El Gobierno de coalición vive uno de los peores momentos de la legislatura. La guerra en Ucrania, provocada por la invasión de Rusia, ha derivado en una crisis de suministros europea. Las sanciones a la economía rusa para que el régimen de Putin desista de su cruzada bélica, ha provocado, entre otros, un incremento del precio de la energía. Un problema a nivel continental, pero que afecta con dureza a España. Mientras Francia o Polonia han tomado medidas nacionales para lidiar con esa subida, Pedro Sánchez prefiere esperar hasta finales de mes, bajo el marco de actuación europea una vez haya concluido la gira y el Consejo de primeros ministros pendiente.
Este duro golpe al Ejecutivo se suma al de la pandemia, que aún sigue presente y con la incidencia estancada al alza. La disposición, pero a la vez inexactitud de Sánchez sobre cómo va a paliar la inflación y la escalada del coste de vida, ha alimentado las críticas de toda la oposición. En especial de la del bloque de centroderecha. Desde el PP de Alberto Núñez Feijóo y Cuca Gamarra, con un reproche limitado a lo parlamentario -aunque participa en la manifestación del mundo rural de hoy en Madrid-, a Vox, que ha centrado toda su artillería en la calle este sábado y bajo el marco de su programa político: la Agenda España.
El paso hacia la coalición dado por PP y Vox en Castilla y León, ha establecido entre ambas formaciones un pacto de no agresión directa de cara al público. Tanto los conservadores como la derecha radical saben que desplazar a Sánchez de La Moncloa pasa por llevarse bien. Sin embargo, eso no les impide a hacer competencia directa el uno con el otro para liderar la alternativa, que, por el contexto, torna a económica. La de Feijóo, aparentemente de gestión, apoyándose en la de los antecesores populares; la de Vox, aglomerando el descontento bajo una dinámica populista y muy visual.
El partido de Santiago Abascal busca capitalizar el rechazo generalizado a la inacción del Gobierno ante el aumento de costes en materia energética y de consumo, y vehicularlo con uno de sus grandes ejes programáticos: el proteccionismo productivo frente a las "imposiciones globalistas". Ha quedado firmado en el documento de gobierno con Alfonso Fernández Mañueco, definido como "proteger el producto de nuestro campo y de nuestra industria, en contra de la competencia desleal del producto extracomunitario". Y está integrado entre sus medidas de cara a las generales: "terceros países se benefician de la deslocalización de centrales, cuya energía importamos después, (...) con una estricta regularización".
En definitiva, vienen a decir que la solución a los problemas derivados de los acontecimientos globales es depender, exclusivamente, de la autoproducción. Así, uno de los lemas que ha primado en la concentración de Cibeles es el de "soberanía energética".
La faceta sindical
El objetivo marcado por Vox y su sindicato satélite Solidaridad ha sido la denuncia de la subida de la luz, el combustible y la cesta de la compra; pero más allá, el rechazo al Gobierno y la exigencia de elecciones. Y, de cara al votante, son los primeros que lo han hecho. Los de Abascal llevan denunciando, con mayor intensidad en las últimas semanas, que los sindicatos tradicionales como UGT y CC.OO., al depende, en parte, económicamente de las subvenciones del Ejecutivo, no se movilizan. Lo harán el miércoles, pero a favor de la regulación del mercado de la energía, no de la bajada de impuestos, que es lo que paliaría de manera más inmediata la situación. Con ello, establecen el marco de que Solidaridad, y en extensión Vox, son los únicos que defienden los intereses sociales. Eso, destinado para la izquierda, dado que la organización de Pepe Álvarez tradicionalmente está vinculada al PSOE y CC.OO. al PCE.
Pisar el asfalto repercute en el votante conservador, que ve que al PP le cuesta salir a la calle y manifestarse
No obstante, el pisar el asfalto también repercute en el votante conservador. Vox está ganando en algunos ámbitos la batalla ideológica al PP, y la adopción de algunos frames por parte de Feijóo, lo demuestran. El gallego ya critica la transición ecológica y que España tenga "que comprar energía térmica a Marruecos", o usa el término violencia 'intrafamiliar'. Pero la faceta sindical del partido, es otro punto a su favor.
Al PP le cuesta salir a manifestarse y tampoco cuenta a su lado con un sindicato plenamente reconocible. Lo hacía en la oposición, y con el socialista José Luis Rodríguez Zapatero en la presidencia. Por ejemplo, en contra el aborto. Pero, una vez Mariano Rajoy alcanzó el poder, dejo de hacerlo con cierta regularidad. En cambio, Abascal encabeza este tipo de reclamaciones, se da un baño de masas y, lo más importante, consigue visibilidad: de luchar por una causa.
Alternativa a Sánchez
El propio presidente de Vox afirmó en una entrevista reciente concedida a El Independiente que, según las encuestas que manejan internamente, el sorpasso al PP "ya se ha producido", y que están "muy cerca de PSOE". Esta expectación, es la que está promoviendo que el partido esté apretando a falta de un año para el grueso del ciclo electoral y para que empiece a barajarse una fecha de comicios a nivel estatal. Pero, a la vez, para estar preparados por si las tensiones internas entre los socios de gobierno llevan a Sánchez a hacer un adelantamiento. La postura sobre Marruecos y el Sáhara, es la última piedra en el camino entre PSOE y Unidas Podemos
Concretamente, la encuesta interna a la que se refiere Vox, la cual ha publicado The Objective, les da un 22 por ciento de los sufragios, un punto más que el PP y cinco menos que el PSOE. Unidas Podemos, apenas alcanzaría el 11% de los votos. No desentona mucho del último sondeo publicado por la demoscópica IMOP-Insights, aunque en esta el PP permanece por delante con porcentajes casi idénticos, pero inversos. Eso sí, señala que en las provincias castellano-manchegas de Toledo, Guadalajara; Andalucía, Murcia y la Comunidad Valenciana.
Desde la perspectiva de partido como líder de la oposición, puede entenderse el respaldo a las demandas del sector del transporte, el principal foco de presión al Ejecutivo porque puede derivar en desabastecimiento y en tensión social. Los camioneros "lo que necesitan es que no les insulten, no se trata de un boicot"; necesitan una rebaja fiscal inmediata", ha trasladado Vox esta semana, que entienden que protesten. Para el Gobierno, por el contrario, los piquetes, "minoritarios" de los transportistas están promovidos por "la ultraderecha" en un intento de desgastarles.
"Nada tiene que ver las demandas legítimas del sector y la preocupación lógica por el coste de los carburantes, que vamos a abordar en los próximos días, con lo que hay hoy en las calles, que son actos violentos. Ponen en riesgo las vidas de los que están trabajando y el abastecimiento de productos básicos para nuestra economía", ha indicado la ministra portavoz Isabel Rodríguez.
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