Y Edmundo Bal dio un paso al frente. El 'número dos' de Inés Arrimadas en el Congreso de los Diputados y 'tres' a nivel nacional por su cargo de vicesecretario general de Ciudadanos ha culminado un divorcio interno que lleva apreciándose desde hace semanas. Al menos en lo profesional y en lo que respecta al devenir político. Bal se presentará a las primarias del partido de cara a la próxima Asamblea General; la sexta y de carácter extraordinario. Y lo hará previsiblemente con la competencia de la actual presidenta, que pese a no confirmar candidatura, apunta a buscar la reelección. Este cisma, definirá la supervivencia de la organización, a la cual las principales encuestas nacionales otorgan un escaño de máximo en las Cortes. El escenario tampoco es muy halagüeño a nivel municipal, aunque resiste en algunos ayuntamientos como el de Madrid.
Bal coge así el testigo de uno de sus principales apoyos dentro de la dirección nacional, el procurador castellano y leonés Francisco Igea, que el pasado martes abrió un nuevo estadio para la formación en el proceso de refundación que atraviesa la marca al demandar un nuevo liderazgo públicamente. Aunque este es un debate que ya se puso sobre la mesa en la última reunión de la Ejecutiva Nacional, el viernes pasado. Que la líder naranja lleva tiempo siendo cuestionada por ciertas capas de la militancia no es ningún secreto. Ahí está el sector crítico Somos Cs que ha abogado siempre por ante poner unas primarias previas a la renovación de la marca. Este rechazo a Arrimadas viene de la incapacidad de hacer reflotar al partido, y se ha agudizado desde mediados del año pasado, tras la pérdida de los bastiones regionales de Murcia y la Comunidad de Madrid, donde además perdieron la representación. Así como la salida del Gobierno en Castilla y León y la puntilla que ha supuesto el extraparlamentarismo andaluz consecuencia de la mayoría absoluta del PP.
A saber, las dos disputas más recientes entre dirigentes están relacionadas con la Ley de Garantía Integral de la Libertad Sexual y con el modelo orgánico del partido. Por un lado, y a nivel parlamentario, el voto favorable a la también llamada ley del 'solo sí es sí' ha provocado rifirrafes dentro del grupo; entre los que consideran que ofrece ventajas y los que ven un error haber contribuido, sobre todo en términos electorales y en pleno proceso de presión al PP para que encabece una moción de censura contra Pedro Sánchez. Principalmente, dado que la ley está conllevando la reducción de condenas al fusionarse los delitos de abuso y agresión sexual y ampliarse las horquillas de las penas. En el reproche por no haber advertido esta posibilidad estaría Arrimadas frente, al menos, a Bal y la portavoz naranja de Igualdad Sara Giménez, que defienden la presentación de enmiendas en el Senado. Preguntado por ello, Bal ha negado las tensiones y hecho hincapié en la cordialidad que existe en entre compañeros.
Más roce y división ha producido el debate sobre la propuesta estructural, que será aprobada en la asamblea refundacional por la militancia. Éste transcurrió, de igual manera, en el último encuentro de la Ejecutiva. Las dos figuras más representativas del partido -obviando a Begoña Villacís en el ámbito municipal- desde la salida de Albert Rivera chocaron en cuanto al devenir orgánico de Cs. El replanteamiento de la marca fue vendido como la mejor vía de lavado de imagen e ideario, un proceso independiente de los afiliados donde no interferirían y simplemente acatarían las conclusiones. Porque "si imponemos un plan, el proceso sería falso" aseguraban desde la dirección nacional. Sin embargo, esto no se ha desarrollado del todo así. Y es que el 70% de los militantes han reclamado cambiar la nomenclatura del partido y el 95% quieren mantener la estructura presidencialista. Así lo confirma el diario El País, que ha tenido acceso al resultado de los cuestionarios internos.
Frente al modelo de bicefalia de Arrimadas, Bal quería mantener el presidencialismo, tal y como apoya el 95% de la militancia"
En el caso del primer dato, hay cierta ambigüedad porque se ha planteado mantener el nombre pero sí cambiar las siglas: de Cs a Cdd. Pero en el segundo, solo cinco de cada cien afiliados era partidario a un reparto de competencias como la bicefalia que se implantará el mes que viene. Dividirá el poder entre un portavoz político -a lo que aspira Bal- y un secretario general, que solo tendrá competencias internas y no podrá ejercer la política. En la Ejecutiva, Bal y su círculo, en la línea de lo votado por las bases, solicitaba un modelo presidencialista con un liderazgo claro aunque rehuyendo lo que el propio partido califica como "cesarismo"; dando más protagonismo a los territorios a la hora de tomar las decisiones. Contradecían, por tanto, el compromiso trasladado por fuentes nacionales de Ventas a mediados de noviembre, cuando se anunció el fin de los trabajos del equipo para la refundación y la aproximación a un modelo funcional similar al del PNV. Esa era la preferencia de Arrimadas.
Bal quiere que el candidato a las generales supere un doble check: primarias en enero para liderar la parte política de Cs y nuevo proceso en otoño
El punto más polémico, quizá, ha sido la retirada del blindaje de la presidenta, que ha dejado de ser 'intocable' a la vista de pronunciamientos como el de Igea. Mientas el círculo más próximo de Arrimadas defendía la bicefalia para proteger a su "mayor activo político" y auguraba su continuidad, al menos, hasta unas primarias en otoño de cara a las generales, para elegir candidato oficial, la corriente que respalda a Bal apostaba por "un doble check". Es decir, que Arrimadas se sometiese al voto de los afiliados en enero junto al candidato a secretario general, y, una vez convocados los comicios, refrendara su apoyo con otras primarias. A diferencia del planteamiento de modelo, aquí Bal si consiguió arrancar esa aspiración.
"Es una decisión que he meditado. Soy una persona que cree en este proyecto de verdad. Me cuesta un sacrificio personal importante, pero creo que es mi obligación intentarlo", indicaba Bal a la prensa este viernes al mismo tiempo que hacía el anuncio. Previamente, se lo ha trasladado a Arrimadas, que le ha pedido reunirse, aunque su 'tercero' ha desplazado la cita hasta después de la comparecencia. La recta final de la refundación se antoja compleja. La esperanza puesta sobre la capacidad de recomponerse, poniendo como ejemplo a los liberales alemanes del FPD, que perdieron la representación en el Bundestag en 2013 y retornaron una legislatura después con fuerza -el tercer mejor resultado de su historia- empieza a percibirse difusa. Bal ha recalcado que no busca ir contra nadie, tampoco "contra Inés", y quiere recoger una candidatura unitaria liderada por él. Algo complicado, teniendo en cuenta que ello supondría un relego de Arrimadas. Ello deja a la presidenta dos opciones: dejar vía libre a Bal o confrontar con él. Asimismo, ya es patente la fractura interna en cuanto a planteamientos.
Clima de sensibilidades
En primer lugar, los siete -de nueve- miembros del grupo parlamentario tienen preferencia mayoritaria por Bal. La mayoría, igualmente, complementa la dirección nacional. Junto a Arrimadas estaría el diputado por Málaga y líder del G-8 para la refundación Guillermo Díaz. Pero sus compañeras Sara Giménez, María Muñoz, Mari Carmen Martínez y Miguel Gutiérrez estarían junto a Bal, aseguran fuentes conocedoras. En duda queda los diputados por Alicante Juan Ignacio López-Bas y Barcelona José María Espejo-Saavedra. Bal suma el apoyo de otros miembros de la cúpula como la coordinadora en Baleares Patricia Guasp y el de Igea; el del eurodiputado José Ramón Bauzá; el de Carlos Cuadrado, artífice del intento de moción de censura al PP en Murcia y desplazado del núcleo duro este verano; y el de Beatriz Pino y Ángeles Rosado.
Arrimadas tiene respaldo de Villacís y el peso de la cuota catalana del partido. Bal 'pesca' a varias escalas
En la balanza de Arrimadas y Díaz, se ubican el resto de componentes de la dirección y el ala catalana del partido, la originaria. Son Villacís; la actual secretaria general y diputada del Parlament Marina Bravo; su compañeros de escaño Carlos Carrizosa y Joan García; el portavoz de Cs en Aragón David Pérez, el de Cantabria Félix Álvarez; y el eurodiputado Jordi Cañas. En duda quedan el coordinador vasco José Manuel Gil; el alcalde de Badajoz Ignacio Gragera; la coordinadora de Castilla y León Gemma Villarroel; la de Castilla-La Mancha; el portavoz de Cs en Valencia Fernando Giner, y el actual secretario de Organización y coordinador en Navarra Carlos Pérez-Nievas.
El horizonte tras las primarias
Sea Arrimadas, Bal o un tercer candidato emergente la figura fuerte del ala política, el horizonte electoral de Cs se antoja difícil en la primera prueba de fuego: las autonómicas y municipales. A nivel regional, los naranjas no conseguirían ningún representante con la renovación del ciclo. Así lo indican las encuestas publicadas hasta la fecha. El poder territorial en esa escala quedaría distribuido en seis escaños en Cataluña y uno en el parlamento del País Vasco. En cuanto al plano municipal, el reciente barómetro de GAD3, que lo contempla, apunta a que Cs pasaría del 9,2% al 1,1%. El CIS, hace un mes, rebajó esa pérdida hasta el 2,3%. Todo ello, en beneficio claro al PP.
Con el modelo de partido adoptado, la nueva identidad de la marca y un liderazgo refrendado por la base, la formación buscará dar la batalla al PP con banderas específicas. A falta de que estas se detallen, la actividad en el Congreso ha dejado ejemplos como la reivindicación de una reforma del sistema de pensiones para garantizar su sostenibilidad a lo largo del tiempo.
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