El sector morado del Gobierno trata de cerrar sus heridas tras haber bordeado el precipicio durante la última semana y, con ello, haber puesto a prueba la cohesión del Ejecutivo de Pedro Sánchez. Así al menos lo expresó la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, durante una reunión con sus ministros en la que intentó acabar con la crisis abierta a raíz del envío de armas para frenar la invasión de Ucrania por el ejército de Vladimir Putin. La también ministra de Trabajo les afeó a los suyos que "la cohesión del Gobierno no puede estar en cuestión por parte de nosotros", según ha podido saber El Independiente de fuentes gubernamentales.
Niegan los mismos medios que se tratara de una cita especialmente tensa, pero lo cierto es que Podemos ha comenzado a admitir que se sienten maltratados por su jefa de delegación, que ignoran sus planes de futuro y les hurta información hasta el punto de marcar posición "a través de canutazos", como cuando apoyó el envío directo de armas al ejército ucraniano apenas unas horas después de pactarse junto lo contrario.
Vicepresidencia elaborará documentos sobre Ucrania para unificar criterios internos
De hecho, las quejas se materializaron en dos compromisos alcanzados en la reunión del lunes de la semana pasada. El primero, volver a las reuniones semanales para analizar estrategias y situación política tal y como instauró el predecesor de Díaz, Pablo Iglesias, que atendía especialmente el espacio confederal.
El segundo pasa por la elaboración de documentos internos "como instrumento de trabajo para cohesionar las diferencias más o menos trascendentales, pero no despreciables". Estos textos o argumentarios se centrarán en la crisis de Ucrania, culpable de partir en dos al sector morado, de un lado Díaz junto a los ministros de Consumo y de Universidades, Alberto Garzón y Joan Subirats, respectivamente, e Ione Belarra e Irene Montero, de otro.
La vicepresidenta "va a trabajar esos documentos con un equipo interno" para "cohesionar a Unidas Podemos y para poder cohesionar también al conjunto del Gobierno", que ha pasado por un momento muy delicado, admiten en su entorno. El jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, trasladó su malestar a Díaz por calificar a su formación como "partido de la guerra", tal y como hizo Ione Belarra en un acto del 8-N. Paralelamente, Montero se comprometía con el ministro de Presidencia a bajar el tono de la crítica.
Pero la incomodidad venía de antes, de cuando Sánchez anunció en sede parlamentaria su cambio de criterio respecto al envío de armas y la líder de Podemos salió al pasillo del Congreso para criticar una decisión que decían desconocer y sobre a que sólo habían sido "sondeados".
"Ruido" en Moncloa
Este enésimo enfrentamiento "causó mucho ruido en la Moncloa" y resultaba necesario "tener una reunión del espacio morado de clarificación para prevenir todo lo que está al caer". No solo hablan del conflicto bélico en sí, sino también de las consecuencias económicas y sociales de superponer una nueva crisis a la que todavía no se había terminado de superar por la pandemia del Covid y que va a arrancar este lunes con una huelga indefinida de transportistas en protesta por el elevado precio de los carburantes.
El pasado viernes, Belarra insistió, durante la reunión del Consejo Ciudadano Estatal de Podemos, esto es, el máximo órgano entre asambleas, en sus críticas al envío de armas, pero con un tono muy menor y sin citar en ningún momento las siglas socialistas. Prefirió poner el acento en propuestas como "el plan de emergencia energético” para dar un cheque de 300 euros a aquellas familias vulnerables que tengan dificultades para afrontar los pagos de las facturas de luz y gas, también disparadas.
Mientras tanto , Díaz y Montero volaban a Chile, junto con la delegación española presidida por el rey Felipe VI, a la toma de posesión de Gabriel Boric. Lo habitual es que el monarca acuda acompañado a estos actos del ministro de Exteriores, José Manuel Albares, aunque la crisis de Ucrania le dejó en España. Díaz, según indican en vicepresidencia, iba en calidad de "ministra de jornada" una vez que no podía hacerlo Albares, aunque en puridad, éste fue sustituido por el presidente del Senado, Ander Gil.
Díaz no ha puesto en marcha su proceso de "escucha" del que Podemos no sabe nada
En el caso de la ministra de Igualdad, le unen a Boric posicionamientos políticos e ideológicos, de ahí que resultara una de las delegaciones más numerosas que han acudido a una toma de posesión en Iberoamérica.
La agenda internacional, que tan bien le va a Díaz para proyectar su imagen política -como cuando se reunió en el Vaticano con el Papa- es lo que está impidiendo que termine de arrancar su proceso de "escucha" por toda España, ese del que Podemos asegura no saber nada. Las dudas, además, sobre el papel que les tiene destinado Díaz generan más tensiones de las debidas.
La gallega siempre ha huido de las cuestiones orgánicas, no le gustan, no se siente cómoda ni le interesan, pero más pronto que tarde deberá ir armando su propuesta tanto programática como organizativa. Y Podemos la está esperando.
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