Las comunidades autónomas no han acogido de buen agrado el plan energético aprobado por el Gobierno de Pedro Sánchez para promover el ahorro en el consumo. El anuncio de que a partir del martes de la próxima semana será obligatorias medidas como el apagado de los escaparates y la iluminación de edificios por la noche o la limitación en el uso del aire acondicionado y la calefacción, no ha sentado bien en Euskadi. A las críticas expresadas por el Ejecutivo de Ayuso en Madrid, que contempla incluso acudir hasta el Tribunal Constitucional, se suman ahora las efectuadas por el Gobierno vasco, en manos del PNV, socio de Sánchez.
En el País Vasco no se está planteando acudir a la Justicia, pero sí hacer oídos sordos a las medidas. Desdeña la batería de medidas por dos razones; por ser "efectistas" e ineficaces a largo plazo y por estar la Administración vasca elaborando su propio plan con las instituciones vascas.
Por el momento parece que el Ejecutivo de Urkullu no está dispuesto a poner a la policía autonómica vasca, a la Ertzaintza, a mirar termostatos para corroborar si se cumplen las limitaciones de grados. El Gobierno confía en las llamadas a la responsabilidad de la sociedad para evitar abusos. La consejera de Desarrollo Sostenible, Arantza Tapia ha llegado a cuestionar que se plantee el apagado de escaparates y no en cambio otras medidas más eficaces para el ahorro energético como la sustitución por bombillas led o el cambio de ventanas para evitar ineficiencias energéticas. El Gobierno vasco reclama que se propongan panes con una mirada "a medio y largo plazo" y no acciones que considera más fruto de la improvisación que de un estudio profundo.
En Euskadi hace semanas que se venía preparando un plan de ahorro que se pondrá en marcha el próximo 1 de septiembre. La fecha elegida permitiría sortear las restricciones energéticas las fiestas de Bilbao, Vitoria y San Sebastián, verdaderos motores económicos para las tres capitales vascas. En el borrador que se trabaja junto con los ayuntamientos y las tres diputaciones forales se proponen medidas distintas y más próximas a las propuestas por Europa como limitar la temperatura no a 27 grados sino a 25 y la calefacción poder establecerla en los 20 grados, y a partir de los 15 grados por la noche y los fines de semana.
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