El nuevo gobierno monocolor de la Generalitat se estrenará este martes con su primera patata caliente sobre la mesa: la aprobación de los presupuestos para 2023. Unas cuentas que el ya ex consejero de Junts Jaume Giró dejó esbozadas, de las que ahora se desentiende JxCat. La votación de las cuentas catalanas será la primera prueba de los apoyos parlamentarios del Govern de Pere Aragonès. Un test que Aragonès podría esquivar prorrogando los presupuestos, con un coste de 3.098 millones de euros.
"Le pedimos Aragonés que nos cuente cómo y con quién lo piensa hacer, lo que hace lo hace con calculadora electoral en la mano, no es momento de cálculos electorales" advertía la portavoz del PSC, Elia Tortolero, ante la negativa de Esquerra a pactar los presupuestos con los socialistas.
Pero los republicanos han dejado clara su nula voluntad de acercarse al PSC. En público, con la intervención protagonizada este sábado por su presidente, Oriol Junqueras, en la que cerró la puerta a esa posibilidad. Y en privado, con las dos llamadas de Aragonès a la líder de Comunes, Jessica Albiach, para buscar su apoyo a las cuentas. Llamadas que no se han producido en el caso de Salvador Illa.
Los presupuestos de Junts
En este contexto, Esquerra ha salido desde este lunes con toda la artillería pesada para presionar a Junts con su presidente, la consejera de presidencia, Laura Vilagrà, y Marta Vilalta. La secretaria general adjunta y portavoz de ERC ha llamado a Junts a la responsabilidad para que no haga una "oposición destructiva" al nuevo Govern abogando por acuerdos durante la legislatura en cuestiones como los Presupuestos de la Generalitat de 2023.
"No entenderíamos que ahora pasáramos del blanco al negro. Y que todo lo que era bueno la semana pasada ahora sea malo porque han decidido salir del Govern", ha afirmado Vilalta, en línea con lo defendido el sábado por Junqueras, que este lunes ha insistido en la misma tesis, al tiempo que descartaba al PSC.
Más dura se muestra la número dos de Aragonès en el Govern. Vilagrà respondió a las críticas de Laura Borràs, que considera ilegítimo el nuevo Govern por su falta de apoyos parlamentarios. "Es un lenguaje populista que usa habitualmente Vox en el Congreso" advertía tras descartar nuevas elecciones porque "el resultado sería más o menos el mismo".
Borràs no dimite
Si Vilagrà ha elevado el tono con Borràs, Junts no se queda atrás en la presión desatada contra el nuevo ejecutivo de Aragonès, con la exigencia de elecciones anticipadas como leit motiv de las intervenciones de todos los líderes del partido. El secretario general de Junts, Jordi Turull, deja claro además que tras la salida del Govern se sienten libres para votar en contra de las cuentas. "Hay que ver qué presupuestos llegan" al Parlament, advertía este lunes.
Aragonès "tiene 33 diputados y el 21%. La legitimidad nace y emana del Parlament" advertía Borràs para reclamar una nueva cita con las urnas. O que ERC se eche en manos del PSC, lo que les permitiría erigirse como única voz del independentismo auténtico -con permiso de la CUP-.
La ex presidenta del Parlament, que sigue bloqueando su relevo al frente de la cámara autonómica, dejó claro además que no piensa dimitir, por lo menos hasta que lo haga Aragonès. "El acuerdo era en base a las presidencias, como en la legislatura anterior, yo fui presidenta con los votos de ERC y Pere Aragonès fue presidente con los votos de JxCat. El día que Aragonès dimita Laura Borràs dimitirá" afirmaba en Rac1.
PSC mantiene la posición
Mientras, el PSC asegura que "seguirá haciendo lo mismo". Esto es, ofrecerse a ERC para pactar los presupuestos y garantizar "que no dejen perder estos 3.098 millones de euros -que incorporan las nuevas cuentas tras elevar el tech de gasto de la Generalitat- porque Cataluña lo necesita".
Los socialistas catalanes no se moverán -de momento- de esta posición para no perjudicar al PSOE en la negociación de los Presupuestos Generales. Más duros se muestran los comunes, que exigen a Aragonès un amplio acuerdo "progresista" que sirva para aprobar los presupuestos en el Congreso, el Parlament y el Ayuntamiento de Barcelona, como sucedió el año pasado.
Tanto Pedro Sánchez como Pere Aragonès y Ada Colau son rehenes de su debilitad parlamentaria en el Congreso, el Parlament y el Ayuntamiento de Barcelona. Aunque Aragonès es hoy por hoy el más débil de los tres.
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