Primero hablaron los electores en las urnas; ahora lo han hecho los partidos y sus respectivas delegaciones. Desde finales de febrero, y en plena crisis interna del partido a escala nacional, el PP de Alfonso Fernández Mañueco ha sondeado, en una primera ronda de consultas, al resto de candidaturas que concurrieron a las elecciones del 13-F en Castilla y León. Como cabía esperar, los populares no han logrado llegar a ningún tipo de acercamiento con el PSOE de Luis Tudanca, cuyo encuentro finalizó en un cuarto de hora al sacar a relucir los socialistas el tema de la corrupción. Tampoco, como era previsible, lo ha habido con Pablo Fernández y Unidas Podemos; y ambos, han quedado excluidos para el próximo ciclo de encuentros.
También han quedado al margen afines ideológicos como Ciudadanos y Francisco Igea, con quien no hay buenas relaciones desde la expulsión abrupta de los naranjas del Gobierno de coalición; y la provincialista Por Ávila (XAV), que ha rechazado sentarse a negociar con el grupo de trabajo del PP si Mañueco no está presente. Eso deja al presidente de la Junta en funciones sólo con tres opciones para revalidar el cargo: la plataforma ciudadana Soria ¡Ya!, los regionalistas de la Unión del Pueblo Leonés (UPL) y Vox. Y sólo dos parecen realmente viable.
La exigencia leonesa de cambiar el mapa autonómico dificulta un acuerdo, pese a coincidir en temas como la despoblación, la reindustrialización o el refuerzo de los servicios públicos. En cambio, estas medidas sí serían bien recibidas por los tres procuradores sorianos, que muestran su disponibilidad a apoyarle. El problema es que esos 'síes' no son suficientes.
En una hipotética votación de investidura, los 'noes' de todos los grupos, con la abstención de Vox, no valdrían a Mañueco: habría un empate a 34 escaños entre los que suman PP y Soria ¡Ya!, y la izquierda, UPL, XAV y Cs. Esta cifra, no sería viable durante una primera votación, que requiere mayoría absoluta. Pero tampoco para una segunda, en la que se necesita la simple. Eso aboca al aspirante conservador a entenderse con Juan García-Gallardo, el candidato de Vox.
Así lo consideran fuentes de PP de Castilla y León consultadas por El Independiente, que, aunque saben que Mañueco prefiere un pacto programático en el que Vox no entre en el gobierno, confiesan que, al final, va a tener que ceder y darles consejerías.
Negociaciones lentas, plazos cortos
Las Cortes de Castilla y León se constituyen el próximo jueves 10 de marzo. A partir de ese momento, Mañueco, o cualquier otro aspirante que quiera acudir a una sesión de investidura, deberá proponerlo a la presidencia de las Cortes antes del día 31 del mismo mes. Para entonces, el líder del PP deberá tener meridianamente claro si cuenta o no con el respaldo suficiente para sacar adelante cualquiera de las dos fórmulas posibles: la solitaria o la de coalición. A partir de ese momento, dispondrá de dos meses para celebrar un debate de investidura.
Lo cierto, es que las relaciones entre Mañueco y García-Gallardo están siendo un constante tira y afloja de voluntades. Hay disponibilidad por ambas partes para sentarse a negociar, pero mientras Mañueco pide trabajar en un programa de gobierno de cara a la próxima legislatura para después decidir el encaje de Vox, éste quiere ver garantizado su presencia en el Ejecutivo para empezar a hablar. "Es un compromiso con nuestros votantes", viene reiterando la formación. Lo reivindicó su presidente Santiago Abascal la noche electoral, con el escrutinio aún en marcha; y lo sigue pregonando García-Gallardo, que ha acusado al PP de "despreciar a los votantes de Vox".
El PP quiere gobernar en solitario, pero no cierra la puerta a la posibilidad de dar entrada a los de García-Gallardo en el futuro gobierno. Serían los primeros en hacerlo, pero, antes, quiere agotar todas las posibilidades. Eso, ha llevado a Mañueco a ofrecer la presidencia de las Cortes a su socio potencial a cambio de la abstención, que, sin embargo, lo ha rechazado reiterando que, o Vox ejecuta políticas, o no habrá trato.
La única alternativa a la que Mañueco puede agarrarse es la de sumar a Soria ¡Ya! y conseguir la abstención de UPL. Así, lograría 34 procuradores frente a los 31 de la izquierda y Cs, y podría presionar a Vox para que apoye la candidatura o se abstenga para evitar la repetición de elecciones. Y es que la vuelta a las urnas podría reducir el impulso de los ultraconservadores en la autonomía. Un riesgo difícil de asumir.
Mañueco, bendecido por Feijóo
A diferencia de Casado, que tras los comicios limitaba la relación con Vox a un amparo externo, una de las nuevas líneas que quiere impulsar el precandidato a liderar el PP, Alberto Núñez Feijóo, es la de descentralizar el partido y dar autonomía a los barones territoriales. Para múltiples asuntos, entre los que estarían las alianzas electorales. De esta manera, los acuerdos a los que llegase el aún presidente de la Xunta de Galicia, no tendrían que replicarse al unísono en las regiones. Eso deja "vía libre" a Mañueco para ser el primero en dar el paso de asociación con Vox. Lo ha asegurado la Dirección provisional de la agrupación.
El líder del PP se ha comprometido a que su próximo gobierno no será "xenófobo, machista o racista", algo complicado dado que Vox querría, como mínimo, las consejerías de Asuntos Sociales y Familia e Igualdad, claves para promulgar medidas que comprenden esos ámbitos tan polémicos de su programa electoral.
Feijóo ya ha marcado distancias con Abascal, argumentando que "en el PP nunca hemos sido antiautonomistas, euroescépticos ni populistas". Siente aprecio por "los votantes de Vox", porque "lo fueron antes del PP" y, aunque no descarta pactos puntuales, quiere a los ultraconservadores muy mermados frente a una base social de centroderecha ancha para construir un PP fuerte y moderado.
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