Daniel Sirera ha sido finalmente el candidato escogido por el PP para recuperar el terreno perdido en Barcelona en las próximas elecciones municipales de 28 de mayo. El Comité Electoral del PP catalán ha oficializado este lunes su candidatura, que ahora debe ratificar la dirección nacional del partido. Pero Sirera ya cuenta con el apoyo de la dirección de Génova para competir en una de las plazas en las que los populares parten en peor situación.
Lo reconocen desde el propio partido en Cataluña. "Partimos de muy abajo". No solo porque en las últimas elecciones municipales el PP entró en el Ayuntamiento de Barcelona por apenas un puñado de votos. Sino también porque lo hizo de la mano de Josep Bou, un independiente escogido personalmente por Pablo Casado que pronto se convirtió en un verso libre abiertamente enfrentado con la dirección del partido en Cataluña que lideraba Alejandro Fernández. También con el PP de Barcelona.
Sirera ya fue la apuesta del secretario provincial, Josep Tutusaus, hace un año. Pero las sucesivas crisis en el partido, primero en Cataluña, después a nivel nacional, hicieron que se aparcara su candidatura. Y Sirera inició nuevo proyecto en Valencia. Ahora vuelve a Barcelona para por compromiso con el partido y con la ciudad, asegura privado, aunque reconoce que el reto es complejo.
Aprovechar el efecto Feijóo
También saben en el PP catalán que las elecciones municipales serán claves para aprovechar el "efecto Feijóo" que ha catapultado al partido en las encuestas a nivel nacional, y recuperar el terreno perdido frente a Cs y Vox en esta comunidad.
En las últimas elecciones municipales, un Cs al alza y con Manuel Valls como cabeza de cartel arrasó al PP en Barcelona, con 6 regidores naranjas frente a los dos populares. Hace un año, Vox se convirtió en la primera fuerza de la derecha en el Parlament, y el PP volvió a verse superado por Ciudadanos.
Ahora, sin embargo, el partido naranja ve sus expectativas lastradas por la guerra civil entre Inés Arrimadas y Edmundo Bal, también en Cataluña. Y la candidatura de Anna Grau tendrá que recomponer además los platos rotos del grupo municipal, troceado ahora entre Valents, el expulsado Paco Sierra y dos regidoras prácticamente desconocidas.
En el caso de Vox, las encuestas tampoco aseguran la entrada en el Consistorio de Gonzalo de Oro, el candidato designado por el partido de Santiago Abascal. Desconocido para el electorado barcelonés, Oro intentará amortizar la marca como hizo Ignacio Garriga en las elecciones autonómicas. Pero la clave catalana, con la batalla entre independentismo y constitucionalismo, favorecía más a Vox que la batalla local.
Bandera anti-Colau
En este contexto, Sirera deberá hacerse un hueco para atraer a los votantes anti-Colau. Una bandera que parece haber agarrado con fuerza el candidato de Junts, Xavier Trias. Aunque los ejes de la campaña en Barcelona: seguridad, limpieza y movilidad, casan mejor con el discurso y el programa del PP que con el de Junts.
Mientras, Trias sigue cultivando esa polarización con la alcaldesa que le ha permitido escalar puestos en las encuestas apenas unas semanas después de confirmarse su candidatura. Este lunes, compartiendo imágenes de un encuentro con Ada Colau, para demostrar que su rivalidad política no excluye "una relación normal".
Pese a que fue Colau quien le expulsó del Ayuntamiento, tras un primer mandato. Y lo hizo con acusaciones de corrupción que después no se demostraron, como no ha dejado de recordar en estos años el exconvergente.
Colau, por su parte, se suma a esa dialéctica sabedora de que la polarización entre su modelo y el "anti-colauismo" consciente de que esto divide el voto entre sus rivales mientras aglutina el suyo. En otras palabras, la alcaldesa, que hace dos meses partía en tercer lugar superada por el socialista Jaume Collboni y el republicano Ernest Maragall vuelve ahora al empate técnico con quienes han sido, de hecho, sus socios de mandato.
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