Es un proceso imparable. Ha ocurrido, de distintos modos, de modo reiterado a lo largo de la historia. La industrialización fue el proceso más reciente. Absorbió muchos de los trabajos manuales que fueron ocupados por cadenas de montaje o maquinaria pesada. Ahora llega la robotización, la automatización del mercado laboral que cada vez con mayor intensidad está transformando los procesos de producción, amortizando empleos y relegando los perfiles profesionales de más baja cualificación.
En el actual escenario laboral español, el hombre será el principal damnificado de la automatización. Lo será en un porcentaje muy superior al de las mujeres. Un estudio elaborado por la Fundación Cotec muestra que alrededor del 24% de los trabajadores varones tienen riesgo claro de ser sustituidos por un robot en su puesto de trabajo, frente al 10% de las trabajadoras mujeres.
Ese mayor riesgo viene determinado no sólo por la mayor ocupación de los hombres de los puestos de trabajo de menor cualificación, de carácter más rutinario y por tanto susceptibles de ser automatizados, sino por la incorporación tardía de las mujeres al mercado laboral que le ha permitido actualizar mejor su perfil profesional en términos generales. En particular, el colectivo con mayor riesgo de ser relevados por un robot responde al de hombres mayores de 45 años y que ocupan puestos de trabajo en declive, de baja cualificación y sin apenas demanda laboral actual.
El estudio muestra cómo los empleos más tradicionales son los que se encuentran en mayor riesgo de ser automatizados. Trabajos de carácter artesanal, propios de industrias manufactureras, ocupaciones de la construcción, operadores de maquinarias o instalaciones, etc. y que cada vez más son susceptibles de ser realizados por máquinas. Se trata de un perfil profesional que en la mayoría de los casos apenas ha llevado a cabo procesos de actualización en su formación. Por ello, se plantea la necesidad de fomentar la “recualificación” de estos perfiles laborales, para compensar el riesgo de desaparición de sus empleos y facilitar su adaptación. Una robotización del mercado que por un lado amortizará puesto de trabajo pero por otro generará la demanda de otros nuevos perfiles profesionales.
Madrid, Cataluña y Euskadi
En los últimos años el intento de incorporarse en el mercado laboral de las mujeres les ha permitido adquirir nuevas competencias, más demandadas por el mercado laboral actual. Se señala que el 40% de las trabajadoras menores de 45 años desempeña ocupaciones en claro auge en su demanda en el mercado. Competencias para tareas que son difícilmente automatizables, según se muestra en el estudio “Empleos y competencias del futuro en España” elaborado por Cotec y la Fundación Iseak.
En cuanto a las competencias profesionales que están en auge destacan las relacionadas con la coordinación de actividades, la presentación de informes, la asesoría y la consultoría o el desarrollo de redes y relaciones profesionales. Otras cuestiones bien valoradas son la capacidad para trabajar en equipo o para escuchar o formular preguntas. Se trata de competencias que requieren pensar, coordinar y trabajar con otros, por lo que se convierten en cualidades “difícilmente automatizables”.
Un nivel superior de competencias, que requieren de cierta especialización, hacen referencia a la capacidad de llevar a cabo inspecciones y ensayos de sistemas operativos, hacer seguimientos de actividades operativas, recopilar información procedente de fuentes físicas o electrónicas o el análisis y gestión de datos digitales.
Por comunidades autónomas, Extremadura y Castilla-La Mancha son las que cuentan con un mayor número de trabajadores ocupando puestos en declive y por tanto susceptibles de ser automatizados, ocupados por un robot. En estas dos comunidades autónomas el 20% de los trabajadores se encuentra en esta situación. Tras ellas se situarían regiones como Murcia, Baleares, Andalucía y Castilla y León. Se trata de regiones con mucha presencia del sector primario, en el que se necesitan fundamentalmente competencias manuales y rutinarias, poco alineadas con los empleos del futuro, mientras escasean los empleos mejor posicionados, que requieren de competencias de comunicación, cognitivas, científicas y tecnológicas.
Cualidades por género
En el lado opuesto se encontrarían regiones como Madrid, que es la que ostenta más empleos con perfiles en auge. El grupo de ocupaciones mejor posicionadas supera el 40 %, mientras que el grupo peor posicionado solo emplea a un 12 % del empleo total. Estos resultados son consecuencia de que Madrid absorbe un gran tejido de empleos altamente cualificados.
Tras la capital, se ubicarían comunidades como Cataluña, Asturias y Euskadi, con un mayor número de ocupaciones emergentes. donde más de un tercio de sus empleos se desarrolla en perfiles emergentes. Seguidamente aparece un grupo de regiones del norte, como Navarra y Cantabria, con un panorama prácticamente idéntico.
En términos generales, las capacidades más valoradas entre hombre y mujeres y más presentes guardan claras diferencias. Así, las mujeres muestran con mayor frecuencia capacidades muy demandadas como la de coordinar actividades con otros, prestar labores de asesoría y consultoría. Los hombres, en cambio, muestran competencias más relacionadas con aspectos técnicos o cognitivo o las relacionadas con el liderazgo.
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