Suele decirse que la España de los pantanos se tragó muchos pueblos, pero no es tan habitual hablar de aquellos nuevos que crecieron alrededor de la inmensidad destructiva de estos generadores de agua y electricidad. Salto de Castro es uno de esos nuevos complejos de viviendas que resultaron de la expansión de la presa de Castro en la frontera de Zamora con Portugal. Ubicado en el parque natural de Arribes del Duero, esta localización hace de la cercanía a este espacio natural protegido un gran atractivo turístico aún por explotar.
Salto de Castro fue construido por Iberduero (actual Iberdrola) para dar cobijo a las familias de los obreros que trabajaron construyendo la presa de Castro. La mecanización y automatización de los trabajos de mantenimiento que sustituyeron a los empleados que vivían de esta presa acabaron también con la vida del poblado.
Fue abandonado en 1989 por el traslado de los empleados y el puesto de la Guardia Civil que custodiaba ambas presas, hecho por el cual hoy se encuentra totalmente deshabitado y abandonado. Es una excursión habitual en la zona y una experiencia inquietante: pasear por las viviendas azotadas por años de desocupación y vandalismo, que también ha afectado a la antigua escuela y hasta a la iglesia que daba servicio a los habitantes de la antigua localidad, perteneciente al municipio de Fonfría.
Estas condiciones hacen de Salto de Castro un lugar curioso que despierta la atención de numerosas personas y turistas. Y es lo que pensaron los propietarios que se lanzaron a comprar el pueblo a principios de los 2000, con la intención de explotar todo su potencial turístico.
La idea era hacer algo parecido a lo que pasó con Salto de Saucelle (Salamanca), poblado de idéntico origen que actualmente es propiedad de un grupo hotelero que lo ha convertido en el Complejo Turístico Aldeaduero. Ahora sus edificios son casas rurales, un hotel, un restaurante, una tienda y una hospedería. Sin embargo, la llegada de la crisis en 2008 acabó con su proyecto de convertir esta aldea en un nuevo Salto de Saucelle en Zamora, que alberga otros poblados también abandonados, como el de Salto de Villalcampo, cuyos edificios se encuentran tapiados por la empresa aún dueña para evitar destrozos.
Ahora, con la familia ya retirada del circuito de los negocios en España, los dueños del Salto de Castro quieren pasar el testigo a otros emprendedores, y de ahí su venta. Este pueblo, pegado a un embalse y fronterizo con Portugal, cuenta con 44 viviendas, de las cuales cinco son independientes.
El entramado de construcciones contiene un bar, una iglesia, y una escuela con varias aulas, así como una hospedería con proyecto para ejecutar 14 habitaciones, con salón comedor y lavandería. Según los propietarios, se podría adquirir una licencia para albergar 184 plazas de turismo rural. También tiene un antiguo cuartel de la Guardia Civil, un piscina y zonas deportivas. Además de un embalse a escasos metros donde se podría, incluso, poner en marcha un barco turístico.
El precio de salida para el conjunto de las propiedades es de 260.000 euros. Aunque eso sí, los propietarios estiman que quien quiera restaurarlo y dejarlo 100% operativo para su explotación necesitará una inversión cercana a los 2 millones. Un pequeño reino a la venta, por el que ya han mostrado interés al menos una universidad privada, dos ONG's y varios inversores del extranjero.
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