Es una batalla librada metro a metro, espacio a espacio, joven a joven. Comenzó de modo silencioso hace más de una década, casi al mismo tiempo en el que la izquierda abertzale tradicional culminaba su cambio de estrategia, impulsaba y forzaba el final de ETA y se decantaba por una reconversión institucional. El campo de batalla fundamental han sido las aulas y los campus universitario, así como los campos de fútbol y, más recientemente, las fiestas populares.
La desaparición del terrorismo y el proceso de ‘reconversión’ institucional de la izquierda abertzale dejó atrás restos de descontento en los sectores más radicales que durante décadas integraron ese mundo. Los críticos eran minoría, pero se sintieron ignorados y desairados y en algunos casos iniciaron su propio camino. La oportunidad la brindaban precisamente las nuevas generaciones que no habían conocido el horror del pasado violento y a las que se les podría trasladar un mensaje de lucha de clases, comunismo y Estado vasco socialista sin que lo identificaran con parte del discurso que durante décadas alimentó la violencia etarra.
Hoy, ambos entornos de la izquierda abertzale libran una guerra por hacerse con el control de las nuevas generaciones, de los espacios que ocupa la juventud, fundamentalmente la educación, el deporte y la cultura y lo hacen en claro clima de confrontación y diferencia.
El final del periodo estival ha dejado el rastro más evidente de esa fractura por el control de las nuevas generaciones. El inicio del curso escolar abre una nueva etapa para seguir engordando sus filas, en el caso de las organizaciones de la corriente crítica, y por evitar adelgazar las suyas, en las afines a la corriente oficial que lidera Otegi.
De ir a derrocarlo a "apuntalar el régimen"
Ernai frente GKS (Gazte Koordinadora Sozialista). Y entre ellas, una maraña de pequeñas organizaciones que han nacido bajo su protección y en busca de ganar o no perder terreno. El lehendakari Iñigo Urkullu inauguró ayer el curso universitario en Euskadi. Días atrás su consejero de Educación hacía lo propio en la enseñanza no universitaria. En las redes, el pulso en el arranque del curso escolar también ha sido evidente. El sector crítico llama ya a los jóvenes a participar en la marcha programada para el día 30 y en la que se abordará el modo de hacer frente al mundo capitalista. En el oficial, en redes se invita a seguir luchando por las reivindicaciones que han proclamado este verano. También para colaborar en la campaña de presencia visual con acciones como comprar la agenda escolar para este curso con el anagrama de Ernai, además de camisetas y sudaderas con el lema “Gazte eta aske” (Joven y libre).
Es un pulso joven, muy joven. La mayor parte de los que forman parte de ambas corrientes no conocieron los años de violencia terrorista. En los actos organizados por el llamado Mugimendu Sozialista (Movimiento socialista) en el que se engloba GKS, la juventud de sus asistentes era generalizada; universitarios o incluso estudiantes de instituto. Sólo en Durango, en el encuentro celebrado en julio pasado, lograron reunir a cerca de 2.000. Por ahora los críticos parecen estar ganado el órdago lanzado a las nuevas generaciones de izquierda. Su discurso pone el foco en el modelo comunista, en la defensa de un Estado vasco socialista y la posición crítica con el ‘aburguesamiento’ de la izquierda abertzale de sus padres, la de Otegi, EH Bildu. Una de sus críticas más repetidas es la de recordarles que aseguraron acudir a Madrid para “derrocar al régimen” y se han convertido en la coalición que lo “apuntala”.
En el ámbito universitario más relevante de Euskadi, la Universidad del País Vasco, los críticos lograron su mayor botín. El histórico sindicato estudiantil que siempre controló la izquierda abertzale cambió de senda. Ikasle Abertzaleak se decantó por la corriente crítica y trabaja hoy por consolidar ese espacio. Las tensiones con las juventudes de Bildu, Ernai, precipitaron su ruptura en 2018 y desde entonces colaboran intensamente para visibilizar su sintonía. Esta ruptura, que ha llevado a Sortu a crear su propia organización estudiantil, Euskal Ikasleen Erakundea.
Batalla de pancartas, financiación y mensajes
Algo similar ocurrió con numerosos movimientos afines a los equipos de fútbol vascos, donde el poder de las juventudes críticas ha ido en aumento en los últimos años. La alianza de Herri Norte (Athletic Club), Indar Gorri (Osasuna), Real Sociedad Firm, Iraultza 1921 (Alavés) e Indar Armagiña (Eibar) sintoniza con el sector más duro y ortodoxo de la izquierda abertzale.
Lo viejo frente a lo nuevo. Lo institucional frente a lo revolucionario. Lo nuestro frente a lo de nuestros padres. Son algunas de las claves que podrían explicar la fractura en estos colectivos que han vivido este verano alguno de los episodios más evidentes del enfrentamiento. En San Sebastián el control del material de un Gaztetxe (Casa de la juventud) terminó en una sería confrontación y cruce de comunicados entre ambos sectores. En no pocos municipios, las movilizaciones por obtener una txosna o caseta en las fiestas –y obtener financiación- les ha vuelto a comprometer. O las prácticas en forma de pintadas, manifestaciones y homenajes que unos han retomado mientras otros intentan relegar, han marcado las distancias. Una pugna que ha permitido ver en muchos municipios vascos una suerte de ‘guerra’ de pancartas y lemas de unos y otros.
El líder de EH Bildu, Arnaldo Otegi, considerado un “traidor” por algunos sectores, y un líder de otro tiempo para muchos de los jóvenes, ha llegado a calificar de “autoritarios” a los miembros de las nuevas organizaciones. El máximo responsable de Sortu, Arkaitz Rodríguez, fue más allá y calificó a sus críticos de “grupo sectario y reaccionario bajo una teórica pseudo revolucionario”.
Penetración social creciente
Al calor del Mugimendu Sozialista no sólo nace GKS sino que surgen otros grupos dirigidos a reforzar esa penetración social en las nuevas generaciones. Además de priorizar su penetración en el ámbito escolar y universitario para captar a los más jóvenes, y contar para ello con el apoyo de Ikasle Abertzaleak, la estructura de esta nueva corriente abertzale completa su labor de captación y concienciación en otros ámbitos. Así, Erraki promueve mensajes dirigidos al ámbito laboral, el movimiento ‘Itaia’ lo hace como organización socialista feminista para logra penetración entre las mujeres y ‘Ekida’ busca lo propio adentrándose en el entorno cultural.
No son los únicos. En estos años en los que la violencia terrorista desaparecía en Euskadi y la izquierda abertzale se ajustaba el traje de coalición institucional capaz de convertirse en socio preferente del Gobierno de España, han surgido más movimientos de ideología abertzale y críticos con EH Bildu. Es el caso del Movimiento pro Amnistía y Contra la Represión, vinculada a algunos de los presos de ETA que más han cuestionado el cambio de estrategia de EH Bildu, u organizaciones como Herritar Batasuna, Jarki o Hauspoa.
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