El bipartidismo atraviesa una etapa de refortalecimiento. El Partido Popular y el PSOE, después de atravesar un periodo político ampliamente segmentado en cinco flancos -sin contar las propuestas regionalistas, nacionalistas o independentistas- complementado por Unidas Podemos, Ciudadanos y Vox, empiezan a recuperar músculo a costa del descontento social con los nuevos partidos y por los cambios internos desarrollados en la estructura popular y socialista desde el 2015. También, por la preocupación a causa de la delicada coyuntura económica. Así lo indica el barómetro de julio del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) publicado esta semana, que pronostica una intención de voto del 58,3% a las dos grandes formaciones clásicas y, por primera vez desde mediados de 2018, la victoria del PP de convocarse ahora unos comicios generales.
El 'impulso' del bipartidismo viene alentado, entre otros, factores, por la adhesión de un tercio de votantes que en la repetición electoral del 10N en 2019, optaron por la abstención. En concreto, 3.498.226 papeletas retornarían a las urnas teñidas de color azul u rojo. Todo, pese al contraste de situación que, según el cómputo de encuestas atraviesan el centroderecha y el centroizquierda español, con el primero en escalada y el segundo descendiendo posiciones a goteo con los peores resultados estimados en lo que va de legislatura.
El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, es el representante nacional que más electorado extrae entre las personas que decidieron no votar en la anterior convocatoria. Sí a principios de mayo, ya apuntalada su estructura tras el relevo en la dirección a Pablo Casado, el barómetro de 40dB estimaba su influencia en 1,2 millones de electores, ahora el CIS aumenta esa cifra a más de 1,9 millones de españoles con un 15,3% de atracción hacia su propuesta programática. En segunda posición, le sigue el actual jefe del Gobierno, Pedro Sánchez, que sacaría de ese nicho electoral a un 12,7% del total abstencionista. El dirigente socialista que, a diferencia de Feijóo convencía en mayo a 862.063 no votantes, ahora rescataría de la abstención a cerca de 1,6 millones de papeletas.
Antes del desembarco de Feijóo en Génova, en febrero, el nivel de convencimiento del PP entre los abstencionistas, estimó el CIS, era del 7,5%, mientras que el de Sánchez cinco décimas más alto que la actualidad. Hace justo un año, ese mismo porcentaje de siete puntos y medio, se asignaba a los socialistas, al contrario, siendo el respaldo a Casado, por entonces, de 10,9%. Ello, confirma al mantenimiento de atracción del PSOE entre los censados desencantados y el incremento en unos cinco puntos de media de Feijóo entre los mismos.
Los indecisos, una importante llave
Si la abstención supone un refuerzo considerablemente importante para el bipartidismo, los indecisos tiene una llave clave para abrir paso a cualquiera de las candidaturas y decantar el próximo gobierno. Tomando como referencia el número de personas que no tienen claro si optar por la misma propuesta u otra diferente, o por salir de la abstención, hablamos de un total aproximado de 3,7 millones de votantes. De esta cantidad, 1,5 millones proceden de la abstención.
Contabilizando, únicamente, a aquellas personas que optaron por propuestas moderadas a izquierda y derecha, el PP y el PSOE tendrían la posibilidad de sumar en torno a 1,1 millones de nuevos sufragios.
El PP, quien más votante retiene y arrebata
Si las consecuencias de la crisis financiera de 2008 incentivó la polarización y las vías políticas alternativas, ahora, en vistas de nuevas dificultades económicas, es a través del centro por donde pasa la próxima contienda electoral. El PP lleva jugando esa carta desde abril, y el PSOE, que este sábado celebra un nuevo comité federal en la sede de Ferraz, parece estar orientándose hacia esa meta tras la remodelación de su Ejecutiva que ha dejado fuera al último rescoldo 'sanchista'. Sin Carmen Calvo ni Ábalos desde el verano pasado, y, ahora, con las bajas de Adriana Lastra en la vicesecretaría y Héctor Gómez en la portavocía del Grupo del Congreso de los Diputados. En cambio, Sánchez se rodeará de perfiles más moderados como Pilar Alegría en la portavocía nacional, Miquel Iceta como secretario de Memoria Democrática o Patxi López -rival en las últimas primarias- al frente del partido en las Cortes.
Feijóo conseguiría casi dos millones de votos con fugas procedentes de Cs y Vox
El barómetro del CIS apunta a que el PP de Feijóo es el partido de ámbito estatal que más electorado retiene en la recta final de legislatura, a poco más de año y medio para su conclusión. Los populares tendrían unas fugas de 13,1% -mayoritariamente entre quienes irían a parar a Vox, un 5,8%, o los que aún están indecisos-, es decir, retendría a nueve de cada diez votantes. Unidas Podemos le seguiría en esa clasificación con el 63,3% de fidelidad frente al 63% del PSOE. Los morados perderían uno de cada diez votantes en favor de Sánchez, algo que, en el caso de los socialistas, estaría más repartido entre otras propuestas, el voto en blanco o la indecisión.
Asimismo, los populares son la formación que más porcentaje amplio, por encima de los veinticinco puntos roba a otros grupos. Es el caso de Cs, primero, y Vox, después. A los naranjas, como viene siendo tendencia desde el último año, quitaría el 56,8% de su electorado, mientras que a los ultraconservadores el 28,1%, tres de cada diez votantes. Eso, traducido al censo, supondría un incremento de casi dos millones de votos: 1.961.335 nuevos apoyos. Lo hace en menor grado a los propios socialistas, influyendo en un 8,3% de sus electores, y en el 4% de los de Unidas Podemos. Incluso, Feijóo atrae al 1,2 de los votantes de Esquerra Republicana, al 4,8 de Junts o al 4,6% del PNV.
Cs intenta romper la tendencia
El último estudio del organismo público apunta a un descalabro considerable del partido de Inés Arrimadas que, en pleno proceso de reconstrucción interna bajo el asesoramiento de los liberales alemanes del FDP de Christian Lindner, solo retendrían a uno de cada diez fieles del 10N, un 11,8% de los sufragios. Eso, supondría pasar de 1.650.318 a 194.738 sufragios en cuatro años. A cambio, no recuperaría ni un 1% de votantes que optaron por PP o PSOE anteriormente, y tan solo el 1,2% del abstencionismo: 187.187.
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