Queda mucho por conocer, más por contar y todo por legar a futuras generaciones. La memoria se construye de modo colectivo, con el paso del tiempo y, a poder ser, con la verdad documentada sobre lo ocurrido. Es precisamente la verdad la primera víctima de los conflictos violentos. En Euskadi lo ha sido durante décadas. La Guerra Civil, la dictadura y el terrorismo de ETA componen una sucesión de periodos convulsos cuyo impacto el Gobierno vasco quiere que se conozcan con la mayor información posible. Se trata de procesos complejos, con hechos singulares, con conexiones evidentes, pero con relatos que merecen ser puestos sobre focos que arrojen luz. Es lo que se ha propuesto el Ejecutivo de Urkullu que ha instado a expertos e instituciones a poner en marcha investigaciones en ámbitos locales dirigidas a la reconstrucción y documentación de hechos violentos ocurrido desde 1936 hasta nuestros días.
En el caso de los referidos a la llamada “memoria reciente”, los acaecidos entre 1960 y la actualidad, y más relacionados con la violencia terrorista de ETA y la ejercida por los aparatos del Estado a través de los GAL y grupos de extrema derecha, se establece como criterio de los trabajos la búsqueda de una “memoria crítica” del pasado. Para ello, se establece que no se deberán aplicar en las investigaciones argumentaciones sobre lo sucedido que se basen en la llamada “teoría del conflicto” o del “enfrentamiento entre bandos”, “la razón de estado” o la justificación en respuesta a “otras vulneraciones”. La defensa de los derechos humanos, la prioridad de las víctimas y el rechazo de la violencia se convierten en los pilares sobre los que se quiere impulsar esta labor de investigación local con la que seguir dando forma a la construcción de una memoria colectiva.
En 2015 el Instituto ‘Gogora’ de la Memoria hizo entrega a cientos de ayuntamientos vascos de los llamados ‘retratos de la memoria’ en los que se detallaba a modo de base de datos los nombres y apellidos de las víctimas nacidas o fallecidas en cada municipio. Con esta información se pretendía impulsar entre los Consistorios actuaciones memoriales y de reconocimiento hacia las víctimas en su ámbito local. Este tipo de trabajos de documentación se plantean como un ejercicio “ético, político, democrático, pedagógico y social” con un alto peso en la conformación de la memoria futura sobre los acontecimientos violentos ocurridos en Euskadi.
"Actitud crítica"
‘Gogora’ reconoce que la puesta en marcha de este tipo de procesos de investigación del pasado “con actitud crítica” suponen pasos complicados y delicados. Señala que es en nuestro pasado donde se encuentra “el diagnóstico de la culpa y de la responsabilidad, del dolor y el sufrimiento padecidos”. Añade que ante ellos existen lecturas diferentes de sus causas y su génesis, “la memoria es plural”, defiende este instituto dependiente del Gobierno vasco. Por ello incide en la necesidad de avanzar en investigaciones que permitan arrojar luz para gestionar “memorias diferentes, poliédricas y conflictivas”: “La pluralidad es complejidad y es posibilidad”, recuerda en el documento de bases y criterios que elaboró para fijar los principios que debían regir los informes municipales de derechos humanos y memoria reciente.
La convocatoria ahora realizada para financiar investigaciones promueve un “pluralismo memorial” sobre lo sucedido en torno a la violencia de ETA y la respuesta del terrorismo de Estado pero “sobre la base de un mínimo ético: el compromiso integral con los derechos humanos”. Las tres pautas que se reclaman a los investigadores que concurran es cumplir con el requisito de “no excluir” ninguna forma de terrorismo que hubiera ocurrido en el pasado o de cualquier otra forma de vulneración de derechos humanos ni dejar al margen a “ninguna de sus víctimas”.
La visión crítica también se exige en la aplicación del principio de “no legitimar” en la labor investigadora argumentos que puedan suponer una justificación de la violencia arropada en la “teoría del conflicto, del enfrentamiento entre bandos o de la razón de Estado o la existencia de otras vulneraciones de derechos fundamentales”.
El tercer eje en los que reclama que se lleven a cabo los trabajos es el de “no diluir” ninguna forma de terrorismo o violencia. Rechaza que la investigación pueda abordar de manera “genérica” un hecho terrorista o incluso que pretenda “minimizarlo”.
Una "pluralidad de memorias"
La convocatoria, que además de las investigaciones sobre la violencia de ETA y los GAL también subvencionará acciones relativas al uso de la violencia en la Guerra Civil y la dictadura, cuenta con una dotación de 137.000 euros. Entre las acciones a subvencionar se incluyen los actos y homenajes que puedan promover instituciones y organismos para el recuerdo y homenaje de las víctimas. Asimismo, se concederán ayudas a las instituciones para la retirada de escudos, insignias, placas y bustos que supongan una conmemoración o exaltación personal o colectiva del levantamiento militar de 1936, de la Guerra Civil o de la dictadura.
Con este tipo de informes o investigaciones el Instituto de la Memoria, ‘Gogora’ quiere contribuir a que en el ámbito local también se den pasos para conocer la verdad a la que tienen derechos las víctimas y el conjunto de la sociedad. Además, se quiere promover el recuerdo, reconocimiento y reflexión crítica de lo sucedido durante todos esos años de violencia y facilitar un diálogo ciudadano en torno a una “pluralidad de memorias”. El objetivo final pasaría por poder extraer conclusiones pedagógicas y reparadoras “ante la injusticia del daño ocasionado mediante el terrorismo, la violencia y las vulneraciones de derechos humanos”.
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