El régimen argelino no va a dejar pasar lo que considera una sucesión de "traiciones" perpetradas por La Moncloa con nocturnidad y alevosía. Mucho menos olvidará el asunto. Mientras miembros del Gobierno español deslizaban este jueves que se estaba "volviendo a tender puentes" con Argelia, fuentes del país árabe al tanto de la disputa rechazan tal extremo en declaraciones a El Independiente.
El mensaje que trasladan es, de hecho, que dan por clausurada cualquier interlocución con el Gobierno de coalición, por muchos intentos que se hagan ahora por restablecer los canales que han saltado por los aires en las últimas semanas. Desde Málaga la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, declaró este jueves que el Gobierno estaba "volviendo a tender puentes" con Argelia. "La parte diplomática en estos casos es la más importante", agregó.
"En Argel consideramos que este Gobierno español ha hecho mucho daño", dicen fuentes argelinas conocedoras de la crisis abierta el pasado marzo tras la filtración de la carta dirigida por Sánchez a Mohamed VI en la que calificaba el plan de autonomía marroquí para el Sáhara Occidental como "la base más seria, creíble y realista para la resolución de esta disputa". En conversación con este diario, los interlocutores argelinos repiten en varios ocasiones la misma acusación: "traición".
Gas a "precio amigo"
Los argelinos sitúan como la primera de las traiciones el gas, la joya de su economía. El país vecino era hasta ahora el principal suministrador gasístico de España. Una realidad que ha ido cambiando en los últimos meses. Hoy supone un 23,4% del total, muy lejos del 48,4 % de hace tan solo un año. Los reproches al otro lado del Mediterráneo se centran en "el precio amigo" que hasta ahora se ofrecía a las empresas españolas. "Era un trato muy amigable y los españoles e italianos pagaban mucho menos por el gas que lo que había en el mercado", alegan desde Argel. Una realidad que viene de hace años, "mucho antes de que estallara el conflicto de Ucrania".
En los últimos tiempos las autoridades argelinas habían reclamado a españoles e italianos que "hicieran un gesto y aceptaran un aumento de precio". El "sí" de los italianos, cuentan las citadas fuentes a este diario, fue inmediato. La contraparte española, en cambio, abrió negociaciones. En ese contexto se enmarca a finales del año pasado la llegada de un nuevo embajador argelino a Madrid, Saïd Moussi. "Desembarcó con muchos proyectos económicos y culturales. Literalmente con las maletas llenas de proyectos para España", rememoran.
La dinámica, subrayan, resultaba muy positiva. Por aquel entonces las relaciones entre ambos países parecían hallarse en un momento dulce. Una realidad que se torció definitivamente el 18 de marzo con la publicación por parte de la Casa Real marroquí de extractos de la carta en la que Sánchez consumaba un giro histórico en la posición española en el contencioso saharaui. Moussi fue llamado a consultas un día después y permanece desde entonces en Argel.
El embajador argelino desembarcó a finales del año pasado con muchos proyectos económicos y culturales. Literalmente con las maletas llenas de proyectos para España
El "doble juego" de Sánchez
Las fuentes argelinas establecen un antecedente que explica la indignación que aún reina en sus más altos estamentos. Diez días antes de la carta que dinamitó los lazos, Sánchez mantuvo una conversación telefónica con el presidente argelino, Abdelmadjid Tebboune. En Argel, fuentes muy cercanas a esas discusiones la recuerdan como "una llamada que fue larga y que se saldó en muy bien tono". Sánchez, a diferencia de lo que ha establecido José Manuel Albares en declaraciones posteriores, no comunicó del viraje que se avecinaba en un asunto que Argelia, enemiga de Rabat, considera angular de su política de seguridad nacional.
"Se podría haber avisado del cambio a través de canales diplomáticos. Se suele hacer a nivel de comunicados diplomáticos, pero no lo hicieron", comentan. Ahí se produce la "segunda traición". Desde marzo, los funcionarios argelinos apenas han hablado de la crisis. Y el mensaje es que continuarán absteniéndose de hacerlo públicamente. La semana pasada el país dio por roto el Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Cooperación y, horas después, su patronal bancaria ordenó la congelación de las operaciones de comercio exterior con España como origen y destino, una medida censurada por la Unión Europea cuya cancelación confían los empresarios hispano-argelinos.
No hay nada que tratar con el actual Gobierno español, matizan en Argel
El recurso español de acudir al rescate de la Unión Europa ha añadido nuevas capas de agravios a la ya extensa lista de reproches. En Argel recuerdan que, en su caso, acostumbran a solventar las crisis bilaterales por sí mismos y, en ningún caso, han pensado en elevar el asunto a la Liga Árabe, la institución panárabe con sede en El Cairo que podría ser el trasunto -con muchos matices- de Bruselas.
Todas las derivadas de una crisis que cumple tres meses este sábado llevan al establishment argelino a una conclusión: no hay nada que tratar con el actual Gobierno español. "Vamos a dejar la situación como está. Vamos a dejar que los españoles lo solucionen entre ellos", esbozan las citadas fuentes. En la otra orilla del Mediterráneo, se reconoce que "la cosa está cruda" y que "se trata ya de un problema interno español".
"No es culpa de los argelinos"
En los despachos argelinos han tomado buena nota del revuelo que ha causado el giro copernicano de Sánchez: el desmarque del ala de Unidas Podemos del Gabinete; la soledad parlamentaria, con especial énfasis en los grupos que allanaron el camino al socialista hacia el poder; y el ruido mediático y social. "Hasta los agentes económicos están enfadados", advierten. La última estrategia de La Moncloa, señalar a Rusia como causante del rifirrafe, ha contribuido a avivar los ánimos. "Podrán decir que es culpa de los argelinos pero todos saben que no es así", agregan.
El martes un despacho de la agencia de noticias estatal argelina cargó sin piedad contra Albares, a quien describió como "un pirómano, un fulano, un pseudoministro o un ministro amateur". En el fondo, Argel comparte con algunos diputados españoles la incomprensión absoluta del movimiento efectuado por la diplomacia patria. "El actual Gobierno ha hecho un doble juego y seguimos sin saber por qué".
En la otra orilla del Mediterráneo, se reconoce que "la cosa está cruda" y que "se trata ya de un problema interno español"
Preguntas sin respuesta
"¿Es EEUU el que ha presionado? ¿Es Marruecos? ¿Ha sido por la información obtenida a través de Pegasus? No lo sabemos", agregan. Durante esta semana, los funcionarios argelinos han desplegado su diplomacia recibiendo a homólogos de Canadá, Alemania, Italia, Rusia o Qatar. El presidente argelino ha expresado en público su deseo de reforzar sus lazos comerciales con Washington. España ha quedado en stand by, relegada por los últimos acontecimientos. Y Argel no confía ya en el deshielo de los lazos y la salida de la crisis hasta que los rostros de la trifulca cambien y hagan mutis por el foro.
Argelia primará a Italia en el suministro de gas
Este jueves, un día después de reunirse con su homólogo marroquí y celebrar la "ejemplaridad" de las relaciones, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, reiteró que Argelia es un vecino "estratégico". La diplomacia española -recalcó- trabaja "con seriedad, tranquilidad y en silencio, como debe ser". Unas declaraciones que, en opinión del lado argelino, no se ajustan al termómetro de la realidad.
En mitad de la peor crisis diplomática entre ambos países desde 1975, el gran beneficiario es Italia, confirman también en Argel. El país europeo se convertirá en la aspiración que hasta ahora manejaba La Moncloa: hacer de España el "hub" energético europeo. "Será Italia la que distribuirá gas y electricidad en Europa a través del proyecto de cable entre Argelia e Italia [un cable submarino de 270 km que conectará Annaba con Sicilia]", deslizan. Argelia, recuerdan, dispone de un excedente del 60% de electricidad, disponible para la exportación. Un maná en tiempos de carestía que España sacrificó en marzo cuando apoyó las aspiraciones del "Gran Marruecos".
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