Lloriqueante. Chantaje. Insólita. Vergüenza. Son algunos de los términos, duros y sin ambages, que emplea un diplomático español, de dilatada carrera, a propósito del contenido de la carta que Pedro Sánchez dirigió a Mohamed VI el 14 de marzo y que La Moncloa filtró ayer, cinco días después de que Rabat la publicara parcialmente. "Estamos en manos de Marruecos", advierte con enorme pesadumbre mientras reconoce que el sentir en el cuerpo diplomático es de devastación.
"La carta contiene temas formales insólitos y sorprendentes porque en el ámbito internacional es raro que un país que tiene dificultades con otro escriba ese tipo de cartas", advierte este ex embajador que exige anonimato. "Si hay dificultades, lo que hacen los dos países es sentarse, negociar y conjuntamente anunciar algún tipo de acuerdo", explica.
En este caso, sin embargo, la misiva enviada desde la presidencia del Gobierno -en un castellano abiertamente mejorable- es "una carta unilateral". "Su contenido es absolutamente penoso e incluso, si me lo permite, lloriqueante". "Desde el punto de vista formal es incomprensible e insólito. También resulta insólito que el destinatario de la carta sea el que la haga pública", confiesa.
"Reconozco la importancia que tiene la cuestión del Sáhara Occidental para Marruecos y los esfuerzos serios y creíbles, en el marco de Naciones Unidas, para encontrar una solución mutuamente aceptable. En este sentido, España considera que la propuesta marroquí de autonomía presentada en 2007 como la base más seria, creíble y realista para la resolución de este diferendo"
Es la frase angular de la carta que lleva como destinatario "Su Majestad el Rey Mohamed VI, Rabat (Marruecos)". A juicio de este diplomático, un completo ejercicio de torpeza. "Es precisamente lo que subrayaron los marroquíes el viernes. Y resulta lastimosa, propia de alguien que está casi pidiendo perdón", manifiesta. "No hay absolutamente ninguna mención a las resoluciones de las Naciones Unidas, tampoco a Ceuta y Melilla. Como han dicho los marroquíes, es una constatación de lo que ellos quieren: el reconocimiento de la soberanía marroquí sobre el Sáhara".
En casos como estos, son cartas que se escriben simultáneamente y que se cruzan
A cambio, España no obtiene ninguna garantía por escrito de la monarquía alauí sobre el respeto a Ceuta y Melilla; el fin de sus reivindicaciones expansionistas sobre las ciudades autónomas; o la renuncia a usar la inmigración como instrumento de presión. "Marruecos lo interpreta como lo que están buscando, la concesión de su soberanía absoluta. Y no hay absolutamente ninguna mención ni garantía por parte de las autoridades marroquíes que consagren su respeto a la integridad territorial de España en el caso de Ceuta y Melilla", asevera.
"En casos como estos, son cartas que se escriben simultáneamente y que se cruzan. Y eso forma un acuerdo. Esta carta no tiene ninguna respuesta marroquí, porque la respuesta marroquí ha sido darle a la publicidad", denuncia.
"En este nuevo contexto, tiene mi garantía de que España actuará con la absoluta transparencia que corresponde a un gran amigo y aliado. Os aseguro que España siempre cumplirá sus compromisos y su palabra".
La Moncloa se compromete a "una transparencia" -palabra que se repite hasta en dos ocasiones- que no resulta recíproca. La dictadura marroquí tiene en la opacidad uno de sus baluartes. "Son manifestaciones líricas que no llevan a ningún lado, porque en el fondo lo que no sabemos y convendría saber es qué ha forzado a Sánchez a escribir esta carta", apunta el diplomática.
Sánchez se vio forzado por "el chantaje marroquí" o "la presión estadounidense"
La transparencia brilla por su ausencia en toda la gestión del histórico cambio de posición de España respecto al contencioso saharaui. Ni su socio de Gobierno, Unidas Podemos, ni la oposición fue consultada.
"La pregunta es si el cambio de postura lo conocía el jefe de Estado, el Rey de España", añade. Un interrogante que no ha sido despejado por el Gobierno. Sobre las razones para redactar y enviar una carta en términos tan lacerantes para España y su responsabilidad histórica en el Sáhara, este ex embajador se pregunta si Sánchez se vio forzado por "el chantaje marroquí" o "la presión estadounidense", a partir de las visitas recientes de altos funcionarios estadounidenses a Madrid y el periplo de Albares a Washington.
"... Reiterar nuestra determinación para juntas los desafíos comunes, especialmente, la cooperación en la gestión de los flujos migratorios en el Mediterráneo y el Atlántico, actuando siempre con un espíritu de total cooperación y restablecer la plena normalidad en la circulación de personas y bienes, en beneficio de nuestros pueblos"
La carta contiene una mención expresa a los flujos migratorios, que Marruecos ha usado a su antojo para presionar a Madrid. "Los marroquíes están sometiendo a un chantaje permanente y brutal a España. No es nuevo, pero ahora lo están llevando a sus últimas consecuencias. Tenemos las fronteras de Melilla y Ceuta cerradas. Hubo un intento de invasión en mayo, cuando 10.000 subsaharianos y marroquíes llegaron a Ceuta. Tenemos permanentemente la amenaza de la migración. Hace pocos días lo vimos en Melilla", se queja el citado diplomático.
Una de sus tesis es que Rabat amagara con nuevos episodios migratorios como el de Ceuta en mayo de 2021. "Sánchez debe estar aterrorizado ante la posibilidad de una nueva invasión migratoria, pero así no se hacen las cosas. Si hay un problema serio, uno se sienta con el adversario, se negocia y se ve exactamente cuáles son las ofertas y cuáles son las contrapartidas. ¿Cuáles son las contrapartidas que ha obtenido Sánchez como consecuencia de esta carta? Aparte de la vuelta de la embajadora, nada".
"Todas estas acciones se llevarán a cabo con el fin de garantizar la estabilidad e integridad territorial de nuestros dos países".
Sin contrapartida por escrito que comprometa al régimen marroquí en sus potenciales y futuras acciones de agresión contra España, La Moncloa logra humo. "Estamos en una situación de extrema debilidad. A lo largo de los años hemos mantenido una postura firme desde el punto del derecho internacional. Ahora, sin embargo, estamos en manos de Marruecos, como demuestra esta carta lamentable".
Vergüenza, vergüenza. Es el sentir en el cuerpo diplomático español
"Vergüenza, vergüenza. Es el sentir en el cuerpo diplomático español. Cuando las cosas se hacen así, se demuestra una fragilidad y una vulnerabilidad verdaderamente espantosas", apostilla. "Que la mala relación actual con Marruecos se traduzca fundamentalmente en la necesidad de responder a los chantajes marroquíes, revela una fragilidad grave por parte de España", recalca.
A pesar del relato que ha tratado de vender el PSOE desde el fin de semana, este diplomático considera que la carta es un punto y aparte. En ningún caso, una muestra de "continuidad".
"En términos reales supone un cambio de 180 grados en la política que ha seguido España durante los últimos 47 años. La carrera diplomática está con la boca abierta ante estos acontecimientos", subraya. "Durante estas décadas estaban los compromisos contraídos por España desde prácticamente el momento de la Marcha Verde de 1975 sobre la necesidad de que fuera un acuerdo entre ambas partes y amparado por Naciones Unidas. Eso se ha roto".
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