En sólo quince años en Euskadi la inmigración se ha duplicado. Hoy representa el 11,5% de su población. Sin embargo, al contrario de lo que pudiera parecer este fenómeno ha ido en paralelo a la cada vez mayor tolerancia que muestra la sociedad vasca hacia quienes llegar de fuera para intentar una vida mejor en el País Vasco. La mayoría de los ciudadanos cree que no tiene un efecto negativo ni en la economía, ni en el empleo ni en la identidad vasca o la lengua. El porcentaje de población que cree que es "un problema" la llegada de inmigración apenas representa actualmente el 6% de la población, frente al 9,8% que lo consideraba el año pasado.
Son algunos de los datos de Barómetro 'Percepciones y actitudes hacia la población de origen extranjero' realizado por el Observatorio vasco de Inmigración. Una de las conclusiones más llamativas es cómo en la última década ha ido disminuyendo la consideración como problema de las personas extranjeras a Euskadi en la última década. Una evolución que se ha acentuado durante el periodo de la pandemia y más recientemente tras la crisis de Ucrania. En 2012 lo afirmaba un 17,5% de la población, hoy lo ve como un problema una tercera parte, el 6%.
Lo que sí se mantiene estable es la percepción de inmigración que la ciudadanía cree que existe y la que realmente hay. La estimación media de la ciudadanía es que ronda el 19% o 20%, mientras que la realidad es que alcanzan el 11,5%. Las mujeres tienen la percepción de que mucho más alta (23,4%) de la que lo tienen los hombres (16,1%). Una mayor tolerancia que se detecta pese a que la sensación de más de ocho de cada diez encuestados es que en los próximos años seguirá creciendo. También que quienes en mayor medida llegarán serán ciudadanos del Magreb, seguidos de los europeos y los del África Subsahariana.
Falta de mano de obra
La falta de mano de obra en la economía vasca, fundamentalmente por el problema demográfico que arrastra la sociedad vasca, es una de las razones que ha favorecido la buena percepción de la inmigración en Euskadi. El 77% de los encuestados cree que permite que la economía vasca funcione mejor al ocupar puestos de trabajo que los autóctonos no desean. Ese mismo porcentaje asegura que la economía vasca necesita de esa mano de obra en algunos sectores. El 81% no cree que su llegada no tienen relación con la bajada de sueldos o que son una de las causas del aumento del desempleo.
El impacto de la irrupción de población con otras culturas, religiones y tradiciones, ocho de cada diez está en desacuerdo en que puedan suponer un freno "a las aspiraciones del nacionalismo vasco" o que puedan contribuir "a la pérdida de la identidad vasca". El porcentaje baja ligeramente pero se sitúa por encima del 70% entre los que no creen que frene el desarrollo del euskera o afecte a su utilización. Así, el 92% de los consultados asegura que los hijos de los inmigrantes nacidos en Euskadi deben ser considerados vascos.
El alto grado de tolerancia hacia la inmigración en Euskadi se demuestra en que el 81% asegura que deben tener "los mismos derechos y obligaciones" que los vascos, frente al 18% que no lo apoya. Hace sólo tres años quienes creían que no debían tenerlos eran el doble, el 35,8%. A la hora de bajar al detalle de los derechos a los que se debería facilitar su acceso en igualdad de condiciones que los autóctonos, los porcentajes varían. Mientras que el acceso a la sanidad y la educación en igualdad de condiciones lo avala la inmensa mayoría de la sociedad vasca, más del 83%, aspectos como el acceso a la asistencia jurídica (68%), las ayudas sociales (36,5%), las VPO (33,5%), el derecho a la reagrupamiento (32,8%) o el derecho al voto (28%) reciben un apoyo menor.
Los "nacionalistas españoles", menos tolerantes
En cuanto a la regularización de estas personas a su llegada, el 43% de la población vasca es partidaria de permitirles su entrada sin ningún obstáculo legal. Este porcentaje ha crecido diez puntos sólo en un año. Otro 28% apunta que sólo se debe autorizar si cuentan con contrato de trabajo. En el caso de los Menores no acompañados, en términos generales la ciudadanía está dividida entre quienes apoyan que se les ofrezcan pisos o residencias tuteladas (37%) y los que aceptan acogerles pero "hasta un cupo" distribuir el resto entre todas las Comunidades Autónomas.
La opinión sobre los menores no acompañados también divide a la ciudadanía. El 56% no cree que se les proteja en exceso desde las instituciones y un 46% tampoco comparte la idea de que su llegada afecta negativamente a la seguridad ciudadana. Más aún, son mayoría los que señalan que tienen grandes problemas en la búsqueda de empleo, los que reclaman que se respeten sus derechos y los partidarios de integrarles en la sociedad vasca.
En cuanto al perfil de los ciudadanos más tolerantes y menos tolerantes en la sociedad vasca, Ikuspegi asegura que los jóvenes menos de 29 años son menos críticos con la inmigración. También asegura que quienes se muestran menos tolerantes son quienes tienen una menor formación, son castellanohablantes, "nacionalistas españoles" y de sentimiento "predominantemente español" y de ideología de "centro-derecha o derecha". El estatus bajo es más común entre este colectivo, según el informe.
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