Cataluña se ha convertido, con el procès, en un auténtico agujero negro electoral para el PP. Siempre ha sido un granero de voto socialista, pero en las últimas generales los populares catalanes solo aportaron 2 escaños de los 48 que se repartían en esta comunidad. En 2011, con la mayoría absoluta de Mariano Rajoy, fueron 11. El PP catalán debe salir de esa dinámica y su primer examen serán las municipales de 2023, en las que el partido necesita recuperar el terreno perdido en manos de Cs.
Este viernes, Alberto Núñez Feijóo visitó Cataluña para reclamar a sus cuadros en esta comunidad que den la vuelta a esta situación. Lo hizo ante un partido especialmente fracturado por la "crisis existencial" vivida por el PP esta primavera, como reconoció su presidente, Alejandro Fernández.
De la dirección escogida en el congreso regional de 2018 solo queda él. Génova, entonces por orden de Teodoro García Egea, "amplió" la dirección regional y nombró gestoras en las cuatro provincias tras la debacle que las autonómicas de 2021, en las que el PP se quedó en 3 escaños.
Objetivo municipales
"Os propongo que el PP catalán sea una herramienta útil para Cataluña, y que mantenga la ilusión, la humildad, trabaje más y se exija más, mantenga la inteligencia y la sensibilidad para conectar con catalanes" recetó Feijóo ante los líderes del partido en Cataluña para recuperar el terreno perdido en manos de Cs durante la última década. Y evitar que el previsible desplome del partido naranja se reparta entre PSC y Vox, como sucedió en las autonómicas.
Las elecciones municipales de 2023 serán una auténtica prueba de fuego para el PP catalán, que necesita recuperar el terreno perdido si aspira a ser, como afirmó Fernández, una de las palancas que lleven a Feijóo a la Moncloa. El relevo en la cúpula del partido, y sobre todo la aplastante victoria de Andalucía "ha sido un chute de energía", reconocen los cuadros catalanes. Pero el trabajo que tienen por delante es ingente.
El PP solo conserva una alcaldía en Cataluña, la de Pontons. Un municipio de 500 habitantes que Josep Tutusaus gobierna desde hace 20 años. Xavier García Albiol se impuso en Badalona, y Manu Reyes en Castelldefels, pero ambos fueron desbancados por alianzas de toda la oposición, desde el PSC a la CUP.
Más allá de estos tres alcaldes emblemáticos, el PP fue la séptima fuerza en Cataluña en las municipales de 2019 con poco más de 108.000 votos. Consiguió apenas 67 concejales, frente a los más de tres mil de ERC o los 1.315 del PSC.
Barrido del área metropolitana
Feijóo sabía de qué hablaba cuando advertía, este viernes, que "necesitamos más presencia en el territorio porque si no estás en territorio no estás en el debate político". En el entorno metropolitano de Barcelona, el PP ha sido barrido en la última década por Cs.
Se quedó sin representación en ciudades como Santa Coloma, Sant Adrià, Cornellà o Sant Andreu de la Barca, donde el PSC gobierna sin rival. Municipios con fuerte presencia de población llegada de otros puntos de España en los que los populares han vivido con indisimulado entusiasmo la victoria de Juanma Moreno en Andalucía.
Será en el entorno metropolitano, con permiso de Tarragona, donde el PP catalán se juegue su futuro en las próximas municipales. Quizá por eso la dirección ha optado por convocar un único congreso provincial: el de Barcelona. Será este mes de julio con un resultado ya conocido: Manu Reyes ha sido el único candidato a la presidencia del partido en Barcelona, tras dirigir la gestora en los últimos meses.
No habrá congreso del PP catalán hasta después de las elecciones municipales, pese a la voluntad inicial de los responsables catalanes. Se pospone la reconfiguración y se mantiene la gestora en manos de Santiago Rodríguez conviviendo con Alejandro Fernández como presidente y líder parlamentario.
La prioridad ha sido reforzar la estructura de Barcelona, de la que dependerá en primera instancia la designación de candidatos en esta provincia. Aunque nada se hará, nunca se hace, sin la aprobación de Génova.
Baile de candidatos en Barcelona
La clave, sin embargo, sigue siendo el candidato en Barcelona, todavía por escoger. Mientras Cs y Vox ya han designado a Mari Luz Guilarte y Juan Garriga, respetivamente, el PP sigue sin tener sustituto para el polémico Josep Bou. Fue una apuesta personal de Pablo Casado hace tres años, según algunos clave para que el PP no desapareciera de la capital catalana.
Pero en estos tres años ha roto prácticamente todos los puentes con el partido en Cataluña. Desbancados Casado y Egea, desde la sede catalana no tardaron en dejarle claro que no cuentan con él para 2023. Aunque nadie lo ha anunciado oficialmente.
Mientras, se ha desatado ya el baile de candidatos. El primer nombre en saltar a los medios fue el de Daniel Sirera, ex presidente del PP catalán, al que la exposición pública parece haber quemado como candidato.
En el partido hay presiones sobre la número dos del PP en el Parlamento Europeo, Dolors Montserrat. Pero la eurodiputada se resiste a dejar la portavocía europea para engrosar las filas de la oposición en Barcelona. Se barajan otros nombres, pero lo único cierto es que no hay una decisión tomada, y el partido empieza a llegar tarde a una batalla fundamental.
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