Hoy el PP comienza su "reinicio" con Alberto Núñez Feijóo y en el mismo lugar que materializó su refundación. De la Sevilla de finales de los ochenta a la Sevilla de principios de 2022. El reformismo que promocionó Pablo Casado cuando accedió a la presidencia del partido, apartando todo rastro de marianismo, concluye, da un vuelco y retrocede pasos atrás hasta julio de 2018, cuando el pupilo de José María Aznar presentó su candidatura para pugnar por el liderazgo con Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal. Feijóo, que entonces desistió de dar el paso y coger el tren de Madrid, seguirá la línea que ese verano no pudo ser, la de dar cierto continuismo a la etapa de Mariano Rajoy, pero tendiendo puentes con la actual estructura. Al menos, ya lo ha dejado claro anunciando que propone a Cuca Gamarra como nueva secretaria general.
Aparte del vínculo entre refundación y reinicio, hay otro más próximo con el cónclave de este viernes y sábado: el del congreso del PP de Andalucía de noviembre de 2021, donde Juanma Moreno fue reelegido presidente del partido. Y ambos, con una importante implicación de Casado, la Comunidad de Madrid y su presidenta, la popular Isabel Díaz Ayuso.
Desde mayo del año pasado, el PP volvía a ser percibido en las encuestas como principal partido de España. Las distintas empresas demoscópicas, a excepción del barómetro del CIS, otorgaban a los populares de Casado entre 27 y 31 puntos en intención de voto, y una presencia de entre 114 y 130 escaños, frente a los 86 que actualmente tiente la formación en el Congreso de los Diputados. Al ver mantenida esta tendencia durante todo el verano, el presidente Casado sacó pecho con un multitudinario evento en la plaza de toros de Valencia; con una intencionalidad de rememorar las grandes congregaciones de la anterior dirección.
Y, aunque en noviembre los sondeos pegaron un ligero frenazo, situándose entre los 105 y 120 parlamentarios estimados, el PP seguía capacitado para hacer la competencia electoral a Pedro Sánchez y aspirar a La Moncloa. Así lo presentó Casado en el XVI Congreso regional del PP-A, frente a toda la plana mayor del partido que, en apariencia, le rendía pleitesía. Sólo había "dos opciones" para el futuro de España, expresaban las filas: "o una alianza de radicales, o un gobierno de Casado".
El dirigente conservador recordó en esa reunión, ante grandes liderazgos territoriales como el del propio Feijóo o de Alfonso Fernández Mañueco, que el partido era "una gran equipo". "Una gran orquesta" donde no cabían "los solistas", ya que el PP no debía ser considerado "un talent show de megalomanías". Todo ello, aunque sin realizar apelaciones a figuras concretas, iba destinado indirectamente a Ayuso, cuyo estilo, desde su gran resultado en Madrid, empezaba a destacar sobre el del propio Casado. Y empezaba a ponerlo contra las cuerdas. El problema era la renovación del PP de Madrid y la celebración de un acto similar al que acontecía, ese día, en Sevilla. Lo antes posible, a la menos, que quedase fijada una fecha en el calendario del partido.
Casado se reafirmaba como alternativa de gobierno frente a la plana mayor del partido, que le rendía pleitesía
El final de año, condujo hacia una tregua entre Ayuso y Casado para afrontar el inicio del ciclo electoral en Castilla y León y la campaña. Las discrepancias tornaron hacia proximidad, al menos física y de cara a los medios. Pero, una vez concluido los comicios, el ambiente entre Génova y la Real Casa de Correos volvió a caldearse. El motivo: la negativa de la Dirección, principios por delante, a coaligarse con Vox en la región castellano y leonesa. Aunque en esa disputa, empezaron a incorporarse más voces.
Un febrero complicado
El supuesto espionaje a Ayuso y el contrato de la comunidad con su entorno en una operación de compra de mascarillas en el momento más álgido de la pandemia lo revolucionó, de repente, todo. Si el tándem Casado-García Egea ya estaba cuestionado por el mal resultado de Mañueco tras haber precipitado esas elecciones autonómicas, las supuestas malas prácticas y la actuación horas posteriores a que el diario El Mundo las pusiera en conocimiento ahondaron los problemas.
La ofensiva de Casado, primero con la apertura de un expediente informativo anunciado por Teodoro García Egea, y luego en una entrevista en COPE elevaron el tono con Ayuso. El presidente del PP traspasó una importante línea que, al retractarse un día después cerrando el expediente, no le permitía el retorno. A partir de ahí, el PP empezó a caer en las encuestas electorales: del 27% a superar difícilmente el 21%.
El descredito hacia la cúpula de la formación fue extendiéndose. Primero entre muchos de los votantes; después entre la propia formación. Casado empezó a perder progresivamente apoyos entre los suyos, quedando relegado su secretario general y con sólo Ana Beltrán, Antonio González Terol y Pablo Montesinos a su lado.
El líder de la oposición comprendió que lo mejor era abandonar la Dirección y dar paso a Feijóo, que el sábado será proclamado presidente. Frente al PP de 2021 en Sevilla, Casado se despide en la capital andaluza y deja un duro cometido al expresidente de Galicia: reflotar las siglas, hoy estancadas en los 23 puntos con Vox recortando distancias por la derecha.
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