Ciudadanos se asoma a una ruptura traumática por el pulso entre Inés Arrimadas y Edmundo Bal y lo hace en vísperas de un año electoral que es crucial para el partido naranja porque lo que se juega el año que viene es su supervivencia. Y pintan bastos.
Mientras todas las encuestas apuntan a la desaparición de Cs, Arrimadas y su portavoz se han enzarzado en una guerra a cuenta de la refundación del partido que ha llevado a Bal a anunciar una candidatura propia después de considerar que la líder naranja tenía intención de seguir manejando los hilos del partido a través de personas interpuestas.
Y no va a echar marcha atrás pese a la advertencia de Arrimadas de que presentará una candidatura alternativa de cara a la Asamblea extraordinaria de enero si él no retira la suya y a pesar también de que ayer los dos estuvieron hablando para intentar reconducir la situación, como han dejado claro los de Bal.
Arrimadas sigue pensando que hay opciones para reconducir la situación y que Bal acabará echando marcha atrás, según ha dicho a los periodistas durante el acto en el Congreso con motivo del 44 aniversario de la Constitución, insistiendo en que ni ella ni el portavoz naranja deben liderar una lista porque ninguno de ellos representa la renovación que Cs debe afrontar para recuperar el pulso electoral.
Lo que se necesitan son caras nuevas, repite Arrimadas, mientras que Bal ha señalado que solo estaría dispuesto a no encabezar una candidatura si se encuentra "una tercera vía" que concitara el máximo consenso.
Fuentes de su entorno apuntan a perfiles como el del eurodiputado Adrián Vázquez, la portavoz de Baleares, Patricia Guasp, o el de la diputada María Muñoz.
Para Arrimadas lo que marca un punto de inflexión en la relación con quien ha sido hasta ahora su "mano derecha" es el apoyo del grupo parlamentario a la ley del "sí es sí", que al entrar en vigor originó rebajas de condenas a violadores en algunos casos y fue objeto de un duro reproche de la presidenta del partido a Bal porque ya durante la tramitación de la ley, ha asegurado, le trasladó sus reticencias.
Según fuentes cercanas a Arrimadas, el ego de Bal, por su condición de abogado del Estado y experto penalista, no ha sido capaz de encajar esas críticas y atribuyen a este encontronazo, que fue "muy gordo", el desencuentro que se originó entre ambos.
Precisamente por ser un episodio puntual, argumenta Arrimadas, es por lo que cree que la reconciliación es posible y se puede llegar a una candidatura de unidad, pero para Bal este choque por la ley de Igualdad no es más que la gota que ha colmado el vaso.
Porque las enormes diferencias que ahora se han hecho patentes vienen de mucho más lejos, explican, y tienen también mucho que ver con la manera de entender el centro político, ya que para Bal y la mayor parte del grupo parlamentario -solo Guillermo Díaz ha salido en defensa de Arrimadas- la líder naranja ha convertido a Cs en un subalterno del PP, hasta el punto de querer votar lo mismo que votaban los populares.
Quedan veinte días -hasta el 26 de diciembre- para formalizar las candidaturas a presidir el partido y no hay ningún gesto a día de hoy que haga pensar en una eventual reconciliación. Ni tan siquiera han sido capaces de cruzar palabra durante la recepción del Congreso.
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