Si el carrusel de la política se escruta por semanas, muchas no arrojan dudas. La pasada se le torció sobremanera al Gobierno, por dejar abierta la puerta a la reforma de la malversación —un cambio legal muy rechazado internamente en el PSOE, aunque también en Podemos y en otras formaciones— y por el estallido de la polémica sobre la ley del solo sí es sí. La bomba tenía una enorme carga explosiva. Pero apenas unos días después el Ejecutivo siente que está logrando doblegar la curva, capeando el temporal. Con un doble tanto materializado este jueves: la aprobación por mayoría amplísima del Congreso de los terceros Presupuestos Generales del Estado (PGE) de la legislatura, con los que Pedro Sánchez ya puede llegar a las urnas a finales de 2023, y el eclipse de la crisis del sí es sí facilitado por los ataques machistas de Vox a la ministra de Igualdad, Irene Montero. El día acabó con otras dos votaciones ganadas con holgura por el Ejecutivo: la validación del dictamen del impuesto a la banca, las energéticas y las grandes fortunas y la toma en consideración de la proposición de ley de derogación de la sedición. Dos últimas votaciones que pusieron fin a un larguísimo pleno en la carrera de San Jerónimo que se alargó ya hasta la madrugada del viernes.
Los labios de los ministros y dirigentes y diputados socialistas dibujaban una satisfacción inequívoca en la Cámara baja durante toda la jornada. La semana, coincidían todos, se había ido "enderezando" poco a poco, diluyéndose los frentes abiertos, en buena medida gracias a la ayuda "de la ultraderecha y con el beneplácito de la derecha", como sintetizaba un miembro de la cúpula federal. La "violencia política" de Vox sobre Montero contribuyó a cohesionar la coalición. La Moncloa ya había dado orden de apretar las filas, pero las "barbaridades" proferidas por la formación de Santiago Abascal —la diputada Carla Toscano encendió la bronca total en el Congreso la tarde del miércoles al espetarle a la ministra que su único mérito ha sido "estudiar en profundidad a Pablo Iglesias"— unieron más al Ejecutivo y al conjunto de la izquierda. El foco ya no se situaba en la Ley Orgánica de Garantía Integral de la Libertad Sexual, cuyo destino lo marcará la doctrina que fije el Tribunal Supremo, sino en Vox. En unos ataques que fueron condenados por casi la totalidad del hemiciclo, incluido el PP.
Los insultos machistas cohesionan al Ejecutivo y refuerzan a Montero tras acusar un gran desgaste
También conscientes de que los insultos de la ultraderecha a Montero sobre todo la fortalecían a ella misma, los socialistas intentaron este jueves poner el acento en la aprobación de los Presupuestos de 2023, que ahora arrancarán su tramitación en el Senado. Las diferentes secciones recibieron 187 votos, procedentes de diez formaciones políticas —PSOE, Unidas Podemos, ERC, PNV, Bildu, PDeCAT, Coalición Canaria, Más País-Equo, Compromís y Partido Regionalista de Cantabria (PRC)— e incorporaron más de 300 enmiendas de los grupos de las 5.461 registradas. Los PGE proporcionan un oxígeno clave en un momento de ahogo para el bipartito. Sánchez revalidó la alianza con sus socios por tercera vez consecutiva. "¿Y por qué no ir a por unos cuartos, antes la disolución de las Cortes?", especulaban fuentes de Ferraz.
Se ha impuesto la "política útil", se felicitó Sánchez ante los periodistas a la salida del pleno, la "victoria del entendimiento entre dispares y que no es una victoria frente a nadie, sino frente a los desafíos que tiene por delante la sociedad española". El presidente hizo hincapié en que los PGE son capitales porque permitirán proteger a una "mayoría social", especialmente a los más vulnerables, posibilitarán canalizar los fondos europeos y "garantizarán una estabilidad política necesaria". Un valor este último, el de la "estabilidad", que Sánchez siempre remacha frente a las críticas de la derecha por la "inestabilidad" del Ejecutivo.
La crítica al 'hooliganismo político'
El líder socialista no quería desviar la atención de las cuentas del Estado. Incluso cuando los periodistas le preguntaron por la ministra de Igualdad, él, después de remarcar que "el insulto, la descalificación y el hooliganismo político demuestran la ausencia total de proyecto político, de ideas y propuestas para solucionar problemas", volvió a hacer hincapié en que había vencido la "política útil" frente al "ruido" al aprobarse los terceros Presupuestos consecutivos en tiempo y forma, cosa que "no ocurría desde hace muchos años".
Sánchez pone el acento en los PGE que le dan gasolina hasta el final y no cierra la puerta al cambio en malversación
Sánchez tampoco quiso cerrar la puerta definitivamente sobre la reforma de la malversación ("vamos a ver la tramitación parlamentaria"). En la Moncloa ya sí admiten más abiertamente que ese cambio legal pedido por ERC no se hará, que la respuesta a los republicanos, rubricaron a El Independiente fuentes oficiales, es "un no" y que "se está ya hablando con ellos".
Pero lo cierto es que no hay portazo final y oficial todavía. Según expresaba un miembro de la cúpula, porque los Presupuestos "son la mejor bofetada contra el PP, y han sido un trabajo de chinos", un hito clave en la legislatura que permitirá al Ejecutivo agotar el mandato, llegar con gasolina (al menos, teóricamente) hasta finales de 2023, cuando se celebrarán las generales. "Hoy [por este jueves] tocaba hablar de Presupuestos, y nada más", resumía esta misma fuente.
Sin embargo, al no haber un cierre por parte de Sánchez, las dudas no pueden morir del todo. "Yo, como Santo Tomás, tengo que meter el dedo en la herida, aunque es verdad que parece que hay agujero", reconocía a este diario un relevante miembro de la dirección. En el núcleo duro del presidente agregan que la propia ERC se ha dado cuenta de las "dificultades" de encaje, por el peligro de que una mínima reforma abra una rendija por la que puedan colarse los políticos corruptos. "Ha sido la propia ERC la que ha sacado este tema de foco", apuntalaba un ministro en el Congreso pasadas las 21 horas. El portavoz de los republicanos, Gabriel Rufián, ni mentó la malversación durante el debate de la toma en consideración de la propuesta de supresión de la sedición.
La aprobación de los Presupuestos, no obstante, se daba por sentada. Incluso el apoyo de ERC, anunciado por la mañana, no sorprendió a nadie. Lo que sí impregnó el ambiente en el Congreso fue la tensión por los insultos machistas de Vox. La ministra Montero remarcó que los ataques dirigidos contra ella rebasaron un límite, posible porque "muchos" lo rozaban en los últimos días, cuando se cuestionó su gestión por el goteo de rebaja de penas y excarcelaciones tras la entrada en vigor de la ley del sí es sí. La lectura de los socialistas es que, lógicamente, las invectivas de la derecha habían concedido un respiro al Ejecutivo y habían ayudado a la titular de Igualdad a recomponerse en su momento de mayor debilidad.
Vox no se retractó de sus insultos (tampoco lo hizo su diputada Carla Toscano): su portavoz Víctor Sánchez del Real se burló de la "bronquita de colegio de monjas" de la víspera, aseguró que si la parlamentaria de su grupo "no lloró" es "porque tiene más hombría, valentía y coraje" que "todos los diputados zurdos", y reprochó al PP su "tibieza".
Ya se verá si se cambia la ley
Es una "vergüenza", son descalificaciones "despreciables", es un problema la "banalización" de la política, el "descrédito parlamentario", indicaron varios diputados socialistas consultados por este periódico. Por la tarde, diputadas de todos los grupos, salvo el PP (y naturalmente Vox) posaron juntas en el Salón de Pasos Perdidos de la Cámara baja para mostrar su repulsa a la "violencia política" en el hemiciclo.
El cambio de la sedición sale avalado por 187 síes, 155 noes y 6 abstenciones. No hay fisuras en el PSOE
Sánchez, que había evitado el miércoles por la mañana respaldar explícitamente a su ministra, la respaldó a la tarde frente a Vox. La ultraderecha, lo decían todos los cargos, logró alinear a toda la coalición y concedido oxígeno a la señalada titular de Igualdad. Pero no borra por completo la crisis del sí es sí. Aún está pendiente, recordó una máxima responsable socialista, el pronunciamiento del Supremo, y si es adverso, habrá que estudiar si hay que cambiar la norma. Tesis a la que por ahora se niegan Montero y Podemos.
El pleno en la Cámara baja concluyó cerca de la una de la madrugada con dos votaciones ganadas por el Ejecutivo y que no arrojaron ninguna sorpresa: el dictamen del impuesto a la banca, las energéticas y las grandes fortunas y la supresión de la sedición. Ambas se hicieron por llamamiento individual a cada uno de los diputados —como en las investiduras—, lo que alargaron la jornada cerca de una hora. El PP pidió ese formato, a viva voz, para retratar a los parlamentarios socialistas por la modificación del Código Penal y Más País-Compromís y EH Bildu contraatacó solicitándolo para el gravamen a bancos y eléctricas.
El resultado fue el previsto en la sedición: 187 votos a favor, mayoría absoluta, de la reforma (PSOE, Unidas Podemos, ERC, PNV, Bildu, PDeCAT, Más País-Equo, Compromís y BNG), 155 en contra de la derecha (PP, Vox, Ciudadanos, Coalición Canaria, PRC, Foro Asturias y los dos ex de UPN) y seis abstenciones (Junts y CUP). No hubo deserciones en el Grupo Socialista, tal y como se preveía. Es más, cuando la Mesa requirió el voto a la primera diputada, Inma Oria, ella y todos sus compañeros coreografiaron un apoyo a la iniciativa poniéndose en pie. "Aquí estamos todos las y los socialistas juntos, sin fisuras. Sí", respondió la parlamentaria.
Sánchez acude a votar presencialmente la sedición para mostrar que "no se esconde"
Sánchez votó los dictámenes de los Presupuestos a media tarde, marchó para una cena con la Internacional Socialista —cuyo congreso se celebra este fin de semana y lo proclamará a él como presidente— y regresó ya de noche para las votaciones de impuestos y sedición. El mensaje que quería lanzar la Moncloa, apuntaron fuentes gubernamentales, es que el presidente "no se esconde" y lidera el cambio legal al que siempre se comprometió.
El superjueves en el Congreso quedó marcado por la victoria holgada y sin sobresaltos del Ejecutivo. A la una de la mañana, los rostros de todos ya acusaban el cansancio tras una jornada agotadora y maratoniana, concluida con dos votaciones por llamamiento previsibles. "¿Y todo esto, para qué?", se preguntaba una relevante ministra, refiriéndose al PP. El Ejecutivo se siente ganador y cree que la derecha, una vez, se ha enredado en su laberinto.
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