El PP ha vuelto a saborear una mayoría absoluta en tiempos de fragmentación política. Por primera vez, desde la ruptura del bipartidismo en 2015, y obviando la excepción gallega que durante cuatro legislaturas ha mantenido Alberto Núñez Feijóo, los populares han dado un golpe de efecto sobre el tablero electoral, que tras ocho años empieza a redibujarse con cambios amplios: una nueva reagrupación del centroderecha por el detrimento de Cs y la necesidad de reconstrucción de la izquierda a la izquierda del PSOE. Y en Andalucía, terreno inhóspito hasta hace muy poco para la derecha por ser el principal bastión territorial de los socialistas.
El diagnóstico interno que hacen en Génova sobre los buenos resultados obtenidos el 19-J en Andalucía giran alrededor de tres aspectos favorecedores. El primero que comentan es el propio candidato, por su moderación. En segundo lugar, el mal planteamiento de Vox durante la campaña. Afirman que Macarena Olona "no ha sabido leer" la realidad de la región y que, además de ir "solo con diez propuestas", ha producido un efecto arrastre hacia Juanma Moreno por situarle, por su deseo de alianza, como el contrapeso de Pedro Sánchez. A ello, se añade que Juan Marín ha ejercido el papel más combativo para defender la gestión de la legislatura que concluye. Por último, y como tercer factor, fuentes populares señalan a que "ya se ha quitado el tapón" y desbloqueado una situación complicada entre las filas: "¿Eso es efecto Feijóo? Lo llamaría efecto 'no Pablo, no Teo', expresan en alusión al anterior tándem que dirigía el partido.
Oficialmente, según refleja el escrutinio, la candidatura del barón andaluz obtuvo el 43,13% de los votos emitidos. Eso, aproxima la idea de que Moreno Bonilla logró el apoyo de casi la mitad de la población andaluz. Sobre esa base, en la formación han esgrimido sus diversas valoraciones internas y de los posibles escenarios que se abren a partir de ahora. Y entre ellos, la premisa de que la moderación defendida por Feijóo, y aplicada, como en Galicia, por el PP de Andalucía, se ha impuesto sobre la postura 'dura' y abierta a pactar con Vox si de ello depende la gobernabilidad del centroderecha por la que aboga la actual presidenta de la Comunidad de Madrid Isabel Díaz Ayuso.
Si Andalucía fuese una circunscripción única, Juanma Moreno habría sacado 50 escaños y requeriría de pactos para continuar en el Gobierno, como Ayuso
Al asentarse como lideresa regional, tras su nombramiento como dirigente del PP madrileño, Ayuso afianzó en Madrid una contrapropuesta al proyecto nacional que radica en dar la batalla cultural a la izquierda. Sobre ello, pivotará su candidatura para las próximas elecciones autonómicas de mayo de 2023, cuyo programa ha encargado a su hombre de confianza, el consejero de Educación y Universidades Enrique Ossorio, a quién recientemente ha designado vicepresidente de su Gobierno regional. No obstante, el panorama que ha dejado en las filas del partido la victoria rotunda de Moreno Bonilla, han hecho dudar de si la vía de la moderación, es mejor alternativa que la propuesta de Ayuso para ganar comicios a todas las escalas.
Feijóo considera que ambos modelos son compatibles si ello trae votos al PP en esta nueva etapa
En Génova insisten en que ambos modelos son perfectamente compatibles para Feijóo, que avala la pluralidad si, a cambio, consigue atraer voto a la formación. Determinan que pueden llegar a ser complementarios, aunque advierten de que, el modelo de Madrid, será algo más excepcional al ejercido en tierras andaluzas en la última convocatoria del 19-J. En definitiva, atajar por el centro para ampliar electorado hacia el progresismo moderado; al votante del PSOE desencantado con la gestión de Sánchez en el Gobierno o con su política de pactos con los partidos independentistas y nacionalistas.
A cierta distancia, y frente a los datos visualizados de una manera gruesa, la mayoría absoluta de Moreno Bonilla lleva a entender que ha logrado lo que Ayuso aún tiene pendiente: completa libertad de actuación sin depender de socios externos, algo que, por ahora, le sujeta a Rocío Monasterio y Vox. Pero, con los datos desglosados y una mayor profundidad de contemplación, se advierte que hay cierta 'trampa' en el éxito andaluz.
Si se tiene en cuenta que el censo llamado a las urnas el pasado domingo fue de 6.641.856 votantes y que solo 3.710.609 participaron -un 58,36%-, ese 43,13% de voto asignado al dirigente del PP-A queda reducido a un 25,2% de apoyo directo; casi veinte puntos menos. Esa cifra de respaldo, es menor al que obtuvo Ayuso en Madrid en relación a la misma regla: frente a un 44,73% de respaldo entre los votantes, el PP de Madrid logró un 32,1% de todo el censo. Un voto más por cada diez habitantes que Moreno Bonilla.
Las circunscripciones, la ventaja de Moreno
La participación electoral en la Comunidad de Madrid el 4 de mayo de 2021 superó en casi dieciocho puntos a las últimas regionales celebradas en España: un 76,25% ante un 58,36%. Pese a ello, Moreno Bonilla ha conseguido gobernar en solitario y sin "las manos atadas". Ello, se debe en gran medida al sistema electoral y a la particularidad del territorio madrileño, que es de circunscripción electora única. Andalucía, por el contrario, cuenta con ocho provincias entre los que se reparten los distintos números de escaños: Sevilla 18; Málaga 17; Cádiz 15; Granada 13; Almería 12; Córdoba 12; Huelva 11, y Jaén 11.
La proporcionalidad entre los distintas circunscripciones ha beneficiado a Moreno Bonilla, que ha conseguido superar al PSOE en todas las provincias y moverse entre los seis y los nueve escaños de manera homogénea. Algo con lo que Ayuso no puede contar: su lista individual recibe el voto directo. Aplicando ese sistema, el de la ley electoral de D'Hondt en circunscripción única, el PP-A habría obtenido 50 escaños frente a los 58 que ostenta; el PSOE (30) habría quedado en 28; Vox (14) sumaría uno más; Por Andalucía (5) quedaría en ocho representantes; Adelante Andalucía (2) ascendería a los cinco, y Cs, ya extraparlamentario tras perder 21 diputados, habría resistido con tres.
Por encima del dominio gallego
Si se traslada la misma consideración al Parlamento de Galicia, que celebró elecciones el 12 de julio de 2020, ocurre algo similar. El PP gallego de Feijóo, que también posee una amplia mayoría de 47 escaños de los 38 necesarios, sobre el censo total, consiguió un 23,48% frente al 47,96% que evidencia el escrutinio. Un registro que solo acoge la participación de 48,97% de la población llamada a participar: menos de la mitad de los ciudadanos con derecho a voto.
De acuerdo a estos datos, el modelo 'ideológico' de Ayuso ha conseguido proporcionalmente más apoyos que el de gestión por el que apuestan Feijóo y Moreno Bonilla, pese a esa mayoría cosechada. Todo, a consecuencia de la participación en los distintos comicios. Desde la dirección nacional consideran que ambas pueden convivir en paz dentro de la organización dentro de su propio espacio político. Sin embargo, fuentes del partido consideran que, tarde o temprano deberá conjugarse ambas propuestas. "No podemos volver a repetir el error de 2011", indican fuentes del partido, que atribuyen la fragmentación de la derecha actual a la apuesta única de la gestión técnica.
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