Este jueves se conocía la muerte de Ravil Maganov. El presidente de la mayor petrolera rusa, Lukoil, fallecía después de, según el Kremlin, despeñarse desde la ventana de un hospital, en el que se recuperaba de un ataque al corazón. El propio Gobierno ruso aseguraba que el empresario tenía problemas psicológicos.
Esta no es la única muerte sospechosa de un directivo de la compañía petrolera, que fue una de las pocas empresas que se atrevió a criticar a Vladímir Putin tras el inicio de la guerra en Ucrania. Alexander Subbotin, exdirectivo de Rukoil, murió en casa de un chamán en una ciudad cercana a Moscú por inyectarse veneno de sapo para combatir la resaca.
Como es normal en Rusia, el silencio y la falta de información se ha adueñado de la sociedad, que dejó claro a inicios de la invasión a Ucrania que debían cesar las hostilidades por parte de Vladímir Putin.
El consejo de administración de la compañía expresó su "preocupación" por los "trágicos eventos" en Ucrania, mostrando su solidaridad con todos los que están siendo afectados por la "tragedia". "Apostamos por el cese inmediato del conflicto armado y apoyamos por completo su resolución mediante un proceso de negociación y a través de vías diplomáticas", dijo en un comunicado la compañía días después de la invasión.
Días después de este comunicado, el que fuera fundador de la compañía petrolera, dejaba Lukoil sin dar explicaciones y notificando al regulador ruso con un escueto comunicado su decisión, en el que se indicaba que la marcha “se producía antes de lo previsto''. Vagit Alekpérov se marchó por la puerta de atrás 29 años después de crear el gigante petrolero ruso.
El empresario de origen azerí (72 años) había tomado las riendas de la compañía desde su privatización en 1993. Su dilatada carrera ha sido finiquitada con un breve comunicado donde no se han explicado los motivos de su renuncia.
Antes de que se iniciara la guerra y antes del coronavirus, Lukoil facturaba anualmente más de 141.000 millones de dólares y cuenta con unas reservas probadas de 17,3 millones de barriles.
De hecho, la compañía, que tiene negocios hasta en 23 países en el mundo, ha visto cómo su negocio ha quedado dañado por la invasión rusa en Ucrania. Sin ir más lejos, las acciones de la compañía han perdido un 35% durante este año, en contraposición de las empresas del sector. Las grandes petroleras iniciaron un rally alcista sobre el parqué gracias al encarecimiento del petróleo.
Lazos en España
España siempre fue un mercado más que apetecible para Lukoil. En 2008, la compañía rusa anunció una fuerte inversión para España para poblar de gasolineras diversos puntos de la geografía española.
A día de hoy, el logotipo de la petrolera puede verse en nuestras carreteras debido al acuerdo alcanzado con la petrolera española Meroil, con la que creó una joint venture llamada Meroil Tank, que dispone de 14 grandes depósitos, y otros 11 menores, capaces de guardar 350.000 litros de hidrocarburos.
Ambas empresas acordaron destinar 50 millones de euros de capital. Fue en 2012 cuando se inauguró un hub en el aeropuerto de Barcelona para transportar crudo a diversos países de África y Asia. De hecho, la expectación por la llegada del gigante ruso era tal que el presidente de la Generalitat por aquellos entonces, Artur Mas, se hizo la foto protocolaria.
No es la única vez que Lukoil ha querido estrechar los lazos con España. En 2008, la empresa lanzó una ofensiva para comprar el 20% de Repsol, que en esos momentos era propiedad de Sacyr Vallehermoso. La operación era de tal calado que, según las filtraciones de WikiLeaks, José Luis Rodríguez Zapatero y el Rey Juan Carlos I apoyaban el desembarco de la petrolera rusa para salvar la viabilidad económica de la constructora, seriamente dañada por la burbuja inmobiliaria que estalló ese mismo año.
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