Tres reuniones al máximo nivel han seguido esta semana a una celebración de la Diada en la que han cristalizado todas las guerras internas del independentismo. Pere Aragonès recibió el martes en el Palau de la Generalitat a las entidades: ANC, Òminum y AMI; el miércoles seis horas de reunión entre las cúpulas de Junts y Esquerra, y el jueves encuentro de la ANC con la jefatura de Junts.
Ninguna de ellas ha servido, sin embargo, para cerrar heridas. Al contrario. El gobierno de Pere Aragonès -que hace una semana miraba con displicencia las amenazas de Junts- es más frágil que nunca. Pero también lo es el propio partido fundado por Carles Puigdemont.
Aragonès aseguró el jueves que "no contempla" la salida de Junts del Govern y esgrimió la postura de los consejeros de JxCat para justificar su optimismo en la posibilidad de completar la legislatura en febrero de 2025. Pero lo cierto es que tanto desde Esquerra como en Junts reconocen que la reunión del miércoles no fue bien. Fue un encuentro tenso, lleno de reproches, del que se salió sin acuerdos.
Fecha límite
Republicanos y junteros tienen ahora diez días para solucionar sus diferencias. Y habilitar una salida que permita convencer a las bases de Junts de que el partido debe seguir en el Govern. El debate de política general fijado para el 27 de septiembre es la fecha límite. Hasta entonces se sucederán los contactos entre ambas formaciones para buscar una salida que no se presume fácil.
Al abrir el curso político Jordi Turull puso tres condiciones sobre la mesa de ERC: definir la dirección estratégica, centrar la mesa de diálogo en el referéndum de independencia o abandonarla, y coordinación de los grupos independentistas en Madrid.
El primero parecía a priori el objetivo más asequible, pese al protagonismo que JxCat quiere dar a Carles Puigdemont en esa dirección estratégica. Esta semana, Esquerra empezó a tantear la posibilidad de ampliarla a "nuevos actores", siguiendo la estela de Òminum -cada vez más alineada con los republicanos- probablemente para diluir el peso de la ANC en ese nuevo "estado mayor".
Pero Aragonès parecía cerrar la puerta a esa opción este jueves, al descartar un nuevo "estado mayor" a imagen del creado en 2017. «Es bueno compartir diferentes estrategias, pero no tenemos que discutir quién manda sino qué hacemos» argumentó al ser preguntado por esta cuestión.
Gobierno en solitario de ERC
En Junts no son pocas las voces que empiezan a alertar que Esquerra está buscando la ruptura de la coalición y acaricia la idea de gobernar solos la Generalitat. Una idea que los republicanos desechan oficialmente, aunque de puertas adentro valoren esa opción. Con el probable apoyo externo del PSC y los Comunes esta vía les ofrecería la opción de un gobierno con mayor estabilidad interna, a costa del desgaste al que les someterían JxCat y la CUP desde la oposición.
En todo caso a partir del 30 de septiembre JxCat tiene que abrir el melón de la consulta a las bases, con o sin acuerdo con ERC. Y esa consulta es muy probable que vuelva a abrir las costuras del partido para dividirlo en dos facciones: a favor y en contra de seguir en el Govern.
A favor de la continuidad se alinean los consejeros, con Jaume Giró a la cabeza, Turull y sus fieles en la dirección del partido, parte del grupo parlamentario -aunque Borràs conserva a un grupo de fieles- y la gran mayoría de los alcaldes que se enfrentan a las urnas en menos de un año.
En contra, Borràs y Puigdemont han olvidado sus rencillas para hacer frente común junto a sus fieles, entre ellos la alcaldesa de Girona, Marta Madrenas. Una consulta a las bases contra la opinión de Puigdemont y Borràs puede ser un empeño imposible, y de ello es consciente la cúpula de la formación.
División en Junts
Turull, que este verano ya renunció a la presidencia del partido para evitar el choque con Borràs -pese a que después obtuvo más votos que ella en el congreso de JxCat- podría estar considerando romper el Govern para evitar que se rompa el partido. Aunque tampoco es claro que los consejeros y altos cargos de la Generalitat que forman la estructura de Junts estén de acuerdo.
Todo ello mientras la ANC y el Consejo por la República (CxR) convocan una nueva manifestación para conmemorar el quinto aniversario del 1-O. La presidenta de la Asamblea, Dolors Feliu, ya ha dejado claro que el punto de partida será más duro incluso que el de la Diada tras el portazo del Govern a su propuesta de proclamar la independencia en el segundo semestre de 2023.
Y esa manifestación, que presumiblemente lo será en gran parte contra el Govern de Aragonès, llevará la firma de Puigdemont como presidente del CxR. Un nuevo elemento de presión para Junts, pese a que el partido intente aparentar que las críticas de la ANC tienen a Esquerra como único destinatario.
Junts se sumó entusiasta a la manifestación de la ANC para desmarcarse de Esquerra. Pero si la ANC acaba presentando una lista cívica, los de Borràs son los que tienen más que perder.
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