La delegada del Gobierno contra la Violencia de Género, Victoria Rosell, se ha convertido en el eslabón más débil del escándalo en torno a la Ley de Libertad Sexual del Ministerio de Irene Montero. Desde no pocas instancias del Ejecutivo y hasta de su propio partido, la señalan como la responsable última de las enormes grietas de la ley, pero, sobre todo, como el chivo expiatorio que ofrecer ante una de las crisis más graves por las que ha atravesado el Gobierno de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos.
La titular de Igualdad, Irene Montero, "es intocable. No va a dimitir", aseguran las fuentes consultadas por El Independiente y "Pedro Sánchez no la puede cesar, tampoco la vicepresidenta segunda", Yolanda Díaz, convertida en la diana de las invectivas de Pablo Iglesias, cada vez más agresivo con su sucesora.
Cualquier movimiento en este sentido podría dinamitar el gobierno de coalición. Moncloa es consciente de ello. De hecho, el jefe del Ejecutivo se vio obligado a intervenir, a favor de una Montero, Irene, contradiciendo a la otra Montero, María Jesús, para que no saltara todo por los aires y la legislatura tuviera un final abrupto. Frente a su ministra de Hacienda y vicesecretaria general del PSOE, que defendió la reforma de la ley, Sánchez, prefiere esperar a lo que digan Fiscalía y Supremo para ganar tiempo.
Sacrificar a la delegada contra la Violencia de Género
Pero del mismo modo que en Podemos defienden contra viento y marea la continuidad de su ministra y en Presidencia del Gobierno asumen esa premisa -tras mantenerse Moncloa en contacto con ella en los últimos días-, desde ambas instancias han hecho llegar a la ministra y a su entorno que, dado el escándalo y la alarma social que la aplicación de la ley ha supuesto al suavizar la situación penitenciaria de una serie de delincuentes sexuales, sacrifique a su delegada del Gobierno contra la Violencia de Género.
Considerada la autora material de la ley, la jueza Victoria Rosell, se ha puesto en contra hasta a Juezas y Jueces para la Democracia, organización de la que ella misma era miembro. De hecho, quien llegó a ser portavoz de esta asociación progresista Ignacio González Vega, ha sido uno de los magistrados que ha rebajado la condena a un violador por la aplicación de la ley del solo sí es sí, en fin, nada sospechoso de ser un "facha con toga".
A los errores de la ley se suma la reacción del Ministerio de Igualdad
Y es que a los errores de la ley se suma la reacción del Ministerio de Igualdad. Rosell, a la que hay que reconocer que no se escondió y fue la primera en dar la cara ante el desaguisado junto a la secretaria de Estado de Igualdad, Ángela Rodríguez Pam, no tuvo inconveniente en defender la idoneidad de la ley de principio a fin y echar las culpas a sus antiguos compañeros de la judicatura, también de plantarse alegando que el texto no se tocaba. Por si fuera poco, criticó a la prensa por informar de aquellos abogados dispuestos a pedir la revisión de la pena para sus defendidos.
Y llegado este punto, Sánchez se ha encomendado a la Fiscalía y al Tribunal Supremo para que le saquen del atolladero, pero, al tiempo, internamente se ha lanzado el mensaje de que debe haber alguna asunción de responsabilidades. "Y a cambio de la ministra, todos apuntan a Rosell", incluso, aseguran los medios consultados, desde algunas estancias de Podemos, cuya cúpula se ha cerrado en banda e insistido en una especie de conspiración mundial contra el partido morado.
Lo cierto es que la delegada del Gobierno contra la Violencia de Género resulta para el tándem Montero-Iglesias "intocable". Del rosario de deserciones, abandonos, ceses y traiciones que jalonan la corta vida del partido morado, Rosell forma parte de ese grupo de irreductibles nucleados en torno a Pablo Iglesias e Irene Montero, muy probablemente, futura candidata a la Presidencia del Gobierno bajo la siglas de Podemos.
Para el tándem Montero-Iglesias Victoria Rosell es "intocable"
Pero el escándalo de la ley podría mermar aún más sus opciones por mucho que insistan en la tesis de la conspiración, todo ello sin olvidar la ruptura de facto con la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz. Por ello quizá a Montero podría acabar interesándole ofrecer la cabeza de Rosell salvo que Fiscalía y Supremo enderecen la situación. No haría falta siquiera un cese formal sino un abandono voluntario del cargo, indican las mismas fuentes consultadas, bajo el argumento de que no se desea perjudicar a la ministra.
Una buena muestra de que que Rosell forma parte de ese sanedrín fue el modo en que Podemos rescató su nombre para vocal del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) a sabiendas de que el ministro Félix Bolaños ya había pasado esa pantalla hacía meses y el asunto les enfrentaba a Yolanda Díaz. En Moncloa y en el entorno de la vicepresidenta segunda llevan mucho tiempo sospechando que los morados romperán conforme se acerquen las elecciones generales, pero lo ocurrido en torno a la ley del solo sí es sí no parece a mejor carta de presentación para Irene Montero.
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