Jueves por la noche, una multitud de vecinos se manifiesta frente al Centro de Salud de los Ángeles en la calle Totanes por el cierre de los Servicios de Urgencia de Atención Primaria. Protestan por el abandono institucional que padecen en el barrio. "Da lo mismo quién gobierne. El barrio madrileño de Villaverde lleva muchísimos años de abandono institucional", afirma Marta Fernández, vecina comprometida con las movilizaciones.
Marta Fernández culpa a las autoridades de los problemas actuales que tiene el barrio. "Además de los cierres de los centros de salud también hay muchas zonas que se han abandonado y no tienen ningún tipo de mantenimiento desde hace mucho tiempo, como el parque Butarque, ideado como punto de encuentro para los vecinos y que no se puede disfrutar por la presencia de drogodependientes".
En Villaverde se repite la situación que se vive en otros puntos de España como en el Raval de Barcelona, la heroína se está convirtiendo en la mayor preocupación del barrio, como ya ocurriera en los años ochenta que parecía extinto y que, sin embargo, regresa con fuerza.
Vecinos y responsables vecinales hacen la misma valoración sobre el principal problema en Villaverde: la heroína. Los narcopisos, adictos pinchándose en las calles, jeringuillas por los suelos y asentamientos de chabolas en los que se vende y consume droga aumentan a diario según la percepción de los vecinos.
Desde mediados del mes de agosto se ha asentado un narcopoblado al lado de la estación de cercanías de Villaverde Alto. La situación se ha complicado y ahora mismo hay unas diez chabolas en donde viven y comercian los drogodependientes. Los vecinos están cansados de visitas de políticos que “sólo vienen a hacerse la foto”.
“El 1 de septiembre vino Begoña Villacís, la vicealcaldesa de Madrid, a hacerse una foto mientras desmantelaban dos chabolas”, nos cuenta Ainhoa, vecina y trabajadora del polígono industrial de Villaverde Alto. “Al final las chabolas desmanteladas por Villacís han acabado sumándose a las que ya están al lado de la estación de Villaverde Alto, una zona con empresas de hasta tres mil trabajadores”, añade Ainhoa.
El problema de la droga revierte en todos los aspectos de la vida del barrio, como el económico. De esta forma un polígono industrial muy atractivo para instalar un empresa por precio y cercanía a la capital ve su imagen deteriorada ante la presencia de drogodependientes. “Cuando salgo de mi empresa a cinco metros tengo un narcopoblado donde se realiza compra y venta de droga. No es raro encontrarme a una persona que le han dado una paliza a las tres de la tarde en la puerta de mi trabajo", relata Ainhoa.
Parece que vuelven los ochenta. En mi puerta ya he visto inyectarse, sangre por el suelo, peleas, etc.
Rafa, vecino
Los vecinos cuentan que hace cuatro años esto no pasaba, que el consumo de heroína se ha vuelto a convertir en un problema, pero tienen esperanza en que se de con una solución: “Si se ha podido ayudar a la gente de la Celsa se puede ayudar a los 50 drogodependientes que vienen a Villaverde”.
Rafa Búrdalo, miembro de una plataforma de vecinos que se encarga de dar visibilidad a los narcopisos, nos habla de hasta 15 viviendas en las que se vende droga. “La situación se repite mucho y es el patrón de lo que vemos. El propietario con problemas de adicción da facilidad a esas personas que trapichean en sus domicilios. Los dueños de los inmuebles son los que menos se lucran. Hay una organización detrás impresionante". "Aquí es exactamente lo mismo que en El Raval de Barcelona, parece que vuelven los ochenta. En mi puerta ya he visto inyectarse, sangre por el suelo, peleas, etc.", afirma.
Otros problemas
Los tiempos en los que la Colonia Marconi era uno de los principales lugares de prostitución han pasado a mejor vida. Según explica Javier Cuenca, presidente de la Asociación de Vecinos La Incolora, ya no hay prostitución en la calle excepto casos puntuales. “En Villaverde pasa como en cualquier barrio de Madrid. Dejas el coche aparcado y cuando vuelves te encuentras anuncios de prostitución en domicilios cercanos”, explica Javier.
Javier también deja claro el problema con las bandas juveniles. “En Villaverde no hemos identificado la presencia de bandas. No decimos que alguno de los jóvenes que viven en el barrio no pertenezca a una de estas bandas pero los problemas que han habido han sido también muy puntuales”.
El presidente de la Asociación de Vecinos Incolora se refiere al asesinato de un joven hace unos meses en Villaverde como “un ajuste de cuentas de otro homicidio producido en Alcorcón. Esto significa que estas bandas no tienen un lugar fijo en donde operar. Fue en Villaverde como podría haber sido en cualquier parte”.
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