El tiempo se agota. Aunque las negociaciones entre el PP y Vox en Castilla y León transcurren con cordialidad, aún no hay nada en claro: ni la estructura que adquirirá el próximo ejecutivo ni el reparto que se hará de la Mesa de las Cortes. Tampoco si la autonomía deberá acudir nuevamente a las urnas. El modelo que persigue Alfonso Fernández Mañueco, a quien corresponde intentar la investidura al ser la lista más votada, es el que lleva implantado en la Comunidad de Madrid desde el pasado mes de junio; el de gobernar en solitario con apoyo externo puntual. Sin embargo, y a diferencia de Isabel Díaz Ayuso, el líder de los populares castellanoleoneses ni se acerca a la mayoría absoluta.
Vox quiere aprovechar eso. Los de Abascal llevan repitiendo el leitmotiv estrella desde el inicio de la campaña electoral en enero: "entrar en el gobierno y ejecutar nuestros programas". Esta condición quedó reforzada una vez el escrutinio certificó los trece procuradores del partido, y, a falta de una jornada para que arranque la legislatura, parece mantenerse intacta. Porque saben que cualquier futura planificación pasa por ellos: o hay acuerdo por la derecha, o no hay nada; ya que difícilmente el PP y el PSOE pueden establecer una 'gran coalición'.
El candidato de Vox a presidir la Junta de Castilla y León, Juan García-Gallardo, sigue defendiendo la integración de una cuota verde en la Dirección de Valladolid, tal y como Mañueco hizo con Ciudadanos (Cs). Porque es justo, considera, que Vox reciba "un trato similar" al obtenido por los de Francisco Igea en julio de 2019. No quieren ser "ni más ni menos", sólo conseguir "lo que tuvieron otros grupos parlamentarios en circunstancias similares".
Y es que los números son prácticamente idénticos: los naranjas consiguieron hace tres años 14 representantes, frente a los 29 del PP. De acuerdo a esto, las condiciones de Vox radicarían en la vicepresidencia y la portavocía para García-Gallardo y tres consejerías más. Cs ostentó hasta diciembre las carteras de Sanidad; Transparencia, Ordenación del Territorio y Acción Exterior, y Cultura y Turismo. Aunque estos departamentos se alejarían de demandas de Vox, que serían bien distintas. Dadas sus líneas programáticas, para los de Abascal sería troncal asumir las consejerías de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural, y Familia e Igualdad, como mínimo.
El dilema que bloquea las negociaciones en un estado de inmovilidad y de "distancia grande" es el de las formas. Mientras el PP quiere priorizar el desarrollo de un programa de gobierno antes de hablar de cargos, considerando o no que los deba haber, Vox quiere partir desde la conformación de un organigrama.
Confianza en Mañueco
En las filas populares todo apunta a que tarde o temprano llegará el acuerdo, porque el coste de repetir las elecciones sería alto. Por el momento, las diversas declaraciones y formas que están manifestando los, ahora, rostros visibles de la formación dejan claro cierto rebajamiento de la beligerancia con Vox y un desmarque con la línea definida por Pablo Casado, el día después de las elecciones, de "quien quiera pactar tendrá que aceptar nuestros principios".
Por un lado, desde Galicia. Alberto Núñez Feijóo, que esta tarde pasará a ser oficialmente el único candidato a la presidencia del PP cuando entregue los avales en Génova, ya ha dejado claro que los pactos territoriales corresponden a los respectivos barones, porque son los que saben las "necesidades" reales de sus ciudadanos. Y, en este caso, a Mañueco, que cuenta con total independencia para ello. Lo apoyan argumentativamente la coordinadora general provisional y portavoz en el Congreso de los Diputados, Cuca Gamarra, y el eurodiputado y presidente del Comité de Organización para el XX Congreso Nacional extraordinario.
El portavoz del PP en el Senado Javier Maroto, ha asegurado que el deseo de Mañueco es generar estabilidad lo antes posible, algo que está haciendo "con muchísima prudencia, moderación táctica y paciencia" para garantizar el "bienestar general de los castellanoleoneses".
Ni un sólo milímetro
En Moncloa siguen muy de cerca el curso de las conversaciones entre PP y Vox, porque, dependiendo del camino que decida tomar Mañueco, así estructurarán el marco discursivo de los próximos meses frente a la nueva dirección popular y de cara al grueso del ciclo electoral. Si se conforma "un gobierno regional con la ultraderecha, esto no es ningún cambio de rumbo del PP, sino lo contrario", ha expresado este martes la ministra portavoz Isabel Rodríguez tras el consejo de ministros.
La titular de Política Territorial ha señalado que, de producirse esa coalición gubernamental, el Ejecutivo central "hará todo lo que tiene que hacer en el marco del Derecho y de la responsabilidad del Estado para impedir que estas posiciones nos hagan retroceder ni un solo milímetro en libertades y derechos, especialmente los de las mujeres". Con todo, Rodríguez asegura respetar el "procedimiento interno" de los partidos, pero considera un "error" dar salida a un gobierno autonómico codirigido por Vox.
De momento, lo único que es seguro, es que el plazo para proponer un candidato concluye el 31 de marzo. Si en ese plazo no se consigue llegar a algún tipo de acuerdo, Castilla y León volverá a las urnas en verano.
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