La declaración como testigos de los tres ex máximos responsables operativos de la Policía durante el juicio que se sigue en la Audiencia Nacional contra el comisario jubilado José Manuel Villarejo dejó este lunes un panorama turbio e incierto sobre las condiciones en las que desarrolló su actividad dentro del Cuerpo.
Los ex Directores Adjuntos Operativos (DAO) o número dos de la Policía Nacional Agustín Linares, Pedro Díaz Pintado y Eugenio Pino acudieron a declarar como testigos partiendo de tres cartas que firmaron en 2018 a petición del entonces abogado de Villarejo. Para la fecha ya estaba en prisión después de su detención en el marco del caso Tándem. En éstas, que redactó el defensor Ernesto Díaz Bastien tras tener una reunión previa con cada uno y transcribir lo que ellos mismos estaban dispuestos a firmar, rubricaron que "las empresas de Villarejo sirvieron a los intereses de la Policía sin recibir contraprestación".
Ahora, los tres firmantes a quienes se ha citado a declarar como testigos durante el juicio contra el comisario jubilado para que aclaren las circunstancias en las que desarrolló su labor aseguran que no sabían si tenía una actividad privada paralela durante el tiempo que estuvo bajo responsabilidad de ellos en la Policía. Sus declaraciones no aclararon la situación. Si cabe, dejaron un panorama aún más dudoso al tribunal presidido por la magistrada Ángela Murillo.
La importancia de sus firmas
La Fiscalía Anticorrupción acusa al comisario jubilado de lucrarse económicamente a través de sus negocios privados gracias a los contactos que tenía en la Policía mientras estaba en activo en el Cuerpo. Le considera responsable de una "red mafiosa policial" a través de la que habría cometido distintos delitos de cohecho y revelación de secretos por los que pide para él más de 100 años de prisión.
Por su parte, Villarejo asegura que su entramado empresarial sirvió de "cobertura" para distintos trabajos como agente encubierto o secreto que desarrolló para la Policía, y que sus responsables estuvieron al tanto de su actividad y la permitieron. De ahí la importancia que su defensa -la anterior y la actual, ejercida por Antonio García Cabrera- ha dado siempre a las tres cartas con las firmas de los Directores Adjuntos Operativos reconociendo el relato del ahora acusado de graves delitos.
Para ayudar a un compañero a "salir de prisión"
Sin embargo, cuando este lunes han acudido a declarar como testigos, ni Linares, ni Díaz Pintado ni Pino han reconocido que supieran cuál era la actividad privada de Villarejo cuando estaba en la Policía. Lo han hecho con distintas fórmulas, aunque incurriendo todos en diversas contradicciones.
Si firmaron las cartas, han sostenido, fue para "ayudar a un compañero a salir de prisión sin cometer ninguna ilegalidad", como expuso Agustín Linares. "Su defensa me dijo que sería suficiente para que saliera de prisión. La firmé en relación con los rumores que había en aquél momento de que su detención podía estar relacionada con un conflicto de intereses entre el CNI y usted. Pensé que podía ayudar a un compañero sin cometer ninguna ilegalidad", sostuvo el exjefe policial.
"El abogado de Villarejo me expuso unas circunstancias muy duras. Que estaba enfermo, desesperado y que le iba a solicitar lo mismo a los otros dos DAO. Le dije que lo pensaría para hablarlo con los otros dos compañeros. Lo hice y dijimos que no nos parecía mal. No teníamos nada contra él. Nos pareció que sería positivo", explicó Pedro Díaz Pintado.
El abogado Ernesto Díaz Bastien aclara a El Independiente que no escribió un borrador de documento y lo presentó a los DAO, sino que redactó el documento después de tener una reunión con cada uno de ellos. La redacción se correspondió con las condiciones del trabajo de Villarejo que ellos mismos dijeron que firmarían y posteriormente se lo remitió por si querían hacer correcciones. Tras su contestación por escrito, el abogado modificó lo que le solicitaron, volvió a enviar el documento a cada uno y quedó con ellos por separado para que lo firmaran, según recuerda.
A preguntas del fiscal Miguel Serrano, Eugenio Pino -también investigado en el caso Tándem- contestó con un escueto "no" a la pregunta de si conocía alguna de las empresas que tenía Villarejo y se fue por las ramas cuando se le preguntó expresamente si sabía que el comisario tenía vinculación con una clínica privada. "Tuve un tumor cancerígeno y el señor Villarejo me ofreció la clínica de su familia porque había un método innovador". "¿Sabía si era el titular de esa clínica o tenía participaciones?", repreguntó el fiscal. "Se que tenía un hermano sacerdote y poco más...", contestó Pino.
Pedro Díaz Pintado, por su parte, afirmó que Villarejo "me habló de que había tenido una actividad empresarial" pero sostuvo que "durante el tiempo que desarrolló el cargo bajo su mando ignoró que Villarejo había tenido empresas". Ante la pregunta de si habría necesitado una autorización de compatibilidad de sus superiores, contestó que no si era para gestionar bienes personales, a lo que el fiscal reprochó que debía conocer la actividad del comisario jubilado si éste le había explicado el tipo de autorización necesitaba en tal caso.
Linares, que fue el primero en declarar, afirmó que poco antes de reingresar en el Cuerpo, Villarejo "me comentó que tenía una discográfica, no se si en propiedad o participativa, una empresa, RV, que la llevaba con un comandante del Estado Mayor, que se dedicaba a peritajes para siniestros de instalaciones comerciales e industriales y que tenía una agencia de azafatas y algunas propiedades". Sin embargo, durante el tiempo que trabajó bajo su mando, por nueve meses, "no supe que él se dedicara a otro tipo de actividades".
Tanto Linares como Díaz Pintado reconocieron que, una vez que salieron de la Policía, yendo el primero como jefe de Seguridad al banco Central Hispano y el segundo a la empresa de construcción DICO, contactaron con Villarejo en busca de labores de inteligencia.
Rifi-rafe con Linares
El comisario jubilado interrogó a su ex superior como su propio defensor, hablando de sí mismo como "mi defendido". Desde el principio fue un interrogatorio tenso en el que Villarejo buscó ajustar cuentas.
"¿Mi defendido utilizaba la nómina que percibía estando en activo para sus viajes a Siria, Líbano, Somalia?". "Durante el tiempo que permaneció conmigo no viajó a ningún sitio, y eso se puede demostrar", contestó Linares, que llegó a lanzar al comisario "usted me dijo que le hacía ilusión volver para tener la placa de la Policía".
La presidenta del Tribunal, Ángela Murillo, llegó a reprender a Villarejo por preguntar a Linares si había recibido información por su parte de José Amedo, con el que se reunió en Bilbao. "Usted fue un día a visitar a Amedo y trajo una grabación (por su cuenta y riesgo) en la que no se oía nada", afirmó Linares. "Si su estrategia es acusar a este señor, aquí no. Haga preguntas en pro de su defensa", indicó la magistrada a Villarejo mientras ejercía como su propio defensor.
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