Es una vieja polémica que el Gobierno se había propuesta reconducir. Sin embargo, en la nuevo convocatoria de plazas para la sanidad pública el Ejecutivo de Iñigo Urkullu ha vuelto a dotar de un peso muy superior al euskera respecto al resto de méritos puntuables. Así, los médicos que concurran a la próxima OPE y puedan acreditar un perfil medio de euskera, un PL2, -equivalente a un B2 del Marco Europeo de Referencia para las Lenguas- contarán de golpe con 18 puntos en el concurso de méritos, los mismos que otro candidato que no lo tenga pero que acredite un doctorado cum laude (10 puntos), un máster de postgrado (6 puntos), inglés (1,5 puntos) y saber alemán (1,5 puntos).
Durante los últimos meses la consejería de Salud ha venido justificando algunos problemas en los servicios de atención a los ciudadanos y el incremento de las listas de espera en la dificultad para contar con algunas especialidades médicas. La falta de facultativos ha puesto sobre la mesa incluso la posibilidad de abrir vías de contratación de profesionales venidos de otros países. Ahora, con la publicación de las condiciones de la próxima OPE, que incluirá más de 7.600 plazas en numerosas especialidades, se vuelve a primar el conocimiento del euskera sobre el resto de méritos de los candidatos, no sólo en los puestos para médicos sino en otras disciplinas como la Farmacia, la Enfermería o incluso para el puesto de celador, en la que el PL2 permite obtener 16 puntos en el concurso de méritos.
Incluso un nivel básico de euskera, el PL1, permite lograr la misma puntuación que un doctorado no Cum Laude (9 puntos), y muy por encima de cualquier licenciatura añadida, que permite sumar 2,5 puntos. En esta convocatoria se sacan a concurso 2.228 plazas de enfermería, 314 de médicos de familia, 151 de urgencias o 135 para cubrir puestos de anestesista, entre otras muchas especialidades.
La cuestión del uso del euskera es precisamente uno de los aspectos que mayor inquietud viene generando en los últimos años en el Ejecutivo y en particular en la consejería de Política Lingüística. El bajo empleo de la lengua, muy inferior a su grado de conocimiento, ha llevado a promover fórmulas que permitan rebajar el grado de exigencia, si bien en el caso de esta OPE no se contempla como mérito nada que no sea la acreditación de un perfil lingüístico.
Acreditar perfiles
La trayectoria profesional que se pueda demostrar permitirá lograr un máximo de 60 puntos, a los que se podrán sumar hasta un máximo de 20 por méritos relacionados con la formación, la docencia y la investigación. Es en este apartado donde la sanidad pública vasca concede un peso esencial a saber euskera. Y lo hace en todas las categorías. Si aportar conocimientos de alemán, inglés o francés tan sólo reportaría al candidato o candidata 1,5 puntos por cada idioma, poder demostrar estar en posesión de un título PL2 (B2) o PL1 (B1) de euskera le permitirá dar un salto de gigante frente a quien no lo hagan.
El último balance del Servicio Vasco de Salud, Osakidetza, sobre su segundo plan de uso del euskera 2013-2019 cifró en algo menos de 200.000 ciudadnos los que habían solicitado como lengua de atención preferente el euskera frente a las casi 800.000 que reclamaron el castellano como lengua prioritaria.
Respecto al grado de acreditación de perfiles lingüísticos asignados a cada plaza dentro de la sanidad pública vasca, el último dato aportado por la Administración lo situaba en el 39% del total de los trabajadores. Las reivindicaciones de asegurar un servicio sanitario bilingüe ha llevado a los responsables sanitarios a reforzar la exigencia de euskera en los procesos de contratación. Una demanda idiomática que sin embargo es muy desigual en función de las zonas del país vasco de las que se trate, con mayor empleo en Gipuzkoa que en Bizkaia y Alava.
Bajo uso en la calle
Los últimos estudios el euskera registra niveles de empleo en la calle similares a los de hace más de 30 años. Apenas un 12,6% de los vascos lo emplea, menos de dos puntos más de lo que lo hacían en 1989, cuando el euskera era la lengua que utilizaba el 10,8% de la población en la calle. Los datos los arroja un estudio llevado a cabo por el Clúster de Sociolingüística sobre el uso de la lengua en la calle.
Por ello, desde el Gobierno vasco se han puesto en marcha políticas de promoción ‘amigable’, de empatía hacia el euskera, como el ‘Euskaraldia’ -11 días en los que se invita a hablantes y no hablantes a poder relacionarse en euskera-, promesas de flexibilización de la exigencia del euskera en la administración pública o promoción en ámbitos como el ocio y el deporte.
Actualmente el 33% la población se considera vascoparlante, pero apenas un 20% la que emplea el euskera indistintamente al castellano en su vida cotidiana en Euskadi y ese porcentaje cae a menos del 13% si se amplía a Navarra y el País Vasco francés, área de influencia del euskera. Las inversiones llevadas a cabo desde hace décadas por las administraciones públicas se traducen en partidas que en su conjunto han oscilado en la última década en entre 130 y 177 millones de euros anuales entre Gobierno vasco, diputaciones y ayuntamientos para la promoción del euskera.
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