreso extraordinario, no el ordinario de verano.
Si bien algunos le pidieron que presentará su dimisión con carácter inmediato, otros dirigentes, más benevolentes, entendieron que había que darle una salida digna, que pasaba por la oportunidad de que se despidiera el próximo martes de la Junta Directiva y hasta del congreso del partido del 2 y 3 de abril, donde se dirigirá a los compromisarios.
Es la consigna que pocas horas antes, el que ya puede considerarse nuevo líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, dio a los suyos, esto es, "no hacer sangre" con el presidente saliente. Por ello se aceptó, tras más de cuatro horas de reunión, que aguante hasta el congreso de abril.
Casado podrá intervenir en calidad de presidente en el congreso de abril
El madrileño sigue convencido de que no ha hecho "nada malo", aunque admitiera los errores de una gestión que le ha llevado, en una semana, de aventajar los sondeos a las elecciones generales a ser expulsado por los suyos en una asonada que nunca ha formado parte de la cultura política del PP, aunque tiene ciertas concomitancias con la defenestración en 1989 de Antonio Hernández Mancha.
Aunque no faltaron las tensiones, uno de los asistentes a la reunión narra para El Independiente que si la cita se alargó tantas horas fue muy buena medida porque intervinieron más de dieciocho personas y hasta en doble ronda y que todos coincidieron en expresar a Casado su "agradecimiento" por los servicios prestados desde que fue elegido líder del PP en julio de 2018.
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