Este sábado Yolanda Díaz tenía previsto acudir a Córdoba para participar en un homenaje a Julio Anguita. Hubiera sido el segundo viaje de la vicepresidenta a Andalucía en 15 días. Porque a diferencia de las elecciones en Castilla y León, en las que se puso de perfil sin ocultar el poco interés que le suscitaba el territorio de Alfonso Fernández Mañueco, esta vez no puede desentenderse de la comunidad que sienta 61 diputados nacionales en el Palacio de la Carrera de San Jerónimo. Casi nada.
Pero, finalmente, Córdoba deberá esperar. La mandan a Santiago de Compostela a la toma de posesión del sucesor de Alberto Núñez Feijóo, Alfonso Rueda, como presidente de la Xunta. Será la representante del Gobierno central. Nada mejor que una gallega que hace alarde de su condición de tal para estar en este acto, ha pensado Moncloa.
Lástima. Porque su presencia en Córdoba hubiera permitido tomar la temperatura al clima de las relaciones de esa izquierda a la izquierda del PSOE que estuvo a punto de saltar por los aires hace una semana y se convirtió en un ejemplo de lo que “no se va a volver a repetir”, dicen en el entorno de Díaz.
Unidas Podemos ha firmado su acta de defunción
Unidas Podemos se asomó al abismo y firmó su acta de defunción, según los planes de la gallega. Izquierda Unida “supo entenderlo”. Podemos “no”. Se acabaron las cuotas y los repartos de poder. El enfrentamiento no fue por una cuestión de fondo, ideológica, programática, de principios. Lo fue por la candidatura a la presidencia de la Junta de Andalucía y aunque finalmente hay un acuerdo político, que no jurídico, el daño está hecho y toca restañar las heridas.
No le falta razón a Podemos cuando acusa a Izquierda Unida y Más País de un pacto que les pretendía orillar. "La culpa de que no llegara a tiempo al registro nuestra firma fue culpa de Izquierda Unida", aseguran fuentes moradas frente a la versión del otro sector. Lo cierto es que Díaz priorizó por encima de todas las cosas el acuerdo con Íñigo Errejón y a eso se emplearon con denuedo Toni Valero (IU) y Esperanza Gómez (Más País).
Pero Errejón sigue generando una profunda desconfianza entre los morados. “No te puedes fiar de él”, dicen en Podemos de su antiguo cofundador con quien hubo un proceso de ruptura traumático. La visión de la vicepresidenta es diametralmente opuesta. El pacto con Más País significa la recomposición de esa izquierda que una vez estuvo unida en torno a Podemos y sus marcas. El objetivo ha sido siempre Errejón. Dar a la líder de Más País en Andalucía, Esperanza Gómez, el puesto de salida de la candidatura sevillana es todo un símbolo de los nuevos tiempos que se avecinan para disgusto de los morados en general y de Pablo Iglesias en particular.
Iglesias sube el tono contra su sucesora
La misma persona que escogió a Díaz como sucesora y dijo de ella que sería la mejor jefa del Gobierno, parece renegar de su elección. Cada vez con mayor frecuencia recuerda cómo la ministra de Trabajo no estaría en disposición de arrancar su carrera política nacional sin haber sido llevaba en volandas hasta ahí por Podemos o le recuerda algo a lo que ella misma ya se ha comprometido, esto es, a convocar primarias, que es el aval de legitimación necesario para borrar el pecado original del dedazo.
No ocultó Iglesias su irritación con la negociación en Andalucía para vaticinar que si ásta era el prolegómeno del proyecto de la ministra a nivel nacional, «lo podemos dar por muerto». "Esto ha empezado de la peor manera posible", dijo en su tertulia de la Ser, pero a pesar del desahogo y de sus vaticinios dijo negarse a responder sobre si estaba molesto con Díaz con otro exabrupto: «No voy a contestar a esa pregunta. No voy a contribuir a ningún titular que perjudique ni a Yolanda, ni a la candidatura del cambio, ni al frente amplio o como leches se termine llamando».
Los morados subrayan que "Pablo ya no es miembro del Gobierno ni dirigente del partido", explicación que sirve más para darle patente de corso que para marcar distancias con su discurso. Porque el ex vicepresidente segundo dice exactamente lo que piensa la líder de Podemos, Ione Belarra, y no puede decir, y, también, lo que debe pensar su partido en momentos de tribulaciones. Nunca ha estado más presente.
Díaz y Errejón se implicarán en la campaña andaluza
Lo cierto es que la alianza con Errejón ha sido un sapo difícil de tragar. En el entorno de la ministra están a la espera de que la reclamen en Andalucía para implicarse en precampaña y campaña electoral. "Allí estarán ella y Errejón en actos y mítines", subrayan fuentes de vicepresidencia sin aludir a Belarra o a Irene Montero. Estarán juntos o por separado, pero dando acaso la imagen de ticket electoral. No ha dejado de ser una evolución curiosa, puesto que, en un principio, la figura de Errejón estaba orillada en los planes de la gallega frente a otra dirigente de su misma formación, la madrileña Mónica García.
Pero en la sede de Podemos aseguran ser disciplinados. En Andalucía “hay una única lista porque lo contrario hubiera tenido consecuencias bastante graves para el proyecto nacional”, pasando por la ruptura de los ministros de Unidas Podemos cuya convivencia en el Gobierno es francamente mejorable.
Cuando Díaz, al filo de las 11 de la noche del pasado viernes le pidió a la ministra de Derechos Sociales, a través de su director de gabinete, Josep Vendrell, que aceptaran a Inmaculada Nieto como candidata a la Junta de Andalucía “Ione aceptó lo que decía su líder“, justifican aún a sabiendas de que estaba muy claro desde varios días antes que era Nieto y no Juan Antonio Delgado la apuesta de la vicepresidenta.
Podemos se plegó a regañadientes, con el temor de acabar diluidos en un proyecto donde sus siglas van a la baja. La sombra de la ex alcaldesa de Madrid Manuela Carmena, dicen, sobrevuela de nuevo.
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