Vox descarta mover ficha primero y presentar una moción de censura en el Congreso de los Diputados contra el Gobierno, algo que sí hizo hace dos años, en octubre, atribuyéndola a un socavamiento de los "contrapoderes" del Estado y al ataque de la democracia y la monarquía. En esta ocasión, y por esos motivos, que considera amplificados por la intención de Moncloa de sustituir el delito de sedición por otro de delito de desorden público agravado, el partido ultraconservador insta a Génova a tomar la delantera. Todo por tratarse el Partido Popular (PP) del principal grupo de la oposición en la cámara baja. Con este emplazamiento hecho por el presidente de Vox este lunes, Santiago Abascal busca que Alberto Núñez Feijóo dé el paso -algo que también está promoviendo Ciudadanos (Cs)- y autorice a su 'segunda', Cuca Gamarra, para iniciar los trámites de este mecanismo constitucional en las Cortes.
Momentáneamente, el movimiento del PP en torno a la cuestión de la sedición ha sido mucho más austero que lo que exige Vox: no abogan por la moción. Feijóo, en la última reunión de la ejecutiva nacional ha anunciado dos vías parlamentarias para afrontar la supresión de este delito, algo que revertirá de llegar a La Moncloa. La primera será la de abogar por mantener este delito dentro del Código Penal, a la vez que se incorpora como tal la convocatoria de referendos ilegales. A ello le ha sumado una comparecencia urgente -ya formalizada por los de Gamarra- de Pedro Sánchez en el Congreso para que dé explicaciones sobre la tragedia de Melilla a finales de junio.
Fuentes de la dirección nacional de Vox admiten que de conseguirse llevar a pleno un debate de investidura, son conscientes de que esta no puede prosperar por el limitado número de apoyos con los que cuenta el bloque de centroderecha frente a la actual mayoría de investidura. "Es inviable, el PSOE tiene un abanico más amplio de socios por que no tiene escrúpulos", apuntan, apelando a los "principios" de Vox. Como base, el Ejecutivo cuenta con 165 votos que se posicionarían en contra de esa moción de censura, con el más que probable rechazo de ERC (13) y EH Bildu (5), que optaron por la abstención a la candidatura de Sánchez para la presidencia en 2020. Su inclinación en contra, aumentaría la cifra a 184 'noes'.
La derecha, en cambio, contaría con los 153 'síes' de PP, Vox, Cs; así como de los partidarios del Grupo Mixto, como los no adscritos de Navarra Suma, Pablo Cambronero, o el líder de Foro. En duda quedaría el sentido del voto de las dos diputadas de Coalición Canaria, de Junts, del PDeCAT o de la CUP.
Vox descarta una mayoría suficiente para la censura: "el PSOE tiene un abanico amplio de socios porque no tiene escrúpulos"
Del mismo modo, desde la sede nacional de Bambú, dirigentes de Vox descartan que Feijóo quiera y vaya a promover la que sería la sexta moción de censura en democracia desde 1980. Lo achacan a que el líder gallego no quiere lidiar con esa derrota -a falta de apoyos claros- a las puertas del próximo año electoral, que podría fortalecer más a Sánchez. A consecuencia de ello, la insistencia de los de Abascal en que está en la mano del principal partido de la oposición poner en marcha esta vía parlamentaria, a quien se ofrece a respaldar junto a Cs, radica en dos objetivos.
Por un lado, Abascal y su equipo quiere que el PP se moje después de semanas tanteando otras alternativas electorales que no pasen por Vox y busque su respaldo de manera oficial para este proceso. Hasta ahora, la preferencia de Feijóo para un futuro Ejecutivo pasa por el PNV, con quien a finales de octubre Génova certificó sus diferencias ideológicas. A sabiendas de que el presidente popular no dará el paso, Vox queda como única oposición en la calle, con la manifestación contra el Gobierno que Bambú ha convocado en Barcelona este sábado y para la que demanda el apoyo de otros grupos y la sociedad civil. A ello se añade las concentraciones que fomentará el domingo 27 de noviembre frente a cada ayuntamiento nacional. A esta estrategia también está jugando Cs, que por su cuenta no puede iniciar una moción de censura -se necesitan 35 diputados como mínimo- pero reivindica la autoría de la idea.
El segundo objetivo, en la línea con las relaciones que Feijóo quiere fomentar con el PNV, consiste en evidenciar las contradicciones del PP en política de pactos. Los nacionalistas vascos han respaldado la supresión de la sedición afirmando que lo creen "proporcional" y que la "música" de la propuesta hecha en las Cortes por PSOE y Unidas Podemos "les suena bien". Por ello, en Vox se cuestionan como Feijóo será capaz de revertir la derogación de la sedición como ha prometido sin acercarse a la formación: "¿Cómo lo hará, con el PNV?", se preguntan con ironía al concebir que la gobernabilidad del PP a partir de 2024, y su mayoría, pasará irremediablemente por la mano de Abascal.
Recuperar la iniciativa
Con el posicionamiento público de este lunes tras el Comité de Acción Política (CAP), una comparecencia poco cotidiana dado que la suele ejercer el vicepresidente de Acción Política Jorge Buxadé, Abascal ha querido retomar el ritmo de la agenda frente al PP. Es algo que ha quedado relegado en los últimos dos meses a consecuencia del cisma interno atravesado con Macarena Olona, que ahora amaga desde fuera del partido con presentarse a las elecciones generales. Como Isabel Díaz Ayuso a finales de agosto, Vox quiso tomar la iniciativa sobre Feijóo anunciando que recurriría ante el Tribunal Constitucional (TC) el polémico decreto energético del Gobierno convalidado en la cámara baja. Sin embargo, los problemas con Olona y la reactivación de las negociaciones para renovar el CGPJ impidieron a los de Abascal desarrollar su agenda. Este recurso se ha presentado la semana pasada, pero ha pasado desapercibido.
Los problemas con Olona y el reinicio de las negociaciones para renovar el CGPJ impidieron a los de Abascal desarrollar su agenda política
Esta empieza a ponerse de nuevo en funcionamiento. Conocida como España Decide, la agenda política de Vox aboga por fomentar los referendos ciudadanos. Abascal anunciaba este lunes la presentación ante la Mesa del Congreso de una solicitud para no admitir a trámite la proposición para suprimir sedición. Ésta la ha ignorado y ha dado luz verde a la propuesta. De hacerlo, anticipaba el líder de Vox, el partido iniciaría el proceso para poder convocar una consulta a gran escala sobre este asunto. Con todo, es algo complicado, bajo el parámetro que indica la Constitución: debe ser convocado por el Rey a propuesta del presidente del Gobierno y con la autorización de las Cortes, que deberán crear una ley orgánica para regularizar todo el proceso.
La de Sánchez, única moción que prosperó
De fomentarse el instrumento de la moción de censura, sería la sexta en tramitarse en democracia. A la última de Vox en 2020 se le añade dos años antes la que catapultó a Sánchez a La Moncloa en 2018 y sacó a Mariano Rajoy del Ejecutivo. Esa ha sido la única que ha prosperado. Un año antes, en 2017, Pablo Iglesias y Unidas Podemos protagonizaron esa demanda en el Congreso contra el expresidente y exlíder del PP. Ella estuvo respaldada por ERC, EH Bildu y Compromís, y contó con la abstención de PSOE, PDeCAT, PNV y Nueva Canarias -ahora fuera de la cámara-.
La anterior a Iglesias la puso en marcha la extinta Alianza Popular de Antonio Hernández Mancha en 1987 para expulsar a Felipe González, quien, siete años antes, hizo lo propio frente a Adolfo Suárez, el líder de la UCD y presidente del Gobierno.
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