"Discreción absoluta", lo llaman en el Ejecutivo. Más sencillo: silencio. El Gobierno no quiere que se arruine la negociación con el PP para el relevo en el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y el desbloqueo, además, del Tribunal Constitucional. Y cree que puede descarrilar si trascienden antes de tiempo detalles del acuerdo que está intentando tejer con Génova, o nombres. La Moncloa se ha impuesto un férreo control de la información para evitar que las conversaciones fracasen. Ni confirma ni desmiente algunos puntos de mínimos consensuados, y ni tan siquiera se fija plazos, más allá de expresar su anhelo de que el pacto se cierre "pronto". Y los ministros más al corriente de los contactos y del círculo más estrecho de Pedro Sánchez se escurren hacia ese espeso silencio tanto en público como en privado.
Por ahora, el único dato admitido por las dos partes es que las conversaciones continúan y el hilo de comunicación pervive. Este miércoles, el número tres del PP, Elías Bendodo, indicó en Cuatro que confía en un pacto "más pronto que tarde" y añadió que las negociaciones "se están intensificando" y están "avanzando", informa EFE. La ministra de Hacienda y vicesecretaria general del PSOE, María Jesús Montero, se aferraba a esa máxima de "discreción absoluta" para ni tan siquiera confirmar una aceleración de los contactos y anticipar un desbloqueo. "Hasta que no esté firmado por las dos partes no podemos levantar las campanas al vuelo", señalaba en TVE.
Prefiero ser prudente, porque ya han visto que de otros acuerdos luego a última hora alguien se ha echado para atrás"
MARÍA JESÚS MONTERO, MINISTRA DE HACIENDA
Y es que los socialistas se dicen escaldados por lo ocurrido en el pasado. Lo expresaba el propio Sánchez a los periodistas la pasada semana en la recepción del 12 de octubre en el Palacio Real, y lo reiteraba este miércoles Montero en la tele: en otras ocasiones el acuerdo estuvo a punto de sellarse e incluso, como sucedió en 2018, estuvo cerrado y el PP lo rompió a ultimísima hora —al filtrarse el mensaje del entonces portavoz conservador en el Senado, Ignacio Cosidó, presumiendo ante sus compañeros de que el partido podría controlar la Sala Segunda del Tribunal Supremo "desde detrás"—.
"Prefiero ser prudente, esperar a que el anuncio se pueda producir con todas sus consecuencias, porque ya han visto que de otros acuerdos luego a última hora alguien se ha echado para atrás y no sería una buena noticia para nuestro país", argumentaba la titular de Hacienda.
Ferraz y el ala socialista del Gobierno se abonan, pues, a la cautela extrema. El negociador del presidente, el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños —la contraparte de Esteban González Pons, el enviado de Alberto Núñez Feijóo—, rehúye dar detalles cada vez que es preguntado. Igual que la portavoz del Ejecutivo, Isabel Rodríguez, se escudaba en esos contactos en marcha para no ofrecer más precisiones. Tampoco se dan cuentas de las conversaciones que se mantienen en paralelo con el socio de coalición, Unidas Podemos. El hermetismo es total.
Cambio de tono
La importancia que el Ejecutivo confiere a la posibilidad de desbloqueo del CGPJ, que acabaría así casi con cuatro años de parálisis e "insumisión constitucional", explica ese absoluto celo. Y explica, por supuesto, el cambio de tono de Sánchez en su segundo duelo con Feijóo en el Senado. El líder socialista admitió que para preservar ese frágil espacio de diálogo con el PP, "es importante", señaló en el pleno, que se dejen "a un lado" los reproches en esta carpeta que tantas vueltas ha dado durante la legislatura.
En el Ejecutivo no niegan el ok a dos puntos: que el nuevo CGPJ eleve una propuesta y que se fuercen los consensos internos
Precisamente tras el careo en la Cámara alta de este martes, el entorno de Feijóo apreciaba el cambio de tono de Sánchez y apuntaba que eso ayudaba a desbrozar las negociaciones. Las mismas fuentes indicaban que el documento que fija los requisitos para la despolitización del CGPJ no estaba del todo cerrado ya que restaba "una cosa" por rematar, que no detallaron. La dirección del PP agregaba que el pacto sale ya o no saldrá. Trasladado ese mensaje a la Moncloa, el Gobierno respondía con el mutismo. En el equipo del presidente rehusaron precisar si el acuerdo es inminente o no.
Desde el Ejecutivo no se niega, no obstante, que se incluyan en el texto final dos puntos que han trascendido en los últimos días: que será el renovado CGPJ el que eleve una propuesta de cambio del sistema de elección de los vocales y que todos sus nombramientos —no solo los más sensibles— se tendrán que aprobar por mayoría cualificada de tres quintos de sus miembros, para forzar los consensos internos. El PP exige despolitizar el órgano, y Sánchez sí respondió el pasado 12-O que nunca fue un "problema" consensuar los criterios de "idoneidad" de los candidatos, porque de hecho eso ya se apalabró con la dirección de Pablo Casado.
Esta vez, parece que el acuerdo está más próximo y que se camina sobre cimientos más sólidos. Pero los socialistas prefieren no llamarse a engaño ni vender optimismo. Por lo que pueda pasar. Y, a estas alturas, el pacto puede prosperar... o embarrancar.
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